Sí, soy un hedonista

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—Hoy es día de antro mamá, la voz grave de Gustavo Monforte sonaba desde el interior de la ordenada oficina.
—Sabes que no tengo intenciones de tener pareja.
Gustavo siguió hablando un buen rato por teléfono hasta que decidió que era suficiente.
—Sino viajo el fin de semana te visitaré mamá. Yo también te amo.

—¿Otra vez tu madre intentando que su dulce hijo gay se case?.
La mirada de Gustavo se fijó en su amigo Bruno, quien observaba todo apoyado desde el marco de la puerta.

—Mi madre dice que ser tan hedonista es malo y que un día terminaré con un tipo nada lindo, Gustavo tocó madera de manera dramática, —espero que eso nunca suceda.

Bruno se rió de la acción de su amigo. Aún recuerdo cuando aquel pasivo de la prepa te buscaba, la cara de asco de Gustavo hizo reír aún mas a su amigo.

—¡Callate!, el tipo era un gordito lleno de granos y olía mal.

Gustavo se caracterizaba por lo superficial de su personalidad.
Él muy bastardo sabía que era muy guapo y masculino. El mismo decía haber sido besado por el dios gay de la belleza y su impactante aspecto físico no dejaba duda alguna.
Moreno con fuertes rasgos masculinos.
Ojos color oliva con betas grises y doradas, bastante penetrantes, una altura de un metro noventa y una alucinante carrera como asesor de imagen. Su especialidad... Gente de la política.
Lo cual lo conectaba en la cima de la crema y nata de la sociedad.
Las mujeres lo buscaban con insistencia y muchos hombres también.
Aunque amaba una buena polla, pues era gay. Causando una enorme decepción en las esposas de diputados y otros altos políticos.
De carácter elitista y llevadero Gustavo no se dejaba impresionar o intimidar fácilmente.

—Eres un cabrón cruel, supe que aquel muchacho es ahora gerente de no recuerdo donde, Gustavo revisaba su agenda sin darle mucha atención a su amigo.

—Pues como sea no quiero seguir hablando de él. Y por cierto avisale a Nadia que venga, necesito corroborar unas citas.

Bruño sonrió socarronamente, —como tu digas, jefe.

Nadia entró con una gruesa agenda idéntica a la de Gustavo, —señor Monforte aquí están las citas para la semana que viene.

Gustavo abrió la agenda mientras se acomodaba.
—El día seis tiene tres citas, la primera en el club palomas a las ocho de la mañana con el senador Castro y su esposa, Gustavo corroboraba que su lista sea igual a la de su asistente, —bien, luego que otra cita tengo.
Nadia siguió con su lista hasta completar toda la semana tal como le había pedido su jefe.

—Entonces esa semana estaré bastante ocupado, dijo Gustavo satisfecho.

—Sí señor, tiene varias reuniones, dos viajes cortos y tres desayunos.

—El cliente mas pesado es el congresista Marines, El congresista Marines es muy estricto con la hora de llegada a sus citas señor y es muy exigente con el trato.
Gustavo cerrababa su agenda y se colocaba el saco listo para irse, —no existe hombre hetero o gay que se me resista, Gustavo le dio un guiño provocador a Nadia, haciendo que esta casi grite y se sonroje.
—Usted es muy competente dijo Nadia, por demás emocionada.

—Te veo en el club para planear el fin de semana dijo Gustavo hablando por su caro teléfono celular mientras abría la puerta de su lujoso departamento ubicado en una de las zonas mas exclusivas de la ciudad.

Al entrar al hermoso lugar gustavo se dirigió hasta su habitación, ahí dejó su abrigo, su maletín y se desvistió listo para darse un baño y prepararse.
Era viernes y se merecía un descanso pues los sábados no asistía temprano a la oficina.

Con el cuerpo húmedo y una toalla enrollada en la cintura, Gustavo se dirigió hasta su muy bien equipado closet el cual era tan grande como una habitación.
Saco un par de pantalones de Mezclilla de la mejor calidad y una camisa de fino tejido la cual se adaptaba muy bien a su musculoso y bien formado cuerpo.

Tomó una bufanda, algo de colonia y varios paquetes de lubricantes y condones. Estaba listo para la cacería aunque él sabía que era un eufemismo por decir algo, pues los hombres iban detrás de él, suplicando por un poco de atención y solamente se iba con él aquel a quien Gustavo considerase mas atractivo. Pero aún así no dejaban de hacer su luchita, con la esperanza de obtener aunque sea un poco de su tiempo.

Sacando esta vez su lujoso auto Convertible, Gustavo se dirigió hasta el club de moda en donde se reunían las personalidades mas extravagantes, más cotizadas y las socialités.

—Gustavo, como siempre es un gusto verte, dijo una hermosa mujer de cabello largo y negro, que iba enfundada en un seductor vestido corto cuyo único trabajo parecía ser atraer miradas en zonas muy especificas de la anatomía.

—Señora Gastelum, Gustavo saludó al estilo europeo a la mujer que complacida sonrió mientras su séquito de seguidores saludaron igual a Gustavo.

—¿Has venido a desestresarte?, dijo la mujer mientras se colgaba del brazo de Gustavo, gesto que era mas de complicidad, como si la mujer necesitara hablar en privado con aquel.

—Así es señora Gastelum, la mujer sonrió amable, —te he dicho miles de veces que puedes llarme Ines.
Gustavo sonrió con cortesía, —usted es la próxima primera dama y no podría hacer algo como eso.

Ines dio una pequeña palmada al musculoso brazo de Gustavo, —agradezco toda tu ayuda para pulir mi imagen, la pereja caminaba lánguidamente por el interior del club, seguidos de cerca por los seguidores y guardaespaldas de la mujer.

—No tiene algo que agradecer, usted ya es de por sí una experta en etiqueta y buen gusto, dijo satisfecho Gustavo.

—Bueno gracias una vez más, tan contenta he quedado que...
La mujer se pasó las cuidadas manos por el largo cabello, acomodándolo en sus hombros, —le he dado tu número a mi hermano menor, él quiere que tu también le asesores, Inés guiñó el ojo pícaro a Gustavo, quien sonrió de lado.

—será un placer ayudarle en lo que sea que necesite.
La voz seductora y masculina de Gustavo sonó en el oído de la hermosa mujer, mientras esta se despedía de él.

Eran comunes estas propuestas en su medio. El podía enumerar cuantos socilités eran gays o bisexuales y lo mantenían en secreto, solamente dejándose llevar teniendo a ese delicioso hombre junto a ellos.
Eso le valía a Gustavo mucha clientela y redundaba en una buena cantidad de dinero y viajes proporcionados por hombres que una vez en sus camas lo trataban como rey.

Y Gustavo amaba sentirse el centro de atención.


No eres tan guapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora