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—cariño, tienes que prometer que no se lo darás a nadie y lo guardarás sin sacarlo nunca hasta que yo te diga, ¿Esta bien?— explico su papi, dándole una pequeña inyección con un líquido transparente que había conseguido.

—¿Qué es esto papi?

—es anestesia.

—¿Qué es....anestesia?

—Es para dormir por unos minutos, mi cielo— lo cargo en sus piernas y acarició su espalda.

—Esta bien, papi, pero si me prometes algo.

—¿Qué cosa, amor?

—Tienes que seguirme hasta un lugar secreto que uno de mis amigos me enseñó.

—oh, claro que sí, bebé. Ahora, toma esto y guárdalo muy bien— le entrego la bolsita con la inyección y su bebé fue corriendo hasta su almohada la abrió por dentro cuidadosamente y lo metió después la abrazo con todas sus fuerzas y se la llevó con él.

Sin decir nada, jalo a su papi de la mano y después lo guió a una puerta no tan lejana donde al abrirla se encontraron con una salida, pero solo que una salida a ver los demás edificios, pues estaban en la cima de uno, y su pequeño acababa de encontrar la puerta para salir a ver el exterior de nuevo.

Cargo a su bebito y lo lleno de besos, haciendo que su pequeño no parará de reír a carcajadas.

—Mi precioso niño, ¿Cómo encontraste esto?

—Mi amigo lo hizo, papi— se abrazo al cuello de su papi con muchas fuerzas y cerro los ojos. Un momento de paz y tranquilidad para su bebé.

— Deberías de agradecerle a tu amigo, pequeño.

—Ya lo hice. Le dije que papi se pondría muy feliz al ver esto.

—aww, corazón ¿Y crees que papi está feliz?

—mucho, mucho, muchísimo.

—¡Pues si, mi bebé. Papi está feliz, y su principito tambien lo está!— se dedicó por diez minutos a lanzarlo en el aire y atraparlo.

Jugaron por algunos minutos más y admiraron la vista, después se metieron de nuevo y regresaron a sus habitaciones, no sin antes darle un beso y abrazo de despedida a su pequeño príncipe.

~Daddy, Daddy, we're crazy~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora