Aquí aparezco yo.

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La semana de trabajo extenso llegó tan rápido, que a Gustavo realmente se le hizo que su fin de semana solamente había sido de dos horas.

—Gustavo, buenos días... El club palomas estaba algo vacío cosa que Gustavo agradeció pues quería terminar pronto con su primera cita y con las demás que seguirían, para poder refugiarse en su casa y dormir un año aproximadamente.

Pero eso era imposible, pues su agenda estaba llena para los próximos tres meses. Así que esa época de bonanza debía ser aprovechada.

—Nadia por favor llama a la sastrería de Pietro Manelli y dile que los trajes que he encargado para mis clientes deben estar listos antes de fin de mes.

La agradable asistente tomaba nota de cada indicación, asintiendo, —ahora mismo le llamo, Nadia salió de la oficina dejando a Gustavo solo.

—Bruno, tienes un minuto, Gustavo llamó a su mejor amigo, —bien te espero.

Mientras esperaba que Bruno aparezca, Gustavo optó por revisar las agendas de sus muy importantes clientes. Tan concentrado estaba

que no se fijó que entró Bruno y casi salta de su asiento cuando este juguetonamente tocó con los nudillos la superficie de su escritorio.

—¡Oye pendejo me vas a matar de un susto!, Gustavo trataba de verse lo menos tonto por haber sido pillado desprevenido.

Bruno soltó una carcajada, —si yo te matara, ¿sabes la cantidad de hombres que me lo agradecerían?.

Gustavo vio algo molesto a Bruno.

—No le veo la gracia, dijo se forma seca.

—Ya, hombre, ya... Mejor vamos a tomar unas cervezas, hay un bar muy padre algo lejos de aquí, me lo mostró uno de mis clientes.

—¿Algo lejos?, Gustavo había retomado su tarea de revisar las agendas y a penas levantó la mirada para mostrar interés.

—Está por la zona del centro, Gustavo hizo una mueca de desagrado al escuchar la ubicación del lugar, como si le dijeran que era en el basurero de la ciudad, —esa zona es de clase obrera Bruno, que tal si nos asaltan por ahí.

Bruno se recargó en la silla y cruzó la pierna de forma relajada, —o nos violan, ¿no?, dijo Bruno con mucho humor sin verse afectado por el sarcástico comentario.

—Vamos Gus, tu no naciste en cuna de oro, así que no me salgas con mamadas.

Gustavo fulminó con la mirada a Bruno. —Está bien, vamos a ese lugar.

Gustavo entró al sencillo bar. Sorprendido de ver que el lugar estaba limpio y la gente parecía no prestar atención, bueno salvo algunas miradas que se lo comieron con los ojos.

Bruno lo guió hasta llegar a una pequeña mesita redonda con dos sillas, en la parte más apartada del bar.

El teléfono de Gustavo sonó, —Bueno, señora Gastelum, la ceja de Bruno se levantó con suspicacia al escuchar quien hablaba con su amigo, —¡ahh claro!, la cita con su hermano, ¿le parece pasado mañana a las diez?, ¡perfecto! Y muchas gracias.

—¿La futura primera dama te acaba de hablar?, Bruno miraba curioso a su amigo quien paseaba su mirada en todo el lugar.

—Quiere que atienda a su hermano que acaba de llegar del extranjero para la toma de protesta de su cuñado.

En ese preciso instante un delgado joven los atendió, —buenas tardes, ¿les puedo ofrecer unas bebidas mientras ordenan?, Bruno agradeció y Gustavo levantó la mirada para encontrarse con un rostro desagradablemente familiar.

—Eres el vecino de mi madre, el joven mesero ni siquiera se inmutó o se molestó en responder a Gustavo, —les daré unos minutos para que echen un vistazo al menú, en un momento regreso para tomar sus pedidos, el muchacho se dio media vuelta y se alejó dejando a un muy molesto Gustavo a merced de las críticas de Bruno.

—¿Se te escapó un chiquillo simple al cual conoces de la visita que hiciste a tu madre este fin de semana?, Bruno ocultaba su extensa sonrisa detrás del menú.

—¡Ay, ni me digas!, es solo un gatito muy común, y ¡carajo! ¿te alcanzó toda esa pregunta en el cerebro?, Gustavo miraba de soslayo al muchacho que se alejaba con un porte informal, mientras Bruno observaba divertido la actitud de su amigo.

Para sorpresa de la pareja fue otro mesero quien regresó y tomó las órdenes. Bruno para hostigar a su amigo tuvo el descaro de preguntar qué había sucedido con el anterior mesero, —Ah, Kenny se acaba de ir a clases, el joven amable sonreía en exceso a Gustavo, —¿les trató mal?,

preguntó el joven algo extrañado, Bruno reía entre dientes, él no iba a dejar pasar un momento para molestar a su elitista amigo.

—No, para nada, de hecho fue muy amable, tan amable que mi amigo, Bruno señaló a Gustavo quien lo volteó a ver sorprendido, —quisiera saber su número telefónico, —¡Bruno! Gritó Gustavo. El joven sonrió de lado y asintió con complicidad a Bruno y de inmediato anotó el número para dárselo a Gustavo quien de mala gana lo tomó, el joven le dio a Bruno su número mientras le guiñaba el ojo con coquetería a Gustavo, —tienes suerte si Kenny te hace caso, el muchacho se retiró con las dos órdenes moviendo las caderas un poco escandalosamente.

—Así que tienes un chico que no cumple tus estándares el cual es inmune a tus encantos, Gustavo molesto por el mordaz comentario cruzó

los brazos y extendió las piernas, —todavía no nace el hombre que no se quiera acostar conmigo, Bruno apoyó los dos codos en la mesa y asentó su barbilla entre las manos, ¡ahí estaba la oportunidad que quería!, —te apuesto siete mil pesos a que no conquistas a ese hombre, Gustavo levantó la ceja con suspicacia, —¿en serio Bruno quieres perder dinero?, Bruno asintió confiado, —¿por qué no? Tú no perderías algo con esa apuesta, aunque creo que yo ganaría un dinero extra, Gustavo elevó una esquina de sus carnosos labios, —en ese caso, prepárate para perder dinero, Bruno extendió su mano para cerrar el "trato".

—Tienes una semana, Gustavo sonrió socarronamente, —lo puedo hacer por menos, pero acepto el tiempo acordado.

Ambos hombres se dieron la mano, en una semana en este mismo lugar veremos quién es el verdadero ganador, mientras yo, Bruno dio un beso al papel que le dio el mesero, voy a disfrutar de mi premio de consolación.

Gustavo miraba confiado a su amigo, con quien hacía años no jugaba una apuesta, así que ahora ese simple hombre valía su reputación y lo cual haría de él un hombre irresistible y de paso le enseñaría al mocoso quién era él.

No eres tan guapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora