°Capítulo 8:°

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Aún postrada en cama, Sona jamás abandonó su rutina de meditación; era una cuestión básica que se enseñaba en la orden templaria, que tu cuerpo es solo un vehículo en donde tu mente es el piloto.

Mientras en el mundo de fuera había un Ordinal, o más bien, un ser interestelar con las ansias de que su víctima se recuperara y un grupo de exploradores espaciales que la buscaban, en el interior de la cabeza de Sona todo parecía ser... Pacífico.

El sol brillaba como en sus mejores días, en un lugar en donde el aire se respiraba puro.

Dos niños provenientes de un pequeño pueblo, quienes descansan debajo de un árbol después de una carrera en la que el niño resultó ganador. La pequeña hace gestos con los cuales le adjudica la culpa al vestido que estaba utilizando y el chico solo se ríe de ella. Aunque tenía razones para enojarse, ella le sigue la risa.

Sona desde la distancia los observa. Reconoce aquello como algo sucedido hace tantos años, pero en su mente se encuentra perdido el momento en que dejó de tener esa clase de días con ese niño que hacía feliz a su corazón

¿De qué me sirve negarlo? En ese rostro rebosante de alegría se ve que experimentaba aquello que creía solo posible en los cuentos de los libros

Eso se decía Sona a sí misma. Otra de las ventajas de la meditación es que casi todo lo relacionado a su pasado estaba claro como el agua. El rostro de ese niño... Había cambiado y madurado hasta convertirse en su cazador.

...

Fue casi como una corriente eléctrica que reconoció al instante.

Las palabras venían del exterior y se escuchaban como eco dentro de su cabeza; era como encontrarse en el fondo de un pozo y que él hablara desde la salida. Pero aun así el mensaje quedó claro. El color de sus ojos, las ganas de que ella viera el imperio...

Kayn podía ser dulce y ella lo sabía. El nombre de aquella criatura encerrada en la guadaña, protagonista de la leyenda templaria; un ser proveniente de otro universo, encerrado por el poder templario, ese era quien lo estaba convirtiendo en ese ser sin compasión que se había cobrado tantas vidas y había lastimado a sus amigos. ¿Cómo lo controlaba? Eso no era lo importante.

Si bien no podía contestarle en el momento, lo haría al salir de ese estado frágil. Aunque, era obvio que el Ordinal era habilidoso en algunas cosas, pero hablando con mujeres no era una de ellas.

Ahora, debía de concentrar todo su poder en sanar. Atrapada en su mente no recuperaría al Kayn con el que jugaba en la planicie, exploraba peñascos y trepaba árboles cuando niña; siendo el único que la entendió aún sin la capacidad de hablar ni el ora que dirigiera su silenciosa voz, la conexión especial que mencionaban en los medios quizás y era una realidad.

No más memorias, Sona. Sal de aquí, salva a Kayn y después... Bueno, vamos a cruzar ese agujero cuando lleguemos a él

Dejó su mente en blanco haciendo desaparecer ese pacifico lugar y tras ello comenzó su meditación, concentrando su energía en su herida.

En algun lugar... | Kayn x Sona | OdiseaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora