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-¿Crees que esté bien?- pregunto una de las enfermeras.

-Solo lo extraña, es normal, por fin había hecho un amigo, se le pasara, ya lo verás.

-No estoy tan segura. Lleva así más de medio mes, sus medicamentos ya no son suficientes para hacerlo dormir por toda la noche.

-Administrale más.

-Su sistema no lo aguantaría. Se a quejado ya varias veces de dolores fuertes estomacales y de cabeza, los doctores dicen que son por las pastillas.

-¿Cuánto dijiste que lleva asi?- la cara de la enferma estaba cambiando a una de preocupación, no sabía de la gravedad de las cosas.

-casi dos meses ¿Por qué?

-Le estamos provocando una depresión severa ¡Atención! ¡Médicos, quiero ver al paciente número 1363 con el paciente 1375 ahora!

-Pero, señorita...

-Pero nada.

-¿Qué ocurre?- pregunto otra enfermera.

-La depresión de Lowell está avanzando por nuestra culpa, al igual que la de Harvey...- miro otra pantalla, donde estaba el pequeño niño que no quería comer y tampoco dormir, no se movía casi nada durante todo el día, era como si le hubieran quitado una parte importante de su vida, sin motivo de vivir, estás muerto. Eso lo aprendieron a la mala demasiadas veces.

Los huesos del pequeño se notaban mucho más, sus mejillas se habían vuelto blancas, sin vida, sin color, sin nada, estaba vacío por dentro.

Su cuerpo se deterioro por los medicamentos y no paraba de sentirse enfermo, tampoco dormía casi nada, solo pensaba, pensaba y pensaba, se volvió una obsesión pensar en como salvar a su bebito durante esas semanas.

Pero por fin estaban delante uno del otro, observándose, esperando a que fuera real todo. A qué no fuera una de sus otras más alucinaciones, que no fuera una de esas otras pesadillas que no los dejaban dormir.

~Daddy, Daddy, we're crazy~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora