Parte 10. Ángela (Epílogo)

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El espejo reflejaba a una mujer que no conocía del todo. El cabello estaba medio recogido en varias trenzas de diferentes tamaños adornadas con pequeñas flores blancas. El vestido blanco tipo sirena abrazaba mis curvas gentilmente. El buqué de flores blancas y azules entre mis manos estaba amarrado con un listón que me había prestado mi madre, de su vestido de novia. En mi muñeca izquierda descansaba una pulsera de plata que me había regalado mi futura suegra y en el vestido a la altura de mis senos, se encontraba un broche, que había sido de mi abuela y que ella había usado en su boda.

Pero lo que menos reconocía de la mujer en el espejo era esa sonrisa que no podía quitar de su cara. Lorena, Sarah y Paty eran mis damas de honor, quienes estaban al pendiente de que todo lo que traía puesto, estuviera en su sitio.

En la hacienda haríamos las dos bodas, la civil y la Wicca, Lucio y Valentina, mi mejor amiga de mis clases de danza, serían el sacerdote y la sacerdotisa del Handfasting. Mi papá había insistido en que fuera una boda por la iglesia pero Omar quiso darme gusto cediendo a la ceremonia pagana. Lo importante para nosotros era unir nuestras vidas, por fin.

Las ceremonias fueron perfectas. La boda por el civil y la boda religiosa ya se habían llevado a cabo y ahora todos nos encontrábamos disfrutando de las diferentes variedades de vino que sirvieron en la recepción. Bajé mi mirada hasta mi mano que estaba entrelazada con la mano de Omar, dónde ya se veía brillar su anillo de casado.

― ¿Qué tanto mira mi bellísima esposa?

―Nada mi amor. Estaba pensando en lo feliz que soy.

De pronto escuchamos el tintinear de una copa y voltee hasta que mis ojos se encontraron con los de César. Usando un traje color arena se acercó a nosotros

―Hay historias de amor que se quedan en el tintero. Que después de muchos años vuelven a empezar, despejando todas las nubes del paisaje, logrando que se unan en una sola historia. Una que mi mejor amigo y su ahora esposa van a empezar a escribir. Omar, mi hermano del alma―lo abrazó y se palmearon la espalda, ―te deseo lo mejor en esta nueva etapa. Ángela ―me miró y su abrazo hacia mí fue un poco menos efusivo, pero sincero ― te deseo mucha felicidad al lado de uno de los mejores hombres que conozco. Sé que les espera un futuro lleno de amor. ¡Un brindis, por la feliz pareja!

Todos brindaron  y aplaudieron ante las palabras de César. Algunos amigos míos y yo nos miramos con confusión

―Le conté lo que pasó con Emiliano ―me dijo Omar al oído ―hablé con él y le dije todo lo que había pasado desde que ese tipo me amenazó hasta antes del día en el restaurante. Y, espero no te molestara que haya aceptado su petición de ser el primero en proponer un brindis por nosotros.

―Me sorprendió, si te he de ser honesta, incluso estaba preparada para llamar a seguridad, pero te vi tan tranquilo que supuse que no había nada de qué preocuparme.

Omar me besó el dorso de la mano mientras los brindis y las palabras de felicitación de nuestros seres queridos continuó. En el programa hecho por nuestra planeadora de bodas, seguía la comida, el pastel y luego mucho baile. En todo momento se nos acercaban nuestros invitados para felicitarnos, hacernos bromas o para contarnos cualquier cosa.

―Amigos, no saben lo feliz que estoy por ustedes ― Lorena y Humberto se acercaron a nosotros cuando nos sentamos a tomar un poco de aire ―y por ello les queremos hacer otro regalo de bodas, ¿verdad Humberto? ―Lore le dió un empujoncito a Humberto.

―Yo sé que es de lo que menos quisieran hablar ahora pero, les tengo una buena noticia ―Humberto gozaba de hacer pausas dramáticas cuando nos contaba algo, y está vez no sería la excepción

― ¡Ya diles! ―Pidió Lorena, dando saltitos de emoción.

― ¿Recuerdan a su gran amigo Emiliano?

―No me digas que lo invitaste porque ahora sí te golpeo ―le advertí.

―Nada de eso ―se rió, ―bueno, una noche me encontré a algunos de sus amigos en un bar y me dijeron que lo habían arrestado y que estaba encerrado en una institución psiquiátrica.

Omar y yo nos quedamos boquiabiertos ante tal noticia.

―Diles lo demás ―lo apuró Lorena.

―No, me encanta ver sus caras de sorpresa. Eso me dice que no se esperaban esta bomba ―volvió a reír ―bueno, cómo veo que no salen de su estado de shock les diré que fue porque empezó a seguir a una chica muy parecida a ti, Ángela. Sus amigos me contaron que empezó a seguir a la pobre chica y que cuando vio que estaba abrazando a un tipo, se puso tan loco como en mi departamento y se le fue a los golpes al chico. Cuando llegó la policía y se aclaró quién inició la pelea y porqué, la pareja le metió tremenda demanda que ni fianza alcanzó.

― ¡Vaya! ¡Esa sí es una buena noticia! ―Dijo César que se había acercado a nosotros y escuchó parte de la historia, ―espero que esté mucho tiempo encerrado y que haya alguien capaz de apretarle los tornillos que se le zafaron ―jaló a Omar y lo volvió a abrazar ―felicidades hermano ―volteó hacia mí, me dió la mano para ponerme de pie y también me abrazó ―de verdad les deseo lo mejor a ambos. Omar me contó todo lo que pasó con ustedes y el loquito ese y te quería pedir disculpas por cómo te traté...

―Disculpas aceptadas, te agradezco por venir y por todo lo bonito que dijiste en el brindis.

―Aunque no estaba dentro de lo planeado, fue una estupenda aportación ―Joanna, la wedding planner se acercó a nosotros ―ya tienen que ir a cambiarse para irse al aeropuerto ¡Vamos vamos!

A través de la ventanilla solamente veíamos nubes. Omar y yo nos miramos y nos besamos.

―Te amo, ―nos dijimos al mismo tiempo.

Nuestra luna de miel sería el inicio perfecto del primer capítulo de nuestras vidas juntos. Una historia que empezó a escribirse una tarde en que dos corazones volvieron a latir uno por el otro, mientras para de llover.

***

Mientras para de lloverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora