Omega

4

El puño de Cameron Sinclair se estrelló con fuerza en la mesa, haciendo crujir la madera.
Cuando su llorosa esposa, entre sollozos e hipidos, le explicó qué había pasado con su pequeño, la ira dominó por completo su cuerpo.
Rebecca, destrozada, tuvo que recostarse en la cama, acompañada de su hermana mayor Brianna, que no quiso dejarla sola en esos momentos.
Ahora, reunido con su hermano mayor Kendrick, su cuñado Graham y sus sobrinos Duncan, Calem y Hamish, la ira no hizo más que aumentar. Todo el clan Sinclair y Stewart querían la sangre de esos malditos quileutes.

- ¿Dónde está ahora mi sobrino? - preguntó preocupado Kendrick.

- De momento está a salvo con Jacob, el hermano de Reb - contestó con un siseo furioso Cameron. Le costaba controlar la ira, aún sabiendo que su precioso Liam ahora estaba protegido. Todavía no se explicaba, cómo había desembocado el viaje de su hijo para conocer a su familia materna y sus raíces quileutes, en semejante tragedia.
Cuando enviaron a su único hijo con su abuelo, jamás pensaron que ocurriría eso. Ahora su pobre Liam estaba gravemente herido, asustado y seguramente traumatizado de por vida. Con cada pensamiento, su cuerpo se tensaba cada vez más, deseando sólo la venganza.

- ¡Debemos ir a ese lugar de inmediato tío! - exclamó fúrico Duncan, el mayor de los hijos de Kendrick - ¡tenemos que traerlo de vuelta!
- Mi hermano tiene razón - dijo Calem cruzando sus brazos y apoyando la espalda en el respaldo de la silla - Liam tiene que estar con nosotros, nos necesita.

Ambos hermanos, tenían una debilidad casi enfermiza por su primito Liam y no podían esperar para ir a buscarlo a aquel lugar infernal y llevarlo de vuelta a su hogar en las Highland.

- Todo aquel que esté involucrado en lo que le pasó a mi Liam morirá, ¡te lo advierto tío! ¡no dejaré cabeza sobre los hombros! - dijo Duncan con una voz tan calmada, que a todos les dio un escalofrío.

Todos asintieron de acuerdo. Lo que había sucedido con el más pequeño de la familia no podía quedar impune. Si era necesario diezmarían a toda la maldita tribu.

- ¿Estás seguro que puedes confiar en tu cuñado...ese Jacob? - preguntó Graham preocupado. No confiaba en nadie ajeno a la familia y después de lo que había pasado, era más que evidente que tenía razón.

- Si, Rebecca me aseguró que su hermano, amenazó a toda la tribu si se les ocurre hacer algo más contra mi hijo - dijo Cameron, y con los puños fuertemente cerrados sobre la mesa, añadió colérico - Aunque el agresor esté muerto, no descansaré hasta que caigan todos los que le hicieron daño, empezando por Billy Black.

- Preparémonos - dijo Kendrick poniéndose en pie - en tres semanas partimos para Forks. Que Dios se apiade de sus almas, nosotros no lo haremos - sentenció el jefe del clan Sinclair mirando a su hermano menor.
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Liam se encontraba sentado en el amplio sofá del salón, mirando distraído por la cristalera que daba al bosque. Estaba tapado con una suave manta de cachemir, que le había comprado Rosalie pese a sus protestas. Gracias a su magia lobuna, como lo llamaba Emmett, prácticamente todas sus heridas se habían curado, pero todos en esa casa, sobre todo Embry, Jacob y Rosalie, pensaban que necesitaba descansar unos días más. Era raro cuando podía disfrutar de un rato casi a solas, en esa casa superpoblada por lobos y vampiros, pero en esos momentos así era. Carlisle estaba en el hospital, Esme, Rosalie y Emmett habían salido a cazar y el resto estaban desperdigados por la casa.
Jacob, Quil y Embry estaban vigilando los alrededores, preocupados por si Paul y los otros metamorfos aparecían.
Sólo los hermanos Clearwater le hacían compañía, aunque Leah no solía hablar mucho y Seth estaba dormido a su lado, con la cabeza en su regazo. El lobito había vuelto exhausto de su ronda y aunque Embry gruñó molesto, el joven quileute se había acomodado así en cuanto llegó y se quedó dormido casi al instante.
Liam suspiró con aire triste, mientras acariciaba el cabello de Seth como si de un gato se tratara.