VERÓNICA GOMEZ VS EVELYN HERSCHEL

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La gran concentración de magia se podía ver desde todos los rincones del imperio, pues era como un espantoso, gigantesco nubarrón oscuro que centelleaba, como si fuera una tormenta que amenazaba con arrasar todo a su paso. Fue lo primero que Raynor vio, incluso desde el centro de su habitación, no era necesario ni acercarse a la ventana. Al abrirla, se sintió asfixiado por el aura mágica que se respiraba en el aire mismo.

Sin dudar un minuto más, usó un hechizo simple para cambiarse y salió corriendo de su habitación. Estaba llegando al vestíbulo del palacio cuando escuchó un llamado desde las escaleras principales.

—¡Raynor! —La voz de Bertrand lo detuvo, bajaba corriendo los escalones—. Detente ahí un segundo.

El rubio gruñó, irritado.

—Bertrand, no tengo el tiempo ahora, hay una emergencia en la plaza...

—Es exactamente la razón por la que estoy llamándote. —Bertrand lo alcanzó en varias zancadas, tomando su brazo—. ¿Qué está ocurriendo exactamente ahí?

Sabía que, con lo obstinado que era Bertrand, insistiría en el tema, hasta sería capaz de perseguirlo. Tomando la mano de su hermano, tan solo dijo:

—Te contaré allá. No hay mucho tiempo. —Y los apareció en uno de los callejones cercano a la calamidad.

Ni bien se aparecieron, Raynor comenzó a toser. Para Bertrand solo habría mucho viento y una opresión en su cabeza totalmente tolerable, pero para Raynor, sensible al maná, el oxígeno era irrespirable, casi como estar envuelto en humo, y la presión ejercía con fuerza en todo su ser, siendo una odisea mantenerse estable. Con dificultad realizó una barrera que, a duras penas, los aisló un poco de los efectos.

Avanzaron hacia la plaza, la cual era un completo desastre en ese momento. El suelo estaba arruinado por grandes cráteres, la fuente con las estatuas de los dioses había sido destruida, el agua escapando en un chorro e inundando los alrededores. Las chispas de agua no eran capaces de alcanzar el fuego que había iniciado en algunos edificios. Y sin mencionar los cadáveres de algunos habitantes, la sangre roja tiñendo el agua que escapaba de la fuente y volvía una especie de laguna carmesí todo el lugar.

Bertrand y Raynor desviaron sus asombradas miradas a un lado de la gran plaza, donde las figuras de Deckard y Evelyn se atacaban entre sí. O más bien, era la figura de Evelyn quien usaba la magia para atacar a Deckard, quien solo podía esquivar o desviar los ataques, sin hacer movimiento para defenderse.

—¿Por qué Evelyn tiene magia? —preguntó Bertrand, confundido—. ¡Se supone que ella no podría! Así se declaró en el juicio.

—Evelyn no tiene magia, está usando el núcleo de maná de Verónica.

—¿Quién diablos es Verónica? —Bertrand volvió a ver los cuerpos de sus súbditos, asesinados sin piedad alguna por las explosiones y los ataques—. ¡Está destruyendo todo el imperio! ¿Qué demonios está pasando, Raynor? —Los ojos verdes se fijaron en Deckard—. Ese mago ni siquiera la está atacando.

—Deckard no la puede atacar ni defenderse porque hacerlo cumpliría la profecía. —Raynor hizo retroceder a Bertrand, lejos de la batalla—. Justo ahora no lo recuerdas porque se supone aún no sucedió, pero Evelyn había sido asesinada por Deckard.

—¿Qué? —Bertrand parpadeó, confundido—. ¿Cómo puede ser eso posible?

—Hay una magia muy poderosa y oscura de por medio. Alteró el tiempo y trajo devuelta el alma de Evelyn, alteró las memorias de todos. —Raynor tomó aire y continuó—. Nicolette y los Rothschild están detrás de todo.

El ceño fruncido de su hermano le hizo tensar, si bien era algo que ya esperaba.

—¿Ahora quieres culpar a Nicolette de este desastre? ¡Es absurdo!

✓ No Seguiré ese Destino [Destino #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora