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La cara de satisfacción de Hamish era igual o mayor que las de Calem y Duncan, cuando un Edward adolorido y algo temeroso, se retiró del lugar donde habían estado entrenando.
El enfrentamiento entre el telépata y los metamorfos y la familia de Liam había sido brutal, y aunque era sólo de práctica, Edward pensó seriamente que podría haber muerto.
Embry no salió tampoco ileso, aunque quizás porque explicó a los primos del omega que Liam era su imprimación y que jamás le haría daño, fue que sólo consiguió unos feos moratones en el torso y un corte en la ceja que se curó en pocos minutos.
Edward, al ser un vampiro quedó sin un rasguño, pero eso no le libraba del dolor en todo el cuerpo, por los tremendos golpes que le dieron Kendrick y Duncan, a parte del orgullo un poco herido, ya que Liam estaba mirando el entrenamiento.
Tanto el metamorfo, como el vampiro no eran tontos. Se habían dado cuenta que los familiares del omega habían captado el interés amoroso que tenían en Liam y que el feroz entrenamiento al que habían sido sometidos, no era más que una forma de sádico disfrute por parte de los escoceses, como venganza de fijarse en su benjamín.
Aún así, tuvieron que agradecer a un ser superior que no tuvieron que enfrentarse a Cameron, pues si el celoso padre de Liam hubiera luchado contra ellos, seguro hubieran terminado con el cuello roto.

Cuando empezó a atardecer,  comenzaron a pensar que podrían destruir para siempre a la realeza vampírica. Entre los conocimientos de Jasper en combate, los de Carlisle de los Vulturis y la fuerza brutal de los Feolahd y los metamorfos. Así que por fin habían dado permiso a todos para descansar y se dispersaron con rapidez.

Los metamorfos volvieron a la reserva, excepto Jacob, Embry, Seth y Leah, que volvieron a casa de Charlie. El alfa dejó a cargo de la tribu a Quil Alteara. Como su segundo beta, no tuvo problemas en aceptar, aunque Paul gruñó disconforme.
Para cuando los quileutes y los escoceses regresaron a la casa Swan, Charlie ya había vuelto del trabajo y estaba descansando en el sofá, viendo un partido en la televisión. Cameron, Kendrick y Graham se unieron al sheriff, que les pasó unos botellines de cerveza. Liam comenzó a preparar la cena para todos con la ayuda de Seth. Rebecca y Leah se habían retirado a uno de los dormitorios para charlar tranquilas y el resto se habían dispersado por la casa.
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- ¿Y bien? - preguntó Rebecca enarcando una ceja de forma interrogativa.

- ¿Y bien qué? - preguntó distraída Leah.

Cuando llegaron a la casa del sheriff Swan, Charlie abrió la puerta dándoles la bienvenida y regalando una sonrisa a la loba que ella no supo interpretar. Aún llevaba su uniforme de policía ¡y es que estaba tan atractivo así! pensó la metamorfa. Leah se sonrojó levemente, y salió casi corriendo con las risitas de Seth siguiéndola. Rebecca miró por donde había ido su amiga y luego a su anfitrión que también estaba un tanto sonrojado, y sonrió ladina. Ahí había algo que pensaba averiguar en ese mismo momento, así que tras saludar a Charlie amablemente y darle las gracias por acogerlos a todos, salió detrás de Leah.
Ahora, Rebecca, sentada en una de las camas de la habitación en la que Leah había estado durmiendo con Seth, exigía con la mirada una respuesta.

- ¡Vamos Leah! ¡No te hagas la que no entiende! ¿Qué ha sido eso de ahí abajo con el jefe Swan? ¡Os habéis lanzado una miradita!

Leah se puso completamente roja y miró hacia otro lado nerviosa, aunque se sentó junto a su amiga.

- Bueno...puede...puede que ¡aggh! ¡Vale! ¡Me gusta! - exclamó Leah tapando su rostro con las manos apenada - ¿pero cómo no hacerlo? Es tan atractivo y ese sexy bigote...y luego es muy dulce y amable, a parte de valiente y comprensivo...

- ¡Por Dios Leah! ¡A ti no te gusta! ¡Estás totalmente enamorada del sheriff Swan! - gritó divertida Rebecca, ganándose una mirada de muerte de Leah y que tapara la boca de la mujer con las manos.

OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora