°Capítulo 1°

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La tripulación del Morning Star había tenido que detenerse en el puerto de un planeta debido a que un cinturón de asteroides había causado una avería en el tanque de combustible que se encontraba más allá de los conocimientos de la tripulación para hacer reparaciones. Lo pensaron como un sitio seguro; un planeta pequeño sin mucho que ofrecer para el imperio, dudaban que siquiera lo tuvieran en sus registros.

Al encontrar un mecánico confiable en aquel planeta, la tripulación se dispuso a descansar, dar un pequeño paseo por el pueblo y terminar en un bar cercano. Por desgracia, el mecánico accidentalmente activó una señal de auxilio que para la tripulación era su último recurso en caso de una avería grave de la nave en medio de la nada, pero que fungió de guía para el Ordinal que por meses les había llevado la pista sin poder alcanzarlos. Esa señal era el reflector que marcaba su entrada en escena.

Cuando el capitán Yasuo despertó, a su alrededor vio el bar con algunos de los muebles de acero cortados a la mitad de manera limpia, trozos de vidrio coloreado que decoraban el suelo, su piloto principal recargada en la pared con golpes y cortes en su cara y al grandulón de su grupo atado con alguna clase de esposas de plasma; adaptables a los movimientos que hiciera, por más que lo hubiera intentado no lo hubieran dejado moverse para defenderse de quien fue su atacante.

El capitán rápidamente se acercó a Jinx a revisar que estuviera en sus 5 sentidos

—Bueno, parece que nos dio una paliza, pero lo hizo con tanto estilo— dijo ella, en un tono que denotaba que seguía un poco mareada por los golpes

—Es bueno que te lo tomes con esa clase de humor— contestó el capitán ayudándola a ponerse de pie

Consiguieron liberar a Malphite y ayudaron al dueño a poner el lugar en orden, pero con cada mesa que quedaba dispuesta para regresarla a su posición, se perdía la esperanza de encontrar a aquella joven que pensaban como una posibilidad que se hubiera escondido por la herida que tenía en ella. Encontrándose solamente con el tablero flotante destrozado y la pequeña esfera de Ora comprimido que siempre llevaba con ella.

[...]

—Hemos hecho todo lo posible, pero lo que pase a partir de ahora le corresponde a ella— dijo el autómata de la sala médica

A pesar de que esas noticias le causaron frustración al Ordinal, agradeció caballerosamente al autómata por lo que había hecho.

Ahora Kayn miraba a la templaria cuya vida en ese momento era sujetada por las máquinas a su alrededor. Le era difícil recordar cuándo había sido la última vez que había visto a un templario sin el hábito que los caracterizaba, sin embargo... Cada día los recuerdos se hacían un poco más borrosos; como si en su memoria hubiera un incendio y aquellas memorias estuvieran cubiertas por el humo resultante.

¡Te dije que la mantuvieras con vida!

—No me hables de esa manera Rhaast, ella se metió en el camino... Fue una lastima de verdad. Hubiera sido poético, primero su hermano, luego el capitán Yasuo— contestó Kayn —Pero tú lo oíste, ella va a sanar—

¿Y qué debería hacer contigo si no lo hace?

—No te preocupes, yo me aseguraré de ello

Antes de retirarse, le dio un último vistazo a la templaria. Si bien la mente le decía que nunca había visto a un templario sin el habito, el corazón le decía que ninguno sería tan hermoso como quien ahora tenía en su poder. En un planeta que visitó una vez, tenían el mito de unos llamados ángeles y las personas así como piezas de arte los describian como seres hermosos de inocencia pura, pero que no dudaban en lanzarse a una batalla por más peligrosa que fuera para proteger a las personas. En un pensamiento fugaz, ella se veía como uno de esos seres.

En algun lugar... | Kayn x Sona | OdiseaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora