La Ángela que tenía frente a mí era diferente de la Ángela que conocí en la preparatoria. Muchas cosas de su personalidad habían cambiado, o evolucionado, o se habían atenuado. Pero algo que, parece ser que, no cambiaría nunca era esa costumbre que tenía de sacar los comentarios o las preguntas más fuera de contexto, en los momentos en los que nadie se lo espera. Pensar en Jessica solamente me hacía sentir como la peor basura de este mundo. Ella también me había mandado mensajes para preguntarme por mi día, pero antes de ver a Ángela, le puse que le llamaría en la noche, que pasaría un día ocupado.
―Por la tarde te dije que regresaría en 15 días ―Ángela asintió mientras dejaba el vaso de cerveza vacío en la mesa ―no lo vas a dejar pasar ¿verdad?
―No. Mira, ya es algo tarde y va siendo hora de que me vaya a mi casa, pero por favor, tenemos que pensar bien las cosas. Si siguiéramos solteros, todo sería más sencillo, pero no es así. No quiero lastimar a Ulises y dudo que quieras lastimar a Jessica ―era la primera vez que pronunciaba su nombre. Se quedó callada un momento, en su cara se veía que me quería decir algo pero lo estaba meditando. Cerró los ojos, exhaló sonoramente, abrió los ojos y me miró ―aún te amo ―con esa frase mi corazón arrancó de 0 a 100 en un segundo, haciéndome comprender que yo también la seguía amando ―pero también amo a Ulises y, pase lo que pase, más de una persona en esto va a terminar mal. Por eso tenemos que pensar si es que vamos a seguir con esto, lo que sea que tenemos; o si lo vamos a terminar de un plumazo.
― ¿Quieres que esto se acabe así nada más? ―Yo debería de ser el más interesado en que esto se acabara pero, ahora que había vuelto a ver a Ángela y después de todo lo que había pasado entre nosotros, simplemente no podía dejarla ir así tan fácil. No de nuevo, no sin luchar por ella esta vez. Tomé sus manos entre las mías ―por favor, no digas que eso es lo que quieres porque sé que no es así.
―Es lo correcto, ―negué con la cabeza y ella le dio un suave apretón a mis manos ―pero no quiero hacerlo.
Le besé las manos y luego la besé a ella. Casi no hablamos de camino a su casa, el estéreo y los otros autos llenaban el silencio entre los dos que no parecía nada incómodo. Llegó un mensaje a su teléfono, ella sonrió y contestó, luego guardó su teléfono para mirarme.
―Adivina quién acaba de escribirme ―me dijo con una sonrisa.
―Por tu cara puedo decir que no fueron ni tu mamá ni Ulises, entonces fue alguna amiga tuya.
―OK Sherlock, estás muy cerca...
― ¿Lorena?
―Sí, me estaba recordando que mañana tenemos la cena en casa de Humberto.
En ese momento sonó mi teléfono, me orillé y vi en la pantalla el nombre de nuestra querida amiga ―y hablando del diablo ―Ángela rodó los ojos y con una seña le pedí que guardara silencio ―Hola Lore ¿cómo estás? ―Oprimí el botón del altavoz.
―Bien ¿tú qué tal? ¿Ya pudiste hablar con Ángela?
―No, sigue sin contestarme el teléfono ―le hice señas a Ángela para que no hablara.
―Si puedo ser un poquito preguntona ¿qué es lo que quieres hablar con ella con tanta urgencia?
―Nada malo, es que hace poco la vi y se le olvidó su cartera y yo la tengo y se la quiero devolver.
― ¿La viste? ¿Por dónde? ¿Qué estaba haciendo?
―Tranquila, fue cerca de mi casa. Hubo un evento de danza y ahí la vi.
―Ah, ―el tono en su voz nos hizo saber que no me creyó mucho ―en fin. Tal vez puedas darle su cartera mañana, vamos a ir a cenar a la casa de Humberto ¿te acuerdas de él?
―Poco ―cosa que era verdad. En ese tiempo Ángela y yo anduvimos poco tiempo y no alcancé a conocer bien a todos sus amigos, solamente a Lorena y a Sarah.
―Ah pues, te invito, ¿te parece bien? Si sí, para avisarle a Humberto que tendremos un invitado extra.
―¡Me parece perfecto! ¿A qué hora va a ser? ―Miré a Ángela, que no perdía detalle de la conversación.
―Pues siempre llegamos a las 6, pero la comida va empezando como a las 8, entre el precopeo, la plática y la preparación de la comida, nos tardamos un poco. Te aviso para que vayas con hambre y paciencia.
Me reí ―Está bien, ¿me mandas la ubicación por favor?
―Claro, ahorita te la envío. Pero, una pregunta ¿le digo a Ángela que vas a ir?
Volteé a verla ―no, no le digas, que sea sorpresa.
― ¡Qué malo eres! ―Lorena se rio ―Bueno, entonces mañana a las 6 ¡nos vemos! ― colgó el teléfono y yo arranqué el coche otra vez.
―Ahora por tu "brillante idea" voy a tener que fingir sorpresa mañana.
―Puedes poner la misma cara que pusiste cuando me viste desnudo esta tarde... ¡ouch! ―Ángela me dio un puñetazo no muy fuerte en el brazo y luego se rio.
Estábamos por llegar a su casa cuando me pidió que detuviera el auto.
― ¿Qué pasa? ¿No quieres que te deje en la puerta?
―No, si alguien de mi familia sale y te ve se les va a hacer raro ver a "Rossy" con una apariencia tan masculina.
―Está bien ―me acerqué a ella y la besé ―nos vemos mañana.
Se alejó un poco de mí y sacó de su bolsa una cartera pequeña y negra, sacó sus tarjetas y me la dio ―toma, para darle veracidad a tu mentirota.
―No olvides fingir bien mañana.
―Querido, soy una excelente intérprete, nadie sabe cuando finjo o cuándo digo o hago las cosas de verdad ―me guiño un ojo y se fue.
Si no supiera que todo lo que hemos pasado en estos días ha salido de su corazón, estaría dudando de ella, seriamente.
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Mientras para de llover
RomansaHay historias de amor que no tienen un final feliz, algunas se quedan en el tintero, esperando que algo suceda para seguir escribiéndose.