Capítulo piloto.

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"Recuerdo hace años atrás
Alguien me dijo que debía tomar
Precaución cuando viene el amor,
Y lo hice. "
Impossible / James Arthur.

La primera vez que Mirae vio a Kim YoungWoon, no sabía quién era, pero le pareció un joven guapo y gentil. Ella jugaba con varias niñas en ese momento mientras su padre estaba recibiendo en su casa a los padres de ellas que también eran soldados para la familia Kim. Cuando él salió al pequeño jardín donde ella corría perseguida por otra de las niñas, volteó a ver qué tan cerca estaba su perseguidora, cuando se lo llevó por delante, cayendo los dos al suelo. Las demás chicas callaron al ver lo que había ocurrido. Murmullos se oyeron y algunas risitas llenaron el silencio antes de que YoungWoon volteara el ceño fruncido buscando al culpable de su caída y quien se había atrevido a hacerlo caer. A pesar de su juventud, conocía su lugar en la vida. Era el hijo de Kim YoungHo y heredero de la familia Kim de Busan. Para muchos, eran una familia que se encargaba de diferentes negocios y la gente lo respetaba y adulaba. Pero eran una organización desde la época de la invasión japonesa que se encargaba de otros tipos de negocios; desde el contrabando hasta algunas cosas aún más turbias. Sin embargo, en el momento en que vio a la niña en el suelo, frotándose el brazo para tratar de calmar el dolor, su actitud cambió, sus ojos pasaron a ser amables y le sonrió para tratar de tranquilizarla.

- ¿Te hiciste daño, pequeña?-dijo con voz amable.
-No, no, estoy bien-respondió Mirae con voz dulce y algo temerosa.
-No tengas miedo ¿te duele?-insistió YoungWoon.
-Debemos irnos―dijo su amigo, Kim JongWoon o Yesung como lo llamaban –A tu padre no le gusta que nos retrasemos y la reunión ya terminó.
-Dame un minuto Yesung, solo déjame ver si la pequeña necesita ayuda-respondió YoungWoon. -¿Quieres que envíe a buscar a tu padre?-preguntó.
-Me duele solo un poco, no le digas a mi papá, por favor, seguro que me regaña por estar corriendo-respondió rápidamente.
-¿Estás bien?―preguntó Minhee, su hermana mayor. Tenía dieciséis y era tan bonita que hacía que Mirae deseara ser como ella cuando creciera.

Minhee llegó a su lado para ver que le había pasado, miró con curiosidad a los chicos, pero tomó a Mirae de la mano y la ayudó a incorporarse, le entregó su pañuelo para que se limpiara la arena mientras las niñas más pequeñas los rodearon, mirándolos con curiosidad.

-¿Cómo te llamas, pequeña?-preguntó YoungWoon apresuradamente.
-Kim Mirae y tú ¿cómo te llamas?-preguntó a su vez, esperando alargar el momento.
-Kim YoungWoon, pero para mis amigos son Kangin- respondió el joven- adiós pequeña- dijo el príncipe de sus sueños.
-Adiós Kangin- respondió la niña de once años en un susurro.

Mirae estrechó entre sus manos el pañuelo de Kangin, no lo utilizaría y siempre lo conservaría.
Estaba embelesada por él.
Mirae era muy popular entre las niñas por su carácter dulce y alegre, en cambio su hermana Minhee era muy tranquila prefería un libro a estar afuera. Aunque Mirae entendía que ella ya casi era una mujer y tal vez los juegos de niñas eran muy aburridos. Su padre era uno de los soldados encargados de la protección del jefe de la familia, un jefe de seguridad y hombre de confianza del líder y por eso siempre había reuniones en casa.

Había escuchado que su hermana ya tenía varias propuestas matrimoniales, era una jovencita alta y esbelta y ella estaba cumplir los doce años, aún no llegaba al desarrollo, era de baja estatura y aniñada.
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Días después recibieron la visita del jefe de la familia, algo que nunca sucedía y tenía a sus padres muy emocionados por las atenciones recibidas. El jefe, un hombre austero, serio y de edad parecía de su padre le presentó a Kangin de dieciocho años a Minhee y se concertó un matrimonio entre ellos para cuando Minhee alcanzara la mayoría de edad. Eso destrozó el corazón infantil de Mirae quien ahora debía olvidar a su príncipe, era un sueño imposible debido a que ahora sería el esposo de su hermana.

Cuando Minhee cumplió la mayoría de edad dos años después de aquella visita, se casó con Kangin en una gran boda. Minhee no sabía si su hermana estaba enamorada o él de ella, se habían visto en eventos y reuniones de la familia pero nunca habían tenido citas como las parejas de los dramas o los libros. Minhee era una hija obediente y de buen corazón y cuando Mirae le preguntó sobre si le hacía feliz tener un esposo, esta le había respondido que estaba feliz por el arreglo, su prometido era un hombre joven, atractivo y saludable que sería el jefe de la familia en unos años y ella no podía agradecer su buena fortuna.

Nunca había dicho que estaba enamorada de él.

Minhee parecía una princesa con aquel precioso vestido blanco y Kangin tan serio y concentrado que el pequeño y dulce corazón de Mirae quería salirse del pecho. Si antes vestido con jeans y camiseta le parecía guapo, con traje lo hacía ver como el príncipe que era.
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Cinco años después.

Mirae fue llamada a la pequeña oficina de su padre. No era una como tal, pero allí se reunía con los otros soldados cuando tenía reuniones. Al entrar allí, se encontró que su madre también estaba presente, se encontraba mirando por la ventana, le daba la espalda a la puerta ignorándola.
-Tengo noticias importantes para ti.

Mirae entró y cerró la puerta. Si su madre estaba allí las noticias que su padre le iba a dar eran bastante importantes, su padre no creía que las mujeres deberían estar o saber de los asuntos de los hombres. Miró a su padre con la convicción de que sus palabras anunciarían un futuro que no le gustaría.
-Nuestro jefe quiere casarse contigo el día después de tu cumpleaños.
-No padre, por favor, él es viejo y feo-pidió angustiada.
-¡Si lo harás! Tendrás tu futuro y el de tus hijos, asegurado. La esposa del jefe, la madrastra del futuro jefe. Es perfecto para nosotros.
-No- volvió a decir Mirae.
-Obedece a tu padre- su madre dijo tajante- Deberías estar orgullosa de que el jefe se fijara en ti, tendrás un nivel de vida que muchas chicas desean.
-No hay vuelta atrás ―sentenció su padre.
Su espíritu salió a relucir, horrorizada ante su destino, con voz baja pero destilando la rabia que sentía, le contestó.
-Padre, yo no soy Minhee, yo no le obedeceré, si insiste en seguir con la boda, cuando se me pregunte si me caso voluntariamente, diré la verdad, que usted me obliga, que quiere casarme en contra de mi voluntad.

Su padre se levantó, rodeó su escritorio y la tomó por el pelo, con su otra mano apretó su mandíbula para que levantara su cara y lo mirara a los ojos, su mirada destilaba una rabia aterradora. Su padre nunca le había levantado la voz o la mano, siempre las había tratado de manera dulce, pero en ese momento no había rastro de dulzura en él.
-Si me haces pasar esa vergüenza, te daré una paliza y te echaré a la calle, nadie de la familia te acogerá, aparte de morirte hambre ¿Sabes lo que les pasa a las mujeres en la calle? Con una sola palabra mía serás la put* más barata de cualquier burdel-La empujó liberándola.
Salió de la habitación sin dirigirle una mirada,

Mirae sintió que las piernas le fallaban y cayó al piso. Su madre se acercó y la abrazó sin palabras, no había nada que pudiera decirle que la consolara. Estaba asustada y furiosa al mismo tiempo, pero no quería llorar, las lágrimas no cambiarían la decisión de su padre. La sentencia había sido dictada condenándola a una vida que no deseaba.
-Ni pienses en molestar a tu hermana con esto. Ella está embarazada y ha tenido tres abortos antes de este, será el nacimiento del heredero de la familia si llega a feliz término. Así que ni una palabra- le decía su madre al oído- Si la has molestado con tu berrinche, yo misma me encargaré de sostenerte mientras tu padre te golpea.
-¿Por qué mamá? –le preguntó soltándose.
-No fui capaz de darle un hijo a tu padre, ahora tengo la oportunidad de que mis hijas escalen más alto que yo y te conformarás con tu destino.

Sol de medianoche (4ta y última de la serie Amor en la mafia.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora