12.

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Las convulsiones en ambos cuerpos al fin pararon. Leah, con el rostro húmedo de sudor y lágrimas que seguían rodando por sus mejillas, suspiró temblorosa. El corazón de su amado Charlie al fin había dejado de oírse, aunque el sherif seguía laxo y sin moverse. Leah soltó un fuerte sollozo al comprobar que el castaño, no había conseguido superar el giro. Con suavidad, pasó una mano por el frío rostro del mayor, dejando un leve beso en sus labios.

- Descansa mi amor - susurró en el oído de su amado.

Duncan, sostenía el cuerpo de Seth en un fuerte abrazo, los latidos del menor se estaban extinguiendo. Cuando por fin cesó el latido, los ojos antes marrones y cálidos del joven quileute, se abrieron de par en par, siendo ahora rojos, como dos rubíes. En un rápido movimiento, Seth se abalanzó sobre su pareja y mordió el cuello del escocés, que simplemente dejó a su destinado beber de él. Un ramalazo de placer recorrió su columna cuando los finos colmillos de Seth perforaron su piel. Duncan cerró los ojos, y aferró con más fuerza el cuerpo de su pequeño lobo, que bebía con ansia. Cuando pensó que era suficiente, Duncan apartó suavemente, pero con firmeza, a su pareja de su cuello y agarró su rostro con ambas manos.

-Seth...

El menor pareció salir del trance en el que se había sumido tras su despertar pues, asustado, retrocedió sobre sus pies y manos, arrastrándose por el suelo de la sala.

- ¿Qué...que hice? Yo...yo...¡Te hice daño! - exclamó Seth aterrorizado por lo que había hecho. Si pudiera llorar, lo hubiera hecho en ese momento.

- No, no mi amor, tranquilo. Estoy bien Seth, mírame. Estoy bien - dijo Duncan, acercándose despacio a su lobito.

Seth negó con vehemencia y miró a su hermana, que aún lloraba sobre el cuerpo de Charlie.

- Lo siento, lo siento - balbuceó el menor antes de salir corriendo hacia el bosque que rodeaba la cabaña, a velocidad vampírica, seguido por Duncan que trataba de alcanzarlo. Necesitaba calmarle. Abrazarle y decirle que todo estaría bien. Que él podría darle a beber su sangre sin consecuencias y sin debilitarse. Al fin y al cabo, al ser almas gemelas no podrían dañarse nunca. 

Leah se levantó con rapidez y mirando el cuerpo de Charlie una última vez, corrió tras su hermano y futuro cuñado. Más tarde volvería a por su amado y le enterraría como merecía.

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Embry observó a su huella dormir en la que fue la cama de Bella, envuelto totalmente en el suave edredón. El quileute sintió una oleada de calidez y amor al ver el sereno rostro de Liam, tan inocente y tranquilo. 

Cuando terminó el funeral de Jacob, Quill y él decidieron volver con los licanos y Rebecca, a la casa del sheriff Swan. No tenía intención de dejar solo a su hermoso omega y mucho menos sabiendo que cuando despertara y fuera de nuevo consciente de lo que había pasado, le necesitaría.  

Quill no consintió quedarse en la reserva tampoco, así que dejando a Paul como beta, su segundo le siguió sin que pudiera impedirlo y ahora, mientras él acompañaba en su sueño a su Liam, Quill dormitaba en el sofá de la sala. 

El que el padre de su huella le pidiera que vigilara a Liam mientras dormía, y le confiara a su preciado hijo, le hizo sentir aceptado por esa manada de licanos, de la que esperaba formar parte algún día. 

Sabía que aún Liam no le había dado una respuesta a sus sentimientos, pero no perdía las esperanzas de ser el elegido. 

Con un suspiro, se acercó a la cama del joven rubio y se sentó a un costado, inhalando con satisfacción el dulce olor a miel del omega. 

OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora