Desde la cama, veía como se ponía cada prenda sobre el cuerpo. Se acomodó el cachetero negro, subiéndolo por sus torneadas piernas y colocándolo sobre sus suaves y redondas nalgas. Del montículo que formaba nuestra ropa sacó su bra, del color del cachetero y se lo puso sin tener que voltear a verse al espejo para cerciorarse de que lo traía bien puesto. Sus manos, mientras terminaba de ponerse la ropa, me hacían recordar las caricias que hasta hace poco nos habíamos hecho mientras teníamos "el sexo de la despedida".
El acuerdo fue no volver a buscarnos hasta haber aclarado todo con nuestros prometidos. Me mataba esa decisión, me mataba verla preparándose tan tranquilamente para salir de mi vida, tal vez por un momento, tal vez para siempre. Pero aunque supiera que esa es la mejor decisión para ambos, me estaba matando.
Mientras Ángela se maquillaba en el baño, me levanté de la cama y me vestí. No tenía más ganas de estar en el hotel pero tampoco la podía dejar salir sola de ahí. Ella salió, luciendo como si las pasadas horas no hubieran sucedido. Después de las previas experiencias, Ángela avisó a su mamá y a Ulises que estaría fuera de casa algunas horas, mintió para poder estar conmigo una vez más. Sin soportar que volviera a pasar a mi lado sin mirarme ni sonreírme, la tomé del brazo y la jalé hacia mí, como cuando la volví a ver. Hoy no olía a fresas y rosas, hoy su cuerpo olía a mujer, hoy tenía notas de mi loción en su piel. La abracé fuertemente sin querer soltarla jamás y ella se aferró a mí y ese abrazo, que se volvió eterno, duró demasiado poco.
Sabíamos que ante nosotros teníamos un camino difícil, uno que no sabíamos donde iba a terminar, pero sabíamos que lo terminaríamos, fuera como fuera. La dejé frente a su casa y antes de entrar, volteó a mirarme y levantó su mano para despedirse de mí. Su imagen se tornó borrosa por las lágrimas que estaban cayendo por mis ojos. Hace años nos separamos para que ella pudiera ser libre de un loco homicida y hoy nos estábamos separando porque entendimos que nuestro amor nos iba a lastimar a todos.
Desperté abrazando el suéter que una vez le presté y al cuál se le quedó impregnado su perfume. El hecho de sentir algo de ella en mi cama hizo que mi sexo se pusiera más duro de lo que estaba en las mañanas, así que puse el suéter bajo la almohada, me desvestí y me fui a dar un baño de agua fría. Hoy necesitaba toda mi lucidez para hablar con Jessica. Ángela tenía razón en que ella y Ulises merecían saber la verdad de nosotros, nadie más podía contarles lo que habíamos hecho a sus espaldas.
La noche anterior le mandé un mensaje a Jessica diciéndole que la invitaba a desayunar en mi casa. Mi familia estaría fuera así que tendría el espacio suficiente para hablar con ella en un ambiente privado y controlado. Sonó el timbre que anunciaba una tormenta.
Jessica siempre saltaba sobre mí para abrazarme con fuerza. Su sonrisa era radiante. Entró a la casa hablando de su reunión con la organizadora de la boda. Nuestro desayuno estuvo lleno de los detalles del vestido, las flores, la iglesia, las listas de invitados y veinte mil cosas más que no estaban ya en mi cabeza.
Entramos en la sala, antes de que siguiera hablando con tanta emoción sobre una boda que no sabía si se llevaría a cabo le dije ―tenemos que hablar.
De inmediato se puso seria ― ¿todo bien corazón? ―Me tocó el brazo, suspiré para agarrar algo de valor y empecé a contarle todo, desde el momento en que volví a ver a Ángela, hasta la noche anterior. Al hablar de todo esto, no podía creer el daño que le había hecho a una mujer que me amaba tanto. Lloró, me abofeteó y al final se quitó el anillo y lo dejó sobre la mesita de noche ―no quiero volver a verte, ―dijo al final y salió de mi casa dando un portazo.
Seguramente mis padres me matarían al saber que la boda había sido cancelada, pero era lo mejor. No podía seguir engañando a Jessica, sabiendo que mi corazón había vuelto a amar a Ángela con todas sus fuerzas. Parte de nuestro trato de no volver a vernos, era que no tardaríamos más de una semana en aclarar todo con Jessica y con Ulises. Yo ya había cumplido con mi parte y solamente me faltaba esperar que ella cumpliera con su parte.
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Mientras para de llover
RomanceHay historias de amor que no tienen un final feliz, algunas se quedan en el tintero, esperando que algo suceda para seguir escribiéndose.