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Habían pasado ya un día de que me dijera su secreto, debía guardarlo y ocultarlo, a nadie se lo diría. No entendía porque me importaba tanto.

Paseaba por lo pasillos como de costumbre y llegué al mismo pasillo en el que encontré al niño, lo único diferente es que había escuchado otra voz a parte que la del chico.

—No puedes jugar aquí.

—Pero yo quiero jugar.

—No puedes, estás loco, no puedes sentarte solo aquí y jugar con algo que no existe.

—Cállate.

Me escondí detrás de la pared escuchando su plática, al parecer era una enfermera de aquí, pero...¿Por qué no dejan al niño jugar en paz? No lastimaba a nadie, ni siquiera a él mismo.

—Te administraremos más medicamento, necesitamos hacer que dejes de ver cosas que no existen ¿¡Oíste!?

—¡Déjame! ¡Solo vete! ¡Quiero estar solo!

Escuchar todo eso solo me ponía cada ves más furioso, ¿Cómo se atrevían a pedirle que dejara de ver cosas que no están ahí? Si ella estuviera loca como nosotros no diría lo mismo, le tendrían que medicar para tenerla drogada y sedada, pero no le importaba que las demás personas pasarán un infierno, al fin y al cabo, era una puta zorra, todo el edificio completo sabía que se acostaba con el director de aquí, al igual que las demás.

—Si te sigues comportando así, te llevaremos a la habitación de aislamiento para monitorear tu estado por una semana.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡Por favor, ahí no! ¡No quiero!

Mi sangre ya estaba hirviendo, mi cara estaba roja del enojo, mis puños se apretaron hasta quedar blancos y mis venas se marcaron como nunca. Decidí intervenir.

—Disculpe

—¿Eh? Ah, si, ¿Qué quieres?— pregunto sin interés.

—¿Podría dejar al niño ahí?

—no puedo, recibí órdenes de que le hace mal estar aquí todo el tiempo, jugando con....nada y estando solo.

—Yo venía a jugar con él, solo me demoré, si me dejara jugar....— Dios ¿Qué estaba diciendo? ¿Jugar con un niño? ¿Yo?

—¿Qué? ¿Tú juegas con él? Mmmm de acuerdo, pero no hagan algo extraño o intenten huir

—si, de acuerdo, gracias, hasta luego— me acerque al niño y al ver cómo estaba hecho bolita, y con sus ojos llorosos pensé que se veía adorable, se veía igual que....un bebé.— no llores, ya se fue, no tienes porque llorar.

—No quiero la habitación de aislamiento, no quiero, no quiero, no quiero— siguió repitiendo.

~Daddy, Daddy, we're crazy~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora