13. Sidelines

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La semana llegaba a su fin, esa domingo por la tarde tenían la reunión con la LSSD para proponer un operativo y ponerlo en marcha. Horacio despertó por el sonido insistente de la alarma, la apagó aún con los ojos entre cerrados y volvió a dejar el teléfono donde estaba. Sintió un peso sobre su torso, bajando un poco la mirada encontró el brazo de Volkov, que pasaba sobre él para abrazarle. Giró su cabeza para encontrar al comisario dormido a su lado, con los mechones de su cabello platinado cayendo sobre su frente, los apartó con cuidado y se acercó a él, tratando de no despertarle, volvió a cerrar los ojos para dormir un poco más. 

Aún le sorprendía lo rápido que se había acostumbrado a la presencia del contrario, si echaba la vista atrás, cuando llegó a la ciudad, no esperaba que su relación terminara convirtiéndose en lo que era entonces, aunque no tenía un nombre oficial aún, pero para Horacio estaba bien, tan solo necesitaba la presencia de Volkov junto a él, tan solo esperaba que este se sintiera igual. 

La mañana transcurrió con normalidad para ambos, se levantaron y desayunaron juntos, y aunque a Horacio le tentó la idea de quedarse en casa sin hace nada, se preparó para ir a comisaría y terminar el informe que entregaría ese día a los sheriff, además, de esa forma podría pasar un rato con Volkov cuando este volviera a comisaría para su descanso o si debía hacer trabajo de oficina.

Compartieron el mismo coche como era costumbre, Horacio cantaba las canciones que sonaban y conocía, Volkov le miraba de reojo, sonriendo sin darse cuenta, al verle con tanta energía. Se despidieron dentro de comisaría, mientras Volkov iba a la armería a tomar las armas reglamentarias y empezar a patrullar, Horacio se dirigió a la última planta, donde se encontraba el despacho que habían habilitado para él, a pesar que Volkov había insistido en que podía usar el suyo si se encontraba más cómodo.

Dirigiéndose hacia arriba encontró al oficial Walker, y ambos estuvieron conversando durante un buen rato, a Horacio realmente le agradaba aquel chico, le había visto en acción varias veces y tenía mucho potencial, estaba convencido que no tardaría en escalar más puestos dentro del cuerpo.

Tras eso, el día transcurrió sin ninguna novedad, Volkov no pasó por comisaría hasta bien entrada la tarde, cuando ya debían partir para ir a reunirse con los del norte. Horacio terminaba de imprimir las últimas páginas del informe, cuando escuchó la voz de Volkov por radio informando que le esperaba en el aparcamiento.

El sol no tardaría en ocultarse, ambos policías pusieron rumbo a la comisaría norteña, mientras hablaban de su día. Quien más tenía que decir era Volkov, había estado todo el día patrullando, pues las alertas no habían dejado de sonar, se le notaba cansado, pero su dedicación al trabajo y profesionalidad no le permitían faltar a la reunión. Cuando llegaron a su destino, un oficial les guió hasta la oficina del capitán Miller, donde se encontraba este, Ford y Collins, así como los dos comisarios del sur. Una vez todos reunidos, Horacio procedió a explicar lo que había sucedido el último día, las intenciones de la mafia y la ubicación del yate donde tendría lugar el intercambio.

-¿Sabe por dónde tendrá lugar la carrera?- Preguntó Greco al federal.

-Aún no, deben informarme todavía... La cuestión es que ese día despleguemos varias unidades, y cada una se ocupe de una zona. En la carrera seguramente también estarán dos miembros de la mafia, aunque sean eslabones bajos, hay que tenerlos en cuenta también. La casa y los almacenes también deben ser limpiados.

-También hay que tener en cuenta el restaurante que usan como negocio principal.- Recordó Volkov, situado al lado del federal, manteniendo su postura recta y seria.

-Desde el norte podemos hacernos cargo de los almacenes, y enviar también una unidad como apoyo en la redada del yate.- El capitán, de pie tras su escritorio, intervino en la conversación.

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