¿Por qué mi corazón se encogía y sentía que en cualquier momento me podría quebrar?
¿Por qué caemos en el amor fácilmente, incluso cuando no está bien?Lo miré como al sueño de un anhelo lejano, como al cielo eterno en lo alto, que nunca se podrá tocar. En sus ojos osciló una luz, tan triste y gélida que parecía un ocaso de invierno en el cual no brota estrella alguna. El primer golpe de su mano cayó en mi vientre, y el segundo un poco más arriba, que dolió mucho también. Su fuerza era alimentada por un profundo e irracional odio, uno que era imperecedero. Ahogué los gritos en el nudo que surgió de mi garganta, dolían como el fuego y el abismo, y sentía agudas punzadas recorrer todo mi ser. El líquido rojo llegaba a la punta de mis labios y goteaba, caía, hasta tornarse en un pétalo de rosa carmesí en el piso de mármol. Estaba al borde de las lágrimas, sentía algo agitarse en mi interior, algo ya viejo y poco olvidado, algo mucho peor que el propio miedo. Si no lo detenían pronto...él...él me iba a matar.
Un susurro expectante se inició entre la multitud que nos rodeaba, y se fue extendiendo por todo lo largo del pasillo ¿Por qué le tenían tanto miedo? ¿Por qué nadie hacía nada para contenerlo?
Me llevé las manos al rostro, intentando ocultar la vergüenza, y noté como las lágrimas me corrían por la mejilla, y quise llorar más, liberar todo y cuanto sentía en aquel aciago momento. No hay unión más triste que la del miedo, el dolor y la impotencia, era como una pesadilla en la noche oscura, una de esas en las cuales no puedes gritar, y mucho menos, despertar. Sus ojos de ónice centellearon en ira y arrastró mis manos de un tosco manotazo.
-¡Por el amor de dios! ¿¡Qué está sucediendo aquí?!
No llegaron más golpes, ni manotazos tampoco. Había arribado un pequeño grupo de profesores escoltados por Clayton, abriéndose paso dificultosamente a través del torbellino de estudiantes, que parecían hojitas frágiles y voladizas ante la cólera de Alessandro.
-Miente -murmuró en mis labios, y en mí nació la duda de ser su cómplice o delatarlo y terminar con su reinado del terror de una vez por todas.
Tenía que tomar una desición cuanto antes, y pensar en las consecuencias que esta acarrearía, pero tenía miedo y oculté mi rostro bajo mis manos.
-Nada, ¿está ciega o no vé que estoy hablando con el marica de Ardah? -gruñó molesto y su voz ronca hizo estremecer a algunos de los profesores, pues habían muestra de inseguridad en sus ojos.
-Nada bueno, estoy segura -contestó cortante aquella vieja mujer, si bien podía reconocer su voz, se trataba de la vicedirectora-. Y esa no es forma de dirigirse a mí, y mucho menos hacia el joven Wells.
Alessandro frunció el ceño y le respondió con una mueca de asco, bastante enfadado.
-¿Wells? -me llamó, pero no respondí, había perdido la voz-. ¿Wells? ¿Estás bien? -lo intentó nuevamente sin obtener mucho éxito, y se acercó. Alessandro retrocedió un poco, y aunque apartó la mirada algo asqueado, no se alejó de mí.
-Sí...yo...estoy bien -se me oyó decir con voz frágil y sentí deseos de huir y esconderme mas solo podía permanecer inmóvil bajo las atentas miradas-. Estoy bien.
-Dime la verdad -dijo con voz calmada y triste. Con mucho cuidado apartó las manos que cubrían mi rostro y ahuyentó la vista de mis labios ensangrentados-. ¿Alessandro te golpeó? -clavó sus ojos negros en los míos, esperando que asintiera. No se por qué la señorita Merry me pareció un escudo, ni tampoco comprendía esa aura suya que transmitía paz y seguridad, pero me atreví a confiar en ella, aunque eso significase una sentencia de por vida con Alessandro.
-Sí -me volví con el corazón hecho un puño-. Él...él...sí me golpeó...sin motivo...y a Clayton también -dije con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas...ella mi miró ¿orgullosa?
ESTÁS LEYENDO
Ojos Embriagadores
Teen Fiction(Amor de Chicos) ¿Cuánto tiempo puede durar el más infame de los sueños? ¿Por qué caemos fácilmente bajo el encanto de una sonrisa, la ternura de las caricias y el calor de los besos? Ardah Wells es un muchacho que ha prometido no involucrarse profu...