En sol entraba reflectante en la recámara, Gustavo se despertó algo aturdido hasta que sintió un cálido cuerpo desnudo cuya pierna estaba entrelazada con la de él.
Había sido una noche salvaje con el hombre que yacía a su lado, —Mmmmm, ¿te irás?, la voz rasposa y algo adormilada de su compañero llamó la atención de Gustavo quien se dirigió al baño para orinar.
—Debo llegar al trabajo pues tengo citas importantes.
El hombre de la cama se recostó de lado, apoyando la cabeza con la mano.
—¿Te veré pronto?, el temor en la voz del hombre fue gratificante para Gustavo quien volteó sobre su hombro, —lo siento cariño, no repito.
Bruno se sirvió una taza de café mientras Gustavo comía feliz unos hot cakes, —así que dejaste a otro infeliz tirado.
Gustavo se limpió la boca con la servilleta que tenía en el regazo, —sabes que aún no hay un tipo que merezca mi tiempo y atención.
Bruno asentó su taza, —más bien no ha salido alguien que llame tu atención, Gustavo untó con mantequilla al hot cake, —como sea no me interesa atarme a alguien por ahora.
—A mí lo que me sorprende es la facilidad con la que los tipos admiten que no vuelvan a visitar tu cama.
Gustavo con su forma amanerada cruzó la pierna, —eso es porque saben que el solo hecho de que yo pueda siquiera saludarlos es más que suficiente.
Gustavo sonrió, —admito que eres un cabrón hijo de puta suertudo.
—Shhh, dijo juguetón Gustavo, ese es mi secreto.
—Bueno su majestad, gracias por el divino honor de su presencia, la mujer algo canosa y pasadita de peso depositó un suave beso en la mejilla de su hijo.
—Mamá no seas así, Gustavo abrazó a la mujer.
—Es que desde que vives en la zona "nice" de la ciudad, pues como que te avergüenzas de pasarte por aquí.
Gustavo suspiró algo cansado, —sabes que estoy muy ocupado y que de ese trabajo sale para pagar tus gastos.
La mujer se detuvo, —alto ahí Gustavo sabes muy bien que yo puedo mantenerme con la pensión que me dejó tu padre.
Gustavo se sentía culpable, —lo sé ma' pero lo único que quiero es que vivas bien, lo siento.
Gustavo tuvo la decencia de parecer arrepentido, cosa que su madre no se creyó.
—Lo sé, pero no me gusta que seas tan pendejo y me eches las cosas en cara, porque si por alguien aprendiste a trabajar fue por mí.
Gustavo amaba a su madre, pero la mujer era demasiado ruda para decirle las cosas de frente.
—Está bien mamá perdóname, Carolina sonrió y le dio un beso a su hijo, —sabes que eres mi niño, y no te voy a dejar de amar, pero cuando te comportas como pendejo pues estoy ahí para decírtelo.
Gustavo suspiró, su madre era un hueso muy duro de roer.
—Ven a comer unos chilaquiles que hice hoy,
Gustavo se acercó hasta la humilde cocina la cual de inmediato lo inundó con el aroma, haciéndolo recordar cuando era un niño y su madre le llenaba el plato con gusto.
—Oye ma, y esas bolsas de compras ¿te las guardo?, Carolina volteó a ver el montoncito de bolsas que estaban en el suelo.
—Ay si mi'jito, gracias. Gustavo acomodaba las cosas en la despensa, —mamá cuando necesites algo dime, no me gusta que cargues tantas cosas tu sola, Carolina lavaba el plato mientras su hijo le ayudaba.
—No te preocupes Gus, que Kenneth me ayuda.
—¿Quién chingaos Es Kenneth?, preguntó
Gustavo más por compromiso que por verdadero interés.
—Aaaaah es el chico nuevo de la casa que cruza la calle, Gustavo en verdad no prestó algo de atención.
—Gracias hijo por tu ayuda, Carolina veía satisfecha la despensa con las compras muy bien ordenadas.
—Ma, hablan, el grito de Gustavo alertó a Carolina quien bajó rápidamente para abrir la puerta, —Hola Kenneth pasa, las voces lejanas se escuchaban haciendo que Gustavo sienta curiosidad.
—Solo pasaba para ver si se le ofrece algo doña Carito, la pareja se quedó en la puerta hasta que Carolina insistió en invitar a pasar al joven.
—Pasa hijo, quiero que conozcas a mi hijo Gustavo, de quien ya te hablé, los pasos le indicaron a Gustavo que su madre se acercaba con quien sea que fuere y era inminente que lo conocería quiera o no.
Así que suspiró y puso su porte más diplomático y su sonrisa más falsamente amigable.
—Gus, hijo mira te presento a Kenneth, Gustavo se dio la vuelta para levantarse y saludar a...
¿Un niño?, Gustavo arrogante sonrió, —mucho gusto, Kenneth miró fríamente a Gustavo quien de inmediato captó que el jovenzuelo era gay y su gaydar nunca fallaba.
—El gusto es mío, dijo Kenneth sin verse afectado por aquel hermoso dios viviente, y eso descolocó de manera asombrosa a Gustavo quien siempre era abordado por hombres y mujeres, sean estos atractivos o no.
Carolina ajena a la situación de su hijo tomó del brazo a Kenneth para llevarlo hasta la cocina, —dices que vas al centro comercial ¿verdad?,
Kenneth sonrió con ternura a la mujer, —sí doña Carito, Kenneth era todo sonrisas para su vecina,
—Entonces te encargo dos de esos panecitos de chocolate su madre hablaba con alegría al chico, mientras Gus se sentía atravesado por la fría antipatía del joven nada agraciado.
Un simple delgaducho cuatro ojos estudiante de jardín de niños según el juicio de Gustavo.
—Bueno Gustavo es un gusto, Kenneth se despidió de forma educada, pero era obvio que no le agradaba ver al hijo de su vecina, Gustavo queriendo pavonearse y llamar la atención del joven se levantó irguiéndose en toda su poderosa plenitud, —voy de salida, si quieres te alcanzo hasta el centro comercial, Carolina miraba algo decepcionada a su hijo que de pronto anunció que se retiraba.
Kenneth notó la tristeza en los ojos de la agradable mujer, —no gracias, prefiero caminar, mejor disfruta a tu mami que te ha extrañado mucho, Kenneth se dio la vuelta para despedirse de doña Carolina, —no se te olvide mi pedido Kenneth, yo preparo atolito para que tomemos, Kenneth dio un suave beso a la mujer y ni siquiera volteo a ver a Gustavo quien lo miraba extrañado.
—Kenneth es muy amable, dijo Carolina mientras cerraba la puerta.
—Mamá ¿cuánto hace que conoces a ese escuincle?, Carolina rió ante la exageración de su hijo, —Kenneth es el nieto de la finada de doña
Luisita, él se quedó con la casa y vive desde hace dos meses ahí.
—No me importa si es el hijo del jeque de Dubai, solo no tengas tanta confianza.
Carolina estaba un poco molesta por la actitud de su hijo, —mira Gustavo, Kenneth me ha ayudado en todo el tiempo que tú no has estado por aquí así que si yo me siento a gusto con él no veo el problema pues tu casi no vienes, Gustavo giró los ojos, era hora de irse antes de otra letanía por parte de su madre.
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No eres tan guapo
RomanceVengo a desmentir todas las terribles historias de amor gay que nos han sembrado en la cabeza. Nada como fantasear con dos tipos súper guapos creados para ser hermosos y coger con otros hombres iguales de hermosos. pero en la vida real nada es así...