Demasiado rápido

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Lo tomó de la mano y él la apretó firmemente.

Ella lo dirigió entre la multitud, guiándolo escaleras arriba; de vez en vez volteaba la mirada para verlo, le sonreía, él la seguía sin quitarle la mirada más que para no tropezarse.

En el segundo piso, había unos balcones que daban al jardín, unas frondosas copas de árboles asomaban frescas por los marcos de las puertas, prometiendo intimidad.

Al salir al balcón lo primero que hizo fue respirar profundo, cómo si hubiera respirado por primera vez desde que se encontró con su danzante compañera. Se abotonó la camisa, y ella cruzó los brazos, hacía una ligera brisa fría.

Un plácido silencio se apoderó de ellos; ella miraba las copas de los árboles, tenía una confiada sonrisa dibujada en el rostro, de quien espera sin prisa a que sucedan las cosas.

No se sentía obligado a hablar, pero de alguna forma sabía que si rompía el silencio tampoco habría problema. 

Libre. A su lado se sentía ligero y libre.

La miraba atentamente, ella con un gesto delicado se colocó el cabello tras la oreja, no podía creer todavía lo que pasaba entre ellos, la veía hermosa, vibrante. 

De manera natural, el silencio desapareció, hablaron del clima y de los lugares que habían visitado.

Ya le había dado su confianza, lo demás eran pormenores, todo fluía como el cause de un río.

—Tengo veintiséis años.

—Yo tengo treinta y uno. Soy más grande que tú.

—¿Y eso qué? No es importante.

Ella sonrió complacida.

—¿Seguro? Tampoco creo que sea importante, creo que la madurez viene de las vivencias y no de la edad. Y creo que la personalidad se forja de la misma manera. Uno nunca puede saber con que clase de persona se topa en la vida, pero en nuestro caso parece que somos bastante afines.

Él le sonrió de lado, al grano, directa, eso le gustaba, iba tan en serio como él mismo.

—Me haz arrancado las palabras de la boca, lo somos. La edad es lo de menos. Me gustaría que esto no se quedara solo en esta fiesta, quisiera que saliéramos.

—Tampoco me gustaría que esto sólo se quedara en estas paredes un par de horas.— dijo negando con la cabeza y sonriendo honestamente.— Para nada.

Lo miró directamente a los ojos.

Eso lo tranquilizó, aunque ya le había preguntado si estaba soltera, no podía pasar por alto el par de fulminantes miradas de Roronoa-ya que lo habían inquietado un poco.

Y el incidente del baño era el que realmente le había incomodado.

No sabía si habían no notado que estaba ahí o lo decían a propósito en su presencia, pero mientras estaban el baño, sin dirigirse a él, Zoro-ya había dicho en voz alta (lo suficiente para que lo escuchara) que Robin no tomaba a los hombres en serio, solo jugaba un rato con ellos y ya, que las relaciones no eran lo suyo; Ussop-ya, el interlocutor del peliverde, por el contrario afirmó que Robin tenía un gran corazón y que seguramente solo necesitaba encontrar al hombre adecuado para dejar de lado sus defensas, además mostró su sorpresa al verla con tanta libertad con el médico, pero al ser el cirujano que había salvado a Luffy le inspiraba la confianza suficiente para que su amiga estuviera con él. Zoro-ya por el contrario seguía algo rejego, el chico de pelo verde parecía incómodo con que él y Nico-ya se acoplaran bien.

Se sorprendió al escuchar que estaban hablando de él.

Se estaba lavando las manos mientras escuchaba todo lo que decían. Se preguntó qué clase de relación había entre Nico-ya y Roronoa-ya; finalmente él había insistido mucho en qué no era novio de la cumpleañera pero tampoco parecía serlo de Nico-ya, tal vez estaba celoso, quizá también le gustaba ella o tal vez habían salido, o lo seguían haciendo.

Por eso le había preguntado de manera directa, si había habido algo entre ellos dos, ¿qué tal que estaba cediendo demasiado, entregando el corazón demasiado rápido sin ninguna garantía? Porque sentía que ya se lo habían robado sin habérselo propuesto.

Había llegado a esta fiesta, de improviso, sin plan alguno, y ahora estaba ahí prendido de una espectacular mujer.

—¿Te preocupa algo?—la suave voz de Nico-ya lo regresó al balcón de nuevo, con las dudas disipadas totalmente.

—Ya no.—le dijo negando con la cabeza.

Ella asintió, con un gesto confundido en su rostro.

Se sentía demasiado atraído hacia ella, no creía en el amor a primera vista, pero había algo en toda la situación que era un asunto especial, una oportunidad que no debía dejar ir, algo en su instinto se lo decía.

Miró a su compañera con intensidad, ella le sostenía la mirada y le sonrió de nuevo. No tenía porque dudar más se repitió, así pues, se jugó todas las cartas.

—Entonces...—se deslizó ágilmente hasta ella acorralándola entre sus brazos estirados en una esquina del balcón.— ¿puedo hacer esto?—preguntó por lo bajo, con un tono sensual en las palabras.

Ella pareció sorprendida pero recuperándose rápidamente mantuvo la compostura. La distancia entre ellos se había reducido drásticamente.

Frente a frente se retaban con la mirada y con sonrisas coquetas. En respuesta a su pregunta Robin levantó los brazos y los posó sobre sus hombros.

—Puedes.— afirmó con un tono sensual, como si ya supiera sus intenciones.

Con un movimiento suave inclinó su rostro, rozó la nariz de ella con la suya, humedeció sus labios y la besó.

El beso fue correspondido empezando con movimientos suaves y lentos.

Ella jugueteó con su cabello metiendo los dedos de una mano entre las hebras negras de su pelo, la otra la colocó en su cuello ejerciendo una leve presión para acercarlo más hacia si misma, Law la tomó por la cintura con un brazo y con el otro le aprisionó la espalda.

El beso se volvió más intenso, más demandante.

Su par de pechos suaves se apretaron sobre sus pectorales y él con una rodilla le separó las piernas, metiendo su muslo entre los de Robin, dejando que recargara la entre pierna en él.

Sentirla tan cerca fue como una explosión.

Sintió como su cuerpo se excitaba al sentir sus senos suaves y sus muslos firmes.

Tal vez esto le faltaba a su vida.

Este giro; ella en una fiesta, su sonrisa después de la tragedia.

Ella.

Nico Robin-ya.

Abrir con Bisturí una FlorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora