04. Nightcall

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Estuvo un par de días más patrullando, pero no sacó nada de ningún interrogatorio. Decidió volver a ponerse en contacto con Dante, pues aún tenía interés por saber hasta dónde podría llegar si seguía tirando de ese hilo.

Durante varios días estuvo viendo a Dante de forma seguida. En muy poco consiguió ganarse su confianza, por lo que pudo comprobar era un chico algo inocente, no duraría mucho en ese negocio. De hecho, no entendía por qué alguien como él estaba metido en ese mundo, pero cada uno tiene sus motivos, pensó.

Hablaba con él de varias cosas, aunque siempre trataba de meter el tema de la droga de forma sutil. Le decía que le interesaba, y que quería algo más fuerte, y Dante siempre decía que se la conseguiría a través de un contacto. Pero lo que Horacio quería era conocer a esa persona.

De primeras aceptó la mercancía a través de Dante, insistir demasiado podría hacerle ver sospechoso, y todo se iría al traste. Si no fuera porque sabía de la infiltración, Volkov habría pensado que el federal tenía algún tipo de problema con las drogas, pues nunca había recibido tanta para confiscar en tan poco tiempo.

El comisario insistía en que Dante sería una perdida de tiempo, que debían buscar peces más gordos, a lo que Horacio siempre contestaba que para eso debían pescar a los más pequeños antes. El rubio era la primera pieza del dominó, tenía fe en que si caía, haría caer al resto.

Una tarde estaba paseando en coche junto a Dante. Hablaban de cosas triviales, en parte el federal sentía cierta simpatía por el chico, pensó que tal vez podría intentar que su condena fuera menor si las cosas iban bien.

-Oye, Dan ¿Tú me podrías ayudar con una cosa?- Preguntó algo tímido el rubio.

Horacio iba al volante, lo miró de reojo algo extrañado.

-¿Qué cosa?

-Verás... Últimamente me va un poco mal vendiendo, se me rompió la moto y no puedo ir a vender. En fin, que si sigo así se van a enfadar conmigo.- Se llevo una mano a la nuca, rascándose nervioso.

-Bueno... ¿Y exactamente cómo te puedo ayudar yo en eso?

-Pues si tu conduces yo puedo ir vendiendo, me ayudas a moverme rápido y a escapar de la poli si nos pillan.

Frenó en un semáforo en rojo. No tenía muy claro si realmente debía hacer eso, al fin y al cabo una cosa era que le vendiera a él la droga, pues acabaría en manos de la policía, otra muy distinta era ayudar a vender a otras personas.

-En la gasolinera siguiente me espera uno de mis clientes, venga será rápido, es muy poca gente, vamos, por favor.- Suplicaba juntando las palmas de sus manos, con una expresión rogante.

-Si lo hago, me vas a presentar al que te pasa la coca, sino, no lo hago.- Volvió a poner el coche en marcha cuando el semáforo cambió de color.

-Vale, trato.

Suspiró, aquel día no llevaba el localizador ni la radio, si la poli les pillaba ya veía venir otra pelea con Volkov. Parecían el perro y el gato, había veces en las que sus reuniones eran tranquilas, y a Horacio le gustaba hablar calmadamente con el comisario, pero otras se convertía en una constante pelea por quién tenía razón.

Llegaron a su primera parada. Dante bajó deprisa del vehículo, y volvió con la misma rapidez.

-No creo que sea muy seguro vender en un lugar tan público.- Comentó poniendo rumbo a la nueva ubicación que marcaba el menor.

-Así hay menos sospechas, comprobado.

Horacio rodó los ojos, no entendía esa lógica. Tras un par de paradas más, los dos se sentían confiados, pues parecía que no tendrían problemas, tan solo quedaban dos lugares más según decía Dante. Pero cuando el rubio volvía a montarse en el coche, el sonido de las sirenas se hizo presente.

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