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¿Dónde estoy? Es demaciado duro para ser una cama, es tan duro como el suelo. No, es el suelo. Algo me hace cosquillas, es puntiagudo pero no corta, es pasto. ¿Por qué no puedo abrir mis ojos? No. Me siento bien sin abrirlos, es tranquilo. El viento choca en mi rostro, y al parecer está todo bien. Creo que no debo de preocuparme. Espera. Debo de preocuparme, tengo que estar con Sasuke, entrenando, preparándome para la Guerra, no aquí relajandome.
Me intento mover. Mi cabeza, un brazo, una mano, un pie. Nada, no puedo. Mierda, no puedo moverme. ¿Estoy muerta?
—Shion...— escuché una voz.— Bien, ahora si me estoy preocupando, no me puedo mover, no puedo ver y al parecer hay alguien conmigo, esto es malo. ¿Por qué escucho la voz tan lejos?¿Que mierda esta pasando?
—No recuerdo que tu madre te haya enseñado a hablar de esa forma.— Trato de no asustarme, no resulta. Espera... ¿Itachi?. Bueno, si es que no estoy muerta, estoy loca.
Se escuchó una risa dulce.
—No, no lo estás. Ni muerta, ni loca.— siguió riendo.
Cada vez escuchaba la voz más cercana a mí, ya no estaba asustada pero si estaba desconcertada. ¿De verdad Itachi estaba a su lado?
—¿Papá?— dudó antes de preguntar, no quería cagarla.
De pronto sintió una mano tocando su brazo, trató de no sorprenderse, difícilmente. Al parecer ya no estaba recostada, ahora estaba sentada al frente de la persona que la sostenía, pero aún sin ver.
— Mírame, Shion.— ordenó la persona frente a ella dulcemente.
Intentó abrir sus ojos, pero era como si estuvieran prácticamente pegados, no sabía que sucedía.
