CHAPITRE 1

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El alba ascendió en presencia de los habitantes parisinos: unos levantándose apenas viendo el claro paisaje, saludando mentalmente el inicio de lo que le depararía el resto del día; y otros pasando desapercibidos, bajo el sueño profundo de tantas labores extenuantes que el día anterior dejó.

Su greñudo cabello, las ojeras en su rostro y unos misteriosos rasguños en su cuerpo delataban el estado deplorable de la joven. Sus orbes zarcos no habían dejado de permanecer en vigilia en el resto de lo que quedaba de madrugada. Una extraña y maligna miasma le impidió dormir... o quizás sufría de insomnio. La fémina de melena obsidiana no había tenido una buena noche, de eso estaba muy segura. 

El llamado de su kwami había interrumpido el poco tiempo de sueño que tuvo, añadiendo también el fastidioso ruido de la alarma de su smartphone. No le quedó de otra que incorporarse de su cama, pese a la tentación de seguir entre sus cómodas sábanas. Debía ir a la escuela, y quedaban tan solo diez minutos para alistarse y desayunar.

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Cinco minutos antes de que la maestra Mendeleiev cruzara por ese umbral, pasó desapercibida por el extremo del aula. Ninguno de sus compañeros notó su presencia, a excepción de su mejor amiga, quien apenas la vio sentarse a su lado mostró un gesto preocupante tras percatarse de algo raro en el comportamiento de su compañera y mejor amiga.

Marinette, ¿ha pasado algo? No te veo muy animada hoy... señaló la de espejuelos negros.

No he dormido lo suficiente, es todo. respondió Marinette, y al cabo de unos segundos bostezó. Se encontraba demasiado cansada que no se molestaría en dormir en plena clase. Hasta quería volver a casa y descansar por más tiempo.

Pero se resistía a la tentación de Morfeo.

¿Y puedo saber qué ocurrió? Digo, sé que sueles llegar tarde, y pese a eso estás de buen humor. inquirió con leve preocupación. Pero esta vez te veo diferente, no sé, como si algo te inquietara.

Sí, le inquietaba algo, y mucho; pero no pensaba contárselo, no cuando Marinette tampoco tenía idea de lo que le estaba ocurriendo.

Suspiró levemente frustrada y recostó su cabeza en el pupitre, junto con ambos brazos.

No quisiera hablar de eso, Alya. Tengo la cabeza hecha un remolino.

Está bien, está bien. desistió la pelirroja, y no se lo tomó de mala manera; quizás su amiga necesitaba algo de silencio, y eso pudo comprender. Con una leve sonrisa, palmeó un par de veces la cabeza de la franco-china.

Gracias, Alya. En verdad necesito dormir un poco más.

Jajaja, Descuida, Mari. Supongo que en algún momento se te pasará el sueño y luego todo andará nor...mal... Alya se interrumpió en tono dudoso, frunció el ceño tras enterarse de que algo andaba mal, y mantuvo fijamente la mirada hacia un punto en la descubierta piel de la ojizarca. Luego, de manera inquisitoria, miró a la franco-china, quien se puso un tanto nerviosa Marinette, dime que ese corte que tienes en el brazo es solo producto de un accidente y no algo que tú te hiciste a propósito.

Marinette paseó rápidamente la mirada antes de dirigirse a la morena. Para su fortuna, nadie ha sido capaz de escuchar el mascullar de Alya, de lo contrario, hubiese llegado a ser el centro de atención. Y eso era lo que menos quería. 

Dans le Noir [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora