María no quería estrecharle la mano. De ninguna manera. Pero no le había quedado más opción.
Tocar la mano de Esteban fue como tocar fuego. Estuvo a punto de gritar cuando sintió su palma desnuda, caliente y áspera. Una corriente eléctrica le subió por el brazo y se le extendió por el cuerpo.
Y todo por tocarle la mano.
María apartó la suya al instante y se sonrojó. Su experiencia era muy limitada, pero aun así nunca había experimentado nada parecido.
-Usted gana -dijo con voz ronca, haciendo un esfuerzo por mantener un tono neutro-. Vaya por el equipo, yo desharé el equipaje.Le escuchó emitir un sonido parecido a un ronroneo de satisfacción, pero le daba miedo mirarlo a la cara por temor a lo que él pudiera leer en sus ojos. Confusión. Miedo. Deseo.
-Deme las llaves de la furgoneta.
-Está abierta -murmuró María todavía sin mirarlo.
-Son para aparcarla cuando haya bajado todo. A menos que le de miedo que se la rompa al meterla en el garaje -se burló Esteban.
Ella rebuscó en la bolsa de la cámara y le lanzó las llaves sin mirarlo. Pero a pesar de sus esfuerzos, no pudo evitar lanzarle una mirada furtiva. Se miraron a los ojos y María contuvo el aliento, incapaz de apartar la vista.
Era guapísimo. Los rayos de sol que se filtraban por las ventanas iluminaban su cabello oscuro mientras sus ojos la atravesaban.
Esteban Cortez era tremendamente masculino.
A María se le aceleró el pulso. Muchos hombres habían intentado acercarse a ella con anterioridad, pero la dejaban completamente fría. Esteban la hacía temblar de pies a cabeza.
«No me desea», se dijo con desesperación conteniendo el humillante deseo de salir huyendo. «No soy su tipo».
Pero la estaba mirando fijamente, casi con ansia. Una brisa cálida se filtró por una ventana abierta, y los mechones sueltos de su moño le rozaron la mejilla.
-Bien -dijo finalmente Esteban-. Me voy. Pero me alegro de que estés aquí, María. Estoy deseando ver qué pasa. Con todo.
Cuando se marchó fue como si se llevara el sol con él, dejándola en la fría oscuridad.
Una vez sola, María se dejó caer sobre la colcha blanca de la cama. Todavía tenía la bolsa de la cámara en el regazo. Se quedó mirando el rayo de sol que se reflejaba contra la blanca pared.
¿Cómo iba a superar aquella semana? Cada vez que Esteban la miraba se sentía débil. El mero roce de su mano le provocaba un respingo. No le extrañaba que la hubieran advertido, aunque las advertencias no habían ayudado.
Se cubrió el rostro con las manos. Tenía que calmarse. Allí donde viajaba, desde Chile hasta Chelsea, los hombres de toda edad y condición social habían considerado su soltería y su aparente libertad una razón para intentar algo con ella. Por supuesto, las horribles mentiras que Patrick contó sobre ella años atrás probablemente ayudaban a que fuera así.
Tal vez hubiera sido mejor que nunca hubiera ido a Londres a estudiar fotografía. Tras la muerte de su padre se encerró durante años en la mansión Wolfe, ocultándose como un fantasma hasta que cumplió veintidós. Si se hubiera quedado allí, no tendría que luchar tanto en el mundo exterior.
Pero sabía que no era cierto. Miró hacia la bolsa que tenía entre los brazos. Hacer fotos, ya fuera a hinchas de fútbol tras un partido en Londres o a unos cazadores persiguiendo una gacela en África, era lo único que la hacía sentirse viva. Trabajar le daba paz. Incluso alegría.
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La reina del hielo (Completa)
Fanfic¡HOLAA! Chicas, les comparto este ima, espero que les guste ♡.