Capítulo (3)

348 23 8
                                    

TASHA VENACINI

Luego de que mi pequeño lo dieran de alta al día siguiente, la doctora nos dijo a la Señora Adele y a mí, que teníamos que llevar a Noah con más frecuencia a la psicóloga. Ambas estuvimos de acuerdo con ella y prometimos que lo haríamos.

Ese día, mi madre dejó que me quedará en la casa de mi novio para dormir, la verdad era que si no me hubiese dejado, igualmente me iba a quedar. No soy de esas chicas rebeldes ni nada por el estilo, pero realmente necesitaba estar con mi bebé, necesitaba saber que estaba bien, necesitaba sentirlo cerca mio.

[ ]

Era una mañana nublada, el cielo estaba de un color gris intenso, y las nubes amenazaban con desbordar su llanto torrencial.

El insistente sonido de la alarma qué provenía de mi celular, se hizo presente en la habitación que me encontraba descansando junto a Noah. Parpadeó un par de veces antes de abrir mis ojos por completo, me removí un poco y estiré mis brazos. Acto seguido me giré hasta alcanzar mi teléfono que reposaba en la mesita de noche. Lo tomé y apagué la alarma antes de que Noey la oyera y despertara. Luego de apagarla me volteé a mi posición anterior y me quedé mirando a mi pequeño fijamente.

Sus pequeños ojos estaban cerrados, su respiración tan tranquila, su boca entreabierta, su pelo azabache revuelto sin forma alguna, y sus manitas hechas puños. Literalmente parecía un bebé durmiendo en forma fetal.

De sólo pensar que el día de ayer estuvo a punto de morir, hacía que mi mundo se derrumbara nuevamente. Noah, necesitaba mucha atención, necesitaba cuidados constantes y, desafortunadamente, yo no soy la chica indicada para él. Si lo fuera no hubiera permitido que pasará por esto. Sólo soy una chica enferma que necesita medicinas y cuidados locos para vivir un poco más. Pero aún así, iba hacer lo que estuviera en mis manos para qué mi pequeño pueda llevar una vida "normal". Lo ayudaría para que se desenvuelva sin dificultad con su entorno. Iba hacer de Noah, un hombre extraordinario, más extraordinario de lo qué era.

Sentí su pequeño cuerpo moverse, a los pocos minutos después su ojos se abrieron y me miraron fijamente como siempre lo hacían.

—¡Buenos días, bebé— exclamé mientras le tocaba suavemente su mejilla, acompañada de una pequeña sonrisa.

—¡Hola, Tashy!— me devolvió la sonrisa, y pude notar como sus ojos brillaban.

—¿Cómo amaneces bebé?—

—Bien, eso creó—  se encogió de hombre y se volteó dándome la espalda.

Fruncí el ceño, por qué no entendí su cambió de actitud tan drástico.

—Hey Noey, ¿qué pasa? ¿estás molesto conmigo?— asintió y yo sólo me limité a suspirar.

—¿Puedes decirme porqué?—  se giró, y nuevamente se quedó mirándome fijamente.

A veces me gustaba que me mirara de esa manera, y otras simplemente me desesperaba.

—Me habías abandonado— hizo un pequeño puchero y el llanto se hacía presente.

—Vamos Noé y, ya te he dicho que estaba ocupada. No seas caprichoso, te dije que no volveré hacerlo más ¿de acuerdo?—

—Pero- pero tú...— lo interrumpí.

—¡Basta, Noah! Ya te lo dije, deja ese tema atrás, no eres un chico retrasado. Tú entiendes las cosas, me éstas jodiendo la paciencia— veo como sus ojos se llenaron de agua y un pequeño sollozo se escapó de sus labios.

Suspire pesadamente, porqué sabía que estaba siendo dura con él, pero si no hacía así, él iba a depender mucho de mí y eso no era bueno. Sé que no era la manera, pero de alguna forma tenía que hacerlo.

My little boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora