Capítulo (2)

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NARRADOR OMNISCIENTE

Cada persona ve la vida de una manera diferente, afrontan sus problemas de manera distinta. Algunas siempre ven de lo negativo algo positivo, y otras solamente optan por salir de sus problemas de una manera fácil; quitándose la vida.

No todas las personas tenemos la misma capacidad y autoestima suficiente para superar nuestros problemas y adversidades.

Pero el punto es ese, qué ser cómo todos, es realmente ser nadie. Lo diferente es bueno, es único, y sobre todo eres una persona especial a tu manera. Y ese era el caso de Noah, él era diferente, pero también tenía ese toque de magia que hacía que las personas que lo rodeaban, fueran bendecidas con su dulzura, amor e inocencia.

Noah, era él tipo de chico, que desde pequeño era muy inteligente, un chico independiente a pesar de su condición. Siempre aceptó qué Dios lo mandó al mundo de esa manera por alguna razón. Siempre fue fuerte y gracias a eso su vida no ha sido un desastre total. Pero cómo todo tiene su límite, a él también le llegó ese momento de desesperación y depresión. Dónde cree que la mejor opción para solucionar sus "problemas" es quitarse la vida.

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NOAH SCOTT

Me encontraba en mi habitación acostado en mi cama, cubierto con mi cobija de oso panda. Era el único recuerdo que tenía de mi abuelita, ella falleció cuándo apenas tenía 6 años. Yo era muy apegado a ella y cuándo murió caí en mi primera depresión. En esos años mi madre me llevaba con la psicóloga frecuentemente. Yo no salía de mi habitación y me la pasaba durmiendo.

La depresión es la peor sensación que una persona puede sentir. Y después de tantos años sin sentir eso, hoy vuelvo a caer en ella.

Hace ya una semana que Tasha no viene a visitarme, no me llama tampoco, sólo lo hizo dos veces y colgó la llamada rápidamente. Realmente no sé qué pasaba, mi mamá dice que no ha venido porqué está muy ocupada en la Universidad. Pero yo no creía que era eso, ella siempre venía después de cada clase, o sino los fines de semana. Pero está vez no, ni siquiera llama.

No puedo evitar pensar que quizás ya se cansó de mí, que se dio cuenta que a mi lado no tiene ni tendrá un buen futuro. Qué soy un chico inútil y problemático con respecto a mi condición. Ni siquiera la culpo si decidió dejarme, era obvio que nadie se iba a quedar con una persona cómo lo soy yo, literalmente no sirvo para nada, no hablo mucho, no estudio porqué me da miedo estar en un lugar donde haya muchas personas, ni siquiera puedo hacer algo tan simple como hablar sin sentir miedo. En fin, son una completa basura inservible.

Tasha, merece alguien mejor que yo, alguien que pueda darle todo lo que yo jamás le daré. Sin embargo, no puedo ocultar que me duele, me duele demasiado su ausencia. Extraño que me abrace, que me canté y lea cuentos cuándo estoy asustado. Que se quedé conmigo y veamos películas infantiles, sé que a ella no le gusta mucho ese tipo de películas, pero las veía conmigo y me decía que yo era su príncipe y eso me hacía sentir especial, pero sobre todo me hacía sentir que era útil, qué era una persona normal como cualquiera.

Y es por eso que hoy estoy aquí, en mi cama acostado y encerrado cómo lo he estado desde hace una semana. Una semana que ella no ha querido saber de mí.

—¡Buenos días, cielo!— Mí madre se asoma por la puerta de mi habitación, nunca entra sin permiso porqué sabe que aunque sea ella, no le tengo confianza para que invada mi espacio.

—¿Puedo pasar?— Suspiro para luego asentir.

Ella entra y se sienta en la orilla de mi cama.

—Cariño baja, vamos a desayunar. Recuerda que hoy viene la psicóloga— Me volteo lentamente hasta quedar frente de mi madre.

My little boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora