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Cameron observó los ojos rojos que le miraban desde la distancia. Al menos treinta de esos chupasangres habían llegado para buscar a su pequeño. Pudo apreciar cómo, durante un breve segundo, el rostro del que sabía el líder de ese funesto grupo, se había contraído en una mueca de sorpresa. Seguro no esperaba que ellos estuvieran allí.
Aro miró al hombre que se había adelantado algunos pasos del resto. No necesitaba que nadie le dijera que era el padre del pequeño sumiso. Oh sí. El parecido era innegable, aunque su futura pareja tenía las líneas del rostro más finas y delicadas por ser omega, el color de pelo y ojos eran muy parecidos.
El líder de los Vulturis giró el rostro por un momento hacia sus "hermanos".
Marco parecía sumido en la rabia. Él odiaba con inquina a los hijos de la luna y parecía a punto de saltar sobre ellos. Caius miraba fijamente hacia el frente, pareciendo titubear un segundo, pero volviendo en sí casi al instante. Aro frunció el ceño, ya hablaría con el rubio vampiro después, cuando tuviera al omega entre sus brazos y lo hubiera marcado como suyo.

Carlisle se acercó a Cameron preocupado. Seguro no era el único que se había percatado que faltaban tres vampiros entre los Vulturis y en verdad le preocupaba. Bella, Alec y Renesmee no habían dado señales de vida.

- Aro... - saludó Carlisle asintiendo levemente.

- Oh, Carlisle, veo que tu familia tiene nuevos...integrantes - dijo Aro con una mueca de desprecio, mirando a los licanos.

- No hemos quebrantado ninguna ley Aro, no tienes motivos para estar aquí - dijo el líder del clan olímpico. Sabía que era una pérdida de tiempo razonar con ellos, pues no venían a negociar, sólo a destruirlos, sin embargo, al menos, tenía que intentarlo.

Aro rió divertido. El sólo pensamiento de que esos vampiros inferiores trataran de convencerle de algo, era ridículo.
Era una pena que vampiros tan fuertes y con dones tan útiles como el de la videncia o la pathokinesis, no quisieran abrazar su verdadero ser. Alimentarse de animales era asqueroso e indigno. Proteger a los humanos era una pérdida de tiempo. ¡No eran más que ganado!

- Sabes bien, mi querido Carlisle que vinimos por algo muy valioso y no nos iremos sin ello.

Los feolahd gruñeron furiosos y se transformaron en un instante. Esa maldita sanguijuela estaba hablando de su adorado Liam.
El ambiente estaba cargado, esperando un movimiento de cualquiera de los dos bandos.
Jasper miró a su pareja, que negó con el rostro triste. Alice, por mucho que trataba de ver el futuro de Liam, Edward, Seth o Charlie, no lo lograba.

Un escalofrío recorrió por entre los metamorfos, al escuchar los pensamientos de Jacob. El alfa sabía que el poder de Bella era ser un escudo, y su instinto le decía que Liam podría estar en peligro. Un gruñido sordo y amenazante surgió de su garganta, poniendo en guardia a todos los demás. Jacob aulló con furia y sin pensarlo más, se avalanzó sobre el primer vampiro que tenía cerca, mordiendo con saña su cuello, arrancando su cabeza de un fuerte mordisco.
Esa fue la señal para comenzar la lucha, que se intensificaba por segundos.
Los licanos, parecían no tener problemas en presentar batalla a los vampiros de ojos rojos, aunque su fuerza era enorme al beber sangre humana. Aún así, y aunque habían perecido algunos de los metamorfos recién despiertos, habían caído más vampiros de la guardia Vulturi, balanceando las cosas.

- ¡JACOB!

Un grito resonó por el campo de batalla, paralizando a todos un momento.
Renesmee se paró junto al alfa, tratando de sujetarse a su espeso pelaje .

- Jacob, para - suplicó la híbrida - deja que se lo lleven, por favor, vuelve conmigo mi Jake, yo soy tu Nessi, tu huella - dijo con voz dulce, tratando de convencer al enorme lobo castaño rojizo.

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