Wherever you are

18. Before you go [Fin]

Frenó el patrulla cuando llegó a un semáforo en rojo. Volvía a comisaría con un detenido en los asientos traseros, un aviso de intento de robo de vehículo llegó prácticamente cuando empezó su turno. 

-¿Ha entendido sus derechos?- Cuestionó el comisario una vez recitó todos los derechos del sujeto.

Este tan solo se quejó, murmurando algo que Volkov no fue capaz de descifrar, pero no le dio importancia, suficientes dolores de cabeza tenía ya. Sabía que aquel día le darían el alta a Horacio, y que eso significaba que pronto se iría. Las cosas entre ellos habían quedado en el aire y sin resolver, creando una atmósfera extraña entre ellos, como si ambos quisieran dar un paso hacia adelante, pero al hacerlo solo les esperaba una caída, inevitablemente, eso creó una brecha entre ambos, creando una distancia que parecía casi abismal. Volkov tenía miedo de aquello, si era difícil para él comprender sus sentimientos a pesar de ser tan claros, ahora que todo estaba tan extraño, era incluso peor, además, tampoco podía saber qué era lo que pensaba Horacio de todo eso... Tal vez él lo prefería así, al fin y al cabo, eso haría más simple su despedida.

La mañana fue tan ajetreada que no tuvo más tiempo para pensar, iba de un sitio a otro, sin siquiera descansar un rato, lo prefería así, pues de esa manera no debía pensar en nada más. Hasta que, de forma inconsciente, condujo hasta el hospital. Se maldijo a sí mismo por eso, y quedó unos momentos pensativo, una parte de él quería bajar, pero la otra tan solo quería huir ¿Hasta cuándo iba a seguir huyendo? Siempre era así, cuando se trataba de sus sentimientos nunca quería enfrentarlos, por eso tuvo miedo cuando se empezó a sentir de esa manera por Horacio, por eso trató de evadirlos... Por eso tan solo usaba de excusa toda la situación para volver dentro de su coraza, donde se engañaba a sí mismo creyendo que nadie podría herirlo, a pesar que esta ya estaba agrietada por todas partes. Sin más, volvió a ponerse en marcha, apartando todos esos pensamientos de su mente.

Era ya bien entrada la noche cuando volvió a casa. En el trayecto en ascensor, no pudo evitar pensar en las veces que había sido acompañado por el federal, y ahora, que volvía a estar solo, sentía un irremediable vacío. Pensó en ir a su piso, llamar a la puerta para tan solo ver cómo estaba, pero era tarde ya y debería estar durmiendo. De nuevo, otra excusa más para seguir huyendo. Sin nada de sueño, trató de cerrar los ojos una vez en su cama, esperando dormir pronto y dejar de pensar, porque todas las imágenes que venían a su mente tenían a la misma persona como protagonista.

El día siguiente no fue muy diferente al anterior, al salir de casa, tuvo el impulso de ir al piso de Horacio, pero si se entretenía haría tarde a comisaría. Excusas otra vez. Mantuvo su cabeza ocupada, asistió a todas las alertas que iba recibiendo, sin siquiera pararse a descansar. Cuando volvió a comisaría para finalizar su turno ya era de noche.

-¡Volkov!- Se giró al escuchar a Greco llamarle.

-¿Qué ocurre?

-Horacio ha venido esta tarde a comisaría, a despedirse... Se va mañana por la mañana... Me ha pedido que te lo diga, y que vayas al aeropuerto a despedirle.

Sabía que el momento llegaría, pero escucharlo se sentía como una jarra de agua helada. Trató de regular su respiración, y tan solo asintió a lo dicho por su compañero. En lugar de salir de servicio como tenía en mente, se quedó en su despacho, haciendo trabajo administrativo que se había acumulado. Podría haberlo hecho en cualquier otro momento, pero en ese entonces necesitaba distraerse más que nunca. Fue una noche muy larga, con muchos cafés de por medio, que ni tan solo estos pudieron evitar que cerrara los ojos y se quedara dormido sobre su escritorio, a la vez que, en el bolsillo de su chaqueta, vibraba su teléfono, indicando una llamada entrante que nunca fue escuchada, ni esa, ni la segunda. Cuando abrió los ojos el sol empezaba a colarse por los ventanales de la oficina.