30.

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No he sabido más nada de Héctor, no sé como mirarle a la cara, después de todo me dijo que se vengaría.  Aún no he tenido la charla de mi virginidad con mi padre, espero que eso nunca llegue, lo suplico, espero que de verdad jamás llegue ese momento.

No veía el carro de Mau por ningún lado pero lo vi sentado en una banquita, siempre está solo en esa calle, no pasa gente, no pasan autos, total tranquilidad y soledad.

Tenía una camiseta negra, jeans azul oscuro y unas vans negras. Llegué y se levantó, me dio un pequeño girasol.

—Hola Mau. —saludé con timidez.

—Espero te guste, la he comprado de camino. —nos sentamos.

No dije nada, el silencio se apoderó del momento pero se sentía bien, hacía fresco, habían muchos árboles y el día estaba un poco nublado, al parecer iba a llover.

—Gracias, está hermosa, me encantan los girasoles. —él sonrió.

—Te invito a ver un partido de fútbol. —me tomó por sorpresa, odio el fútbol.

—Me encantaría, ¿Adónde vamos? —él soltó una carcajada.

—¿De verdad te aguantarías un partido de fútbol por mí? —lo miré, no entendía y se dio cuenta. —Sé que no te gusta el fútbol, te he probado, tonta.

Sonreí tímida, él estaba muy cerca de mi y olía tan bien.

—Bueno es que me daría pena decir que no. —él miraba mis labios mientras hablaba y joder, ahora que lo pienso, que sexy es.

—Quería preguntarte algo... —se acomodó en la banca y me miró directo a los ojos.

Dios no preguntes si quiero ser tu novia, arruinarás todo.

—Pregunta. —dije ocultando mis nervios.

—¿De verdad te vas en un mes? —alivio, un alivio enorme.

Le conté todo, le conté cómo me sentía, lo que había pasado antes de vernos, la vida que llevo y que estoy tan triste que lo único que quería era dormir y no despertar.

—Lamento que te pase eso... No quisiera que te fueras. —él tomó mi mentón con suavidad y se acercó.

Se acercó y podía sentir su respiración, su aroma, su olor, presionó sus labios contra los míos, cerré mis ojos y me dejé llevar, sólo era un beso, un dulce y apasionado beso, sentía mi corazón latir fuerte, sabe jodidamente delicioso.

Al separarnos él miró hacia arriba preocupado y al verlo me preocupé, no quise decir nada, no sabía qué decir. Tenía una botella con agua a su lado, debía romper la tensión de algún modo.

—¿Puedo beber un poco? —asintió.

Bebí agua mientras él me miraba y yo simulaba no darme cuenta, dejé de beber y le di la botella, me empecé a sentir mal, me faltaba el aire, me puse de pie e histérica, él me miró como si no pudiese creer, se veía asustado.

Mi vista se tornó negra.

—Mauricio no puedo ver... ¡No puedo ver! —estaba tan asustada.

—Aquí estoy, vamos, por allá está mi auto, hay que ir a un hospital. —empecé a respirar agitada y me desmayé.

""

'Deberíamos llamarla Vic-problemas'.
¿Qué creen que pasó?
Chao!

Mi acosador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora