Omega

1

Charlie miraba nervioso hacia la puerta de desembarque. En sus manos, un cartelón con el nombre de "Liam Sinclair" que mantenía en alto, esperando que el nombrado se acercara.
Cuando su amigo Billy le pidió el favor de ir a recoger a su nieto al aeropuerto, no pudo negarse. En realidad, estaba deseando conocer al hijo de la pequeña Rebecca, bueno, ahora no tan pequeña. Era increíble como había pasado el tiempo. Su hija casada con un vampiro, pensó algo molesto aún con ese hecho. Jacob imprimado de su nieta, Rachel en su nuevo trabajo en la veterinaria del pueblo y saliendo con ese tipo de Port Angeles, él mismo en una relación con Sue Clearwater...
Un pequeño jalón en su manga le hizo salir de sus pensamientos. Un adolescente no muy alto, delgado y de pelo rubio, que abrazaba de forma tierna un estuche de algún instrumento, estaba a su lado, señalando el cartel.

- Am...hola, yo soy Liam - dijo con una voz suave y un acento algo fuerte.

- Oh, encantado Liam, soy Charlie Swan, el sheriff de Forks y amigo de tu abuelo. El me pidió que viniera a recogerte - dijo el mayor algo impactado. ¿Un Black rubio? Sin duda sería todo un revuelo. Parecía que el chico era idéntico a su padre.

Liam asintió y siguió a Charlie que había tomado el carro con las maletas del adolescente y se encaminaba a la salida.
El camino hasta Forks lo hicieron en un silencio algo incómodo. Casi hora y media tardaron en llegar a los límites de la reserva. Liam, nervioso por conocer a la familia de su madre, sólo podía mirar por la ventanilla del coche patrulla del sheriff Swan, mientras miraba el paisaje boscoso de la zona y las grises nubes que, seguramente, desencadenarían en una fuerte lluvia. Le recordaba mucho donde se había criado, las altas tierras de Escocia.

Faltaban unos minutos para el medio día, cuando al fin, llegaron a la casa de Billy Black, que ya les esperaba fuera, junto a dos mujeres y un grupo de los hombres jóvenes más grandes que había visto en su vida, y no es que sus tíos y primos por parte de padre eran pequeños precisamente.
Charlie se bajó primero y comenzó a sacar su equipaje con dificultad. Liam tragó saliva nervioso e inspirando profundamente para calmarse, tomó con cuidado la funda de su violín y salió del coche, poniéndose junto a Charlie.

Los quileutes le miraron asombrados, ¿ese era el hijo de Rebecca? ¿Su omega? El corazón de los lobos se apretó en sus pechos. Su omega era lo más hermoso que habían visto en toda su vida. Era bastante más pequeño que ellos, bajito y delgado, con la piel impecable de un tono dorado como la miel, el cabello de un precioso rubio, caía con gracia sobre su frente y orejas. Los labios, carnosos y de un rosa pálido eran demasiado tentadores, pero sin duda, lo que más llamaba la atención de su rostro eran sus increíbles ojos azul verdoso, que brillaban como estrellas. Sam, Paul, Jared, Brady y Collin aspiraron el aire con fuerza, captando el dulce aroma a miel que emanaba, aún de forma sutil, el cuerpo del pequeño omega y tuvieron que controlarse para no acercarse y lamer el terso cuello del adolescente.

Charlie observó esto algo incómodo, por las miradas intensas que los lobos dirigían al joven rubio.

- Billy, Rachel, Emily, chicos...les presento a Liam - dijo Charlie para romper el silencio tenso que se había instaurado y que estaba avergonzado al joven.

- Ho... Hola a todos - saludó Liam apenado por la atención que recibía.

Los lobos casi aullaron al oír la dulce voz del omega, Sam cómo alfa de la manada, se acercó ofreciendo su mano y lo jaló hacia ellos, que pronto lo rodearon, haciendo enrojecer levemente a Liam, haciéndole ver adorable.

- Yo soy Sam - se presentó el alfa sin soltar la mano del adolescente - y estos son Paul, Jared, Collin y Brady.

Los nombrados saludaron con la mano y Liam devolvió el saludo tímidamente con una sonrisa.