Omega

5

Charlie abrió la puerta con una sonrisa. No iba a negar, que la idea de tener la casa llena le encantaba. Después que se divorció de Renee y ésta se había ido del pueblo junto a la hija de ambos, había estado muchos años sólo.
Cuando Bella volvió, creyó que podría recuperar el tiempo perdido y tener a su niña con él por mucho tiempo. Pero eso no había sucedido así. Su hija Bella se había obsesionado con Edward Cullen, que resultó ser un vampiro y al final se había casado con él, convirtiéndose ella en lo mismo. El saber sobre el mundo sobrenatural oculto de Forks, le había causado una gran impresión, aunque también explicaba varias cosas que había visto a lo largo de los años. En el fondo, se alegraba de saber que no estaba loco.

Ahora con Liam, Seth, Leah, Quil, Embry y Jacob en casa, quizá podría tener el hogar alegre y cálido que siempre había querido.

- Lamento no tener habitaciones para todos - se disculpó Charlie - Seth, Leah, compartiréis la habitación del fondo, tiene dos camas así que no tendréis problema. Amm... Los demás podéis acomodaros como queráis, podéis usar la habitación de Bella y en el salón hay un sofá cama.

Liam y los metamorfos asintieron y fueron hacia las habitaciones. Jacob y Embry dormirían con Liam, Quil en el sofá cama del salón.
No tardaron mucho en instalarse, no llevaban muchas cosas y de todas formas, sería temporal, sólo hasta que la familia de Liam fuera a buscarle.

Unos gritos de Charlie interrumpieron el silencio del lugar, y tanto Liam como los quileutes, se acercaron al sheriff alarmados.
Liam no podía, pues él aunque tenía sangre de lobo, sus sentidos no estaban tan desarrollados como los de los metamorfos, pero los demás pudieron oír la chillona voz de Bella al otro lado de la línea.

~ ¡NO PUEDO CREER QUE METAS EN NUESTRA CASA A ESE ASQUEROSO OMEGA! ¡DESPUÉS DE LO QUE LE HIZO A RENESMEE! ¡POR SU CULPA SE FUE JACOB! ¡ES TU NIETA! ¡SACA AHORA MISMO A ESE FENÓMENO DE CASA!

Charlie suspiró irritado. ¿Cuándo su hija se había convertido en ese monstruo?

- Bella, no pienso echar de MI casa a nadie - contestó con calma.

~ ¡ERES MI PADRE! ¡MÍO! ¡DEBERÍAS ESTAR DE MI LADO!

Charlie apartó el aparato levemente de su oreja, e hizo un gesto molesto por los gritos de su hija.

- ¡No me grites Isabella! - exigió el mayor - No tienes ningún derecho a exigirme nada. Tu elegiste ser eso en lo que te has convertido, por encima de tu familia. ¿No pensaste en mí o tu madre? Te quiero hija, pero no voy a permitir que me digas lo que tengo que hacer. Liam y Jacob me necesitan y voy a ayudarles.

Antes que Bella dijera algo más, Charlie colgó y suspiró cansado.

- Lo siento Charlie...por mi culpa usted y su hija...

- No te culpes por esto Liam - interrumpió el mayor - Esto empezó mucho antes que tú vinieras.

Liam le miró apenado. Aunque Charlie no le culpara, él omega no podía dejar de sentirse responsable de la pelea que acababa de tener el sheriff con su hija.

Jacob abrazó protector a su sobrino. Que ciego había estado durante todo ese tiempo, pensó el alfa. Cuando Bella volvió a Forks después de tantos años, no pudo evitar amarla. Era tan dulce y amable. Tan diferente a las chicas de la reserva. Cuando se enteró que había iniciado una relación con el chupasangre menor de los Cullen, se sintió muy herido y más aún cuando se casaron. Después de lo mucho que él la había apoyado cuando el vampiro la dejó, se sintió traicionado cuando volvió con él pese a todo. No era tonto. Se había dado perfecta cuenta de que lo que más ansiaba Bella, eran la inmortalidad y la juventud eterna, pero luego, cuando imprimó en Renesmee todo aquello se había borrado.
Ahora que tenía a Liam entre sus brazos, su dulce aroma le reconfortaba como la híbrida nunca había podido hacer. Si, Renesmee era su huella, pero Liam era el omega de su manada y eso era lo más importante. No se arrepentía de abandonar a los Cullen y a su impronta por Liam, pero al ver a Charlie discutir así con Bella, pensó que quizá, no tendría que haber acudido al Swan. Al fin y al cabo, Renesmee era su nieta y sería normal que estuviera molesto por su abandono.