Alianza infernal

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Kenneth parpadeó al escuchar la proposición, no ser reportado a cambio de salir con ese tipo...

Kenneth sonrió con agradecimiento, y de la forma más seductora que pudo se acercó hasta quedar al nivel de la oreja de Gustavo, quien tenía la sonrisa mas pendeja de alguien que se creía tenerlo agarrado por las pelotas.

—"Gracias Gustavo, pero puedes irte a la chingada y con gusto reportame que yo te denunciaré por acoso".

Gustavo no podía creer cuando el arrogante mocoso se alejó y le sonrió con altivez.

Su plan le había explotado en la cara, ese pendejito no tenía miedo de perder su trabajo, y peor aún, él había terminado amenazado.

Furioso por lo sucedido Gustavo ni siquiera consumió, se retiró del lugar con los pedazos de su dignidad amontonados entre las pelotas.

Algo debía ocurrírsele, algo debería de funcionar con ese alien disfrazado de humano.

—¿Te vio Raúl en el bar?, Bruno se servía un vaso con agua mientras Gustavo terminaba de arreglar unas citas con dos diseñadores para sus clientes, —¿quién es Raúl?, Bruno sonrió satisfecho, Raúl es el compañero del chico que conoce a tu madre, o sea de mi cheque por siete mil pesos, Gustavo se notaba molesto.

—Fui a ver al pendejo ese y ni siquiera me peló,

Bruno abrió los ojos desmesuradamente al escuchar la noticia de su amigo, A— ver, el vecino de tu madre, ese muchachito pobre, ¿no se ha fijado en ti?.

Gustavo molesto negó con la cabeza, —ni siquiera pude hacerle una invitación para salir.

Bruno soltó una sonora carcajada. Se estaba permitiendo disfrutar de sus cinco minutos de triunfo, pues nunca en el tiempo que llevaba de conocer a Gustavo, se le había escapado a este una sola conquista. Era una situación sin precedente.

—¿Y qué piensas hacer entonces?.

Gustavo se rascó la barba, la verdad no lo sé.

Dos días después de su desencuentro con Kenneth, Gustavo se encontraba molesto, los días pasaban y no lograba su objetivo.

En esos dos días había ido al restaurante bar en donde trabajaba Kenneth, solo para encontrar que el chico no estaba laborando.

Según le había informado Raúl quien ahora parecía ser el polvo fijo de Bruno, Kenneth había pedido permiso para ausentarse por el período de exámenes.

Era hora de que Gustavo use el plan más bajo que tenía... Su madre.

Gustavo pasó al supermercado para comprar algunos productos que sabía que a su madre le gustaban.

—¡Mi'jo que bueno verte!, Carolina dio un sonoro beso a Gustavo, quien sabía de la marca de labial que su madre había dejado en su mejilla derecha.

—Hola ma' pasaba por aquí y pensé en traerte algunas cosas.

El rostro feliz de la mujer era innegable.

—¡Mira cuantas cosas Gus!, la verdad no te hubieras molestado hijo, además de que son muy caras.

La mujer invitó a su hijo a pasar y lo llevó hasta la cocina en donde puso la cafetera a funcionar.

—Voy a hacer cafecito, espero te quedes a cenar y que no te moleste que invité al nieto de la finadita doña Luisita, Gustavo mentalmente se relamió los labios, —ah, ese agradable muchacho.

Carolina levantó la mirada con suspicacia, mientras colocaba los manteles de cocina.

—De casualidad hace unos días Bruno me llevó a comer a un restaurante del centro, solo para llevarme la sorpresa de que ahí trabaja el chamaco, Gustavo trataba de sonar casual, cosa que estaba logrando.

—Ay sí mi'jito, el pobre muchachito llevó una vida muy dura mientras vivía en su pueblo y ahora tiene que estudiar y trabajar. Es más, ni novia tiene.

Carolina inocente comentaba esos detalles con su hijo, quien no dejaba escapar datos tan interesantes y útiles para su propósito.

—¿Sabes ma'?, creo invitaré al muchacho a salir, ahora que venga a tomar café.

Carolina abrazó agradecida a su hijo, —ese detalle le hará bien a Kenny, ¡ay hijo!, que considerado eres, ahora mismo le llamo para que venga a cenar y tu lo invites.

Gustavo previniendo que Kenneth le rechace al saber que está de visita apretó más la tuerca... -a lo mejor por lo cansado que esta no va a querer venir, pero insistele ma'. Carolina dio un beso a su "bienintencionado" hijo,— tienes razón mi amor le voy a insistir. Carolina levantó el teléfono y con rapidez marcó el ya tan familiar número.

Gustavo solamente como un diabólico espectador observó la pelota rodar.

Kenneth estudiaba para el pesado examen que tendría lugar al día siguiente, ese sería su último examen y las demás materias evaluarían con proyectos, muchos de las cuales ya había avanzado.

Casi grita cuando su teléfono sonó, solo para ver el número de su vecina doña Carito en la pantalla.

—Buenas noches doña Carito, muy bien, gracias, ay qué amable, ¿tomar café y comer un pedazo de pay?, claro y muchas gracias.

Kenneth sonrió agradecido recordando que su vecina estaba al otro lado de la calle.

En tan corto tiempo la mujer había logrado ocupar un lugar importante en su vida.

Así que miró la hora en su modesto celular y se levantó, procuró cambiarse la camisa, no quería parecer un nerd, más de lo que ya se sentía.

Al abrir la puerta para cruzar la calle vio estacionado el bonito auto deportivo del hijo de doña Carito, Kenneth casi se da la vuelta para refugiarse en su casa y llamar a su amable vecina diciéndole que era alérgico a animales estúpidos, pero consideró que ofender a los animales era algo bizarro, no le quedó de otra, así que con paso firme llegó hasta la puerta y tocó.

Tenía un plan en caso de que las cosas se pongan tensas así que esperaba usarlo de ser necesario.

—Hola Kenneth, la mirada depredadora y el timbre grave y algo afeminado hizo a Kenneth levantar la mirada, pues el maldito hombre era casi ochenta metros más alto que él, mientras Gustavo era todo sonrisas.

—Buenas tardes, la parca respuesta solo hizo sonreír a Gustavo quien se hizo a un lado para dejar entrar al invitado de su madre.

—Bienvenido, pasa, mi madre está esperándote en la cocina. Kenneth entró caminando hasta llegar a la consabida cocina, saludó a la mujer con extremo cariño.

—Que bueno que saliste un ratito mi niño, la mujer le indicó a Kenneth que ocupe una silla mientras Gustavo divertido lo miraba.

Su sexto sentido le hacía olfatear el miedo... Su presa tenía miedo y el miedo olía simple e inocente, ¡ah y al café de su madre!.

—¿Qué tal van los exámenes?, Carolina rebanó un pedazo del costoso pay y le sirvió una porción grande a Kenneth y otra igual a su hijo.

—Bien, gracias ya mañana presento el último examen y solamente hará falta que yo entregue unos proyectos con las otras materias.

Kenneth trataba de hablar con normalidad, como si Gustavo no estuviera ahí.

Carolina acarició la mejilla de Kenneth con un incómodo cariño que hizo sentir infantilmente celoso a Gustavo, —mira nada más el aspecto cansado que tienes, mi muchachito. Kenneth se sonrojó, esa acción extrañamente le gustó a Gustavo, quien por lo general no encontraba en

Kenneth atributo que llame su atención.

—Te invito al cine Kenneth. Gustavo transpiraba hasta por la vesícula, esperando que su invitación sea bien recibida.

Carolina inocentemente emocionada animó a su joven vecino para que aceptara la invitación de un mañoso Gustavo, mientras Kenneth lanzaba una mirada

fulminante a Gustavo, —es una magnífica idea hijo, Carito observaba a Kenneth.

—Tengo mucho trabajo todavía y estoy en medio de mis exámenes finales.

Kenneth quería decirle que aceptaría el 36 de julio del año 1995, pero optó por callarse.

No eres tan guapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora