CHAPITRE 12

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Hace unos días que su habitación ahora se había tornado testigo de los constantes episodios que experimentaba ella cada noche. Eran tantos que ya no los presentía normales como cualquier mortal los soñaba. Eran insólitos y aterradores, arrebatadores de toda energía hallada en el interior de su víctima.

La intensidad en sus emociones daban a saber lo mal que la había pasado Marinette cuando la noche se había asomado hace unas largas horas. Aún no lo entendía, ni siquiera pudo hallar una pista que diera a conocer siquiera el significado de sus desveladas.

Y lo peor de todo era que, a pesar de los días, las heridas en su piel seguían ahí, pero aún no hallaba al causante de aquellas marcas. E incluso daba la sensación de sentir más de ellos a su alrededor, tal y como una clara advertencia del origen enigmático.

Estresada, somnolienta y angustiada, e incluso con escalofríos a causa de unos truenos y relámpagos que alertaron sus sentidos: dio por hecho un amanecer terrible. Ni siquiera tenía fuerzas para continuar con sus actividades en aquella mañana nublada.

Apenas y recordaba lo de aquella madrugada.

Apenas y recordaba con temor sus palabras...

[Marinette despertó propulsada hacia delante en su lecho, agitada y con lágrimas desbordantes. Se le podía apreciar tan aterrorizada hasta la médula, a la vez que su cuerpo sentía los peores escalofríos, como si hubiese estado en una pelea real del cual había terminado derrotada.

Eres mía...llegaron esas palabras a su memoria, entre muchas escenas que, por su bienestar mental, prefería dejarlas enterradas en lo más profundo de su memoria, pese a que eso no impediría olvidar lo que siente y piensa al respecto.

Todo su ser se sintió amenazado.

Al darse cuenta de que estaba descubierta, encendió aquella lámpara a su lado y miró las sábanas yacientes en la orilla de su cama, a la vez que se contemplaba  y descubría una de tantas heridas en su piel, al igual que en sus brazos y piernas. Ella tembló, incapaz de emitir nada más que solo sollozos.

Negó estremecida, cubriéndose más con sus edredones en un intento por calmarse, atrapada entre las redes de la incertidumbre.

No recordaba haber peleado contra un akuma para terminar con esas heridas... Entonces, ¿cómo se las hizo? Solo pasaban por sus recuerdos lo sucedido con su compañero de batallas; pero aquello solo fue una terrible pesadilla. Una extraña y terrible pesadilla...

Miró su reloj colgado en la pared, verificando que aún era de madrugada. Eran casi las cinco: el alba aún no había deslumbrado los cielos parisinos.

Las palabras de Chat Noir y todo lo ocurrido con él atormentaban y provocaban un estremecer del que no podría describir con palabras. Las dudas comenzaron a surgir dentro de ella, y muchas interrogantes suyas morían por ser respondidas.

"¡Mis aretes...! ¡Tikki!", reaccionó ella al recordar que, en su pesadilla, sus prodigios habían sido desintegrados, y miró a todos lados en busca de su kwami, angustiada por el estado de su amiga.

Sus heridas aún palpitaban, al igual que su corazón desbordante de miedo en sus latidos. Jamás había experimentado aquello en su vida, y el temor a lo desconocido ya estaba haciendo efecto en ella, peor de lo que se podía imaginar...]

—¡Marinette! —salió ella de trance al escuchar una voz a lo lejos; era Alya, quien llegó hasta ella de inmediato y la llevó a uno de los rincones más privados de la escuela— Escucha, seré directa, y sé que no es adecuado comentártelo, pero has estado muy extraña últimamente —aclaró la Cesaire—, y esas heridas que descubrí hace poco se veían muy sospechosas... —mencionó y, asegurándose de estar solas, miró a sus flancos antes de proseguir— ¿Qué sucede?

Dans le Noir [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora