Capítulo 10

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"Depende de ti y depende de mi
Nadie puede decir lo que tenemos que ser
Así que, ¿Y si reescribimos las estrellas?
Quizás el mundo podría ser nuestro esta noche."

Rewrite the stars / James Arthur & Anne-Marie

Kangin me giró y bajó la cremallera de mi vestido. Sentí como su respiración había cambiado mientras recorría lentamente mis hombros y mis brazos con sus dedos. Me volvió a girar y repasó mi cuerpo, torturándome con la mirada. Mis manos no se quedaron quietas, desabroché su camisa mientras él me soltaba para quitarse la corbata y dejarla en el suelo. Sólo sé que nuestros movimientos fueron tan rápidos que terminamos desnudos, besándonos mientras lentamente me guiaba hasta la cama donde quedé tendida, él se acostó a mi lado, recorriendo mi cuerpo con sus manos, diciéndome lo hermosa que era y cuanto me deseaba. Su boca volvió a la mía y sentía como me exc*taba por sus caricias.

-Tan mojada para mí, me gusta saber que disfrutas de mi toque, es tan bueno.

Me relajé bajo sus caricias, su mano derecha tomó la mía, se movió entre nuestros cuerpos, tomó su miembro y la acarició mostrándome como le gustaba, provocándole un leve siseo.

Kangin decidió darse un festín con mis pech*s y los provocó con suaves pellizcos, usó boca, lengua y manos hasta tenerme convertida en una masa temblorosa, perdida de deseo, loca de necesidad me incorporé para besarlo. Mi boca recorrió su cuello, bajé por su pecho dándole besos y pequeños mordiscos que lo tenían temblando de necesidad; como pudo, Kangin estiró la mano hasta la mesa de noche, tomó uno de los paquetes de la mesita que era de preservativos y se enfundó rápidamente en uno. Tomándome por las caderas, me colocó encima de su cuerpo, situó mis piernas a ambos lados de sí mismo y sin romper el contacto con mi boca, me pen*tró lentamente hasta enfundarse por completo. Gemí aun besándolo, sentía el cuerpo caliente de Kangin debajo del mío, y me maravillé ante esta postura que me permitía moverse libremente, no se sentía restringida como me pasaba con YoungHo
Kangin dejó sus labios, para tomar un p*zón con su boca, mientras comenzaba a moverse rítmicamente en su interior. No pude evitar gemir disfrutando de la sensación y pronto me encontré siguiéndole el ritmo, cabalgándolo, una creciente necesidad empezaba a formarse dentro de mí. Miré a Kangin, su rostro reflejaba pasión y placer a partes iguales, las palabras te amo estaban en la punta de mi lengua, pero no las diría, las guardaría, guardaría cada sensación y recuerdo de esta y de todas las noches secretas que pudiera tener juntos.

-Vamos amor, llega para mí-dijo Kangin mientras seguía empujando- No me dejes ir solo.
Kangin siguió susurrándome palabras de aliento, mientras colaba una mano entre nuestros cuerpos, acariciándome, haciéndome volar en un estallido de pasión que me dejó sin fuerzas, agotada por tantas sensaciones me desplomé sobre él, abrazándolo, Kangin siguió moviéndose frenéticamente, rozando mi s*x* ultrasensible tras haber alcanzado el éxtasis, arrancándome gemidos de placer por las réplicas que sentía.
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Kangin

Kangin nunca había sentido lo que estaba sintiendo en ese momento, había tenido varias amantes y otras chicas a lo largo de su vida antes de casarse y luego de enviudar. Disfrutaba del s*x*, pero esta pasión, este frenesí desesperado era algo nuevo para él, quería entrar en Mirae tan profundo que tocara su alma, quería vaciarse sobre ella hasta marcarla como suya, ella era suya, suya y de nadie más, nunca la dejaría marchar, a pesar de la promesa que le había hecho, en ese momento sentía que no podría dejarla ir; maravillado ante el despliegue de emociones que despertaba en él esta mujer, la abrazó, estaba cerca, muy cerca, pero quería prolongar esta primera vez, quería que fuera especial para ella, tan especial como lo era para él, no pudo resistirse más, su éxtasis se acercaba rápidamente, era imparable, demoledor, cuando sintió las primera palpitaciones, bajó las manos hasta su tras*ro y la apretó contra él, descargando en su interior todo su placer. Exhausto, la movió hasta tenerla acunada en su brazos, besó su cabeza, sabía que debía levantarse para ir al baño y desechar el preservativo, no era seguro no hacerlo de inmediato, sin embargo, no tenía fuerzas, luchó contra las ganas de quedarse acurrucado con ella y haciendo alarde de fuerza de voluntad, se levantó, estaba sudoroso, desechó el preservativo y se dio una ducha rápida para refrescarse, cuando regresó Mirae estaba dormida, acurrucada dándole la espalda, sonrió ante la postura, se acostó a su lados y la abrazó desde atrás, prodigándole leves besos en la espalda.
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Mirae

Nos convertimos en amantes.
Durante días, semanas y ahora meses aparentábamos ante todos, pero en las noches lo pasábamos en los brazos del otro. Las cosas en la familia eran algo tensas mientras se organizaban y desterraban a los últimos Park que quedaban en Busanen contra del nuevo líder. Era peligroso que Kangin confesara que tenía una relación con la viuda de su padre, aún no podría siquiera en hacerlo público. Con los Kim tomando más poder en la ciudad no podía arriesgarse a que otro quisiera quitarlo del medio por una "indiscreción". No lo forzaría a contarlo o a soñar que se casara conmigo, no podría ponerlo en peligro por mi "egoísmo" o mis deseos. Lo amaba y quería gritarlo a los cuatro vientos, Kangin era mío de la manera en la que yo era suya y eso era lo único que me importaba, era lo mejor a lo que podía aspirar ¿Qué ocurriría mañana? No lo sabía y no iba pensar en eso, estaba decidida a vivir un día a la vez y disfrutar la felicidad, mientas pudiera.

Este día en particular, estábamos desayunando entre miradas y coqueteos. Habíamos pasado la noche juntos y aunque ahora teníamos que aparentar, no podía borrar la sonrisa de mi rostro. –Ha llegado esto, olvidé enseñártelo anoche- me dijo Kangin antes de deslizar un sobre morado y lila.
Lo abrí extrañada –La invitación a la despedida de soltera de Cho Mina.- Fruncí el ceño. –No... Entiendo.
-Eres de la alianza Mirae, ella también y es normal que estas cosas sucedan.
-Nunca me habían invitado a algo así. Nunca he ido a un club nocturno.
-Las despedidas de soltera no es algo que se acostumbre a hacer. Pero Cho Mina nunca se ha caracterizado por seguir costumbres- dijo Kangin sin reproche en su voz, simplemente era un comentario. –Es una manera de unir a las mujeres de la alianza. Yerang también recibió una invitación.

Alcé las cejas, Yerang me había dicho que Mina la odiaba, sería interesante aquello.

-De todas formas, ese no sería mi ambiente.
-¿Por qué no? Mirae, ya no estás casada con mi padre- dijo y noté su molestia.- Puedes ir a un club sin siquiera pedir permiso, sólo con seguridad desde luego. Pero sé que mi padre te controlaba de una manera que no era buena para ti. Tienes derecho de disfrutar con otras mujeres y más ellas que son jóvenes. No puedes decir que no es tu ambiente si no has ido.
-No sé... Es en Seúl...
-Mira, yo también iré a la despedida de Lee Donghae, estaremos en el mismo lugar. Compra un vestido y zapatos para la ocasión, ve allí y si no te gusta, si te sientes incomoda o alguna de ella te hace sentir mal, me llamarás e iré por ti. ¿Te parece?
Asentí con una sonrisa, Kangin tenía razón y lo más importante, su apoyo. No necesitaba más.
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¿Podrías cerrar la boca?

Le dijo Yesung a Kangin cuando este no podía apartar la vista de Mirae. Porque era Mirae aquella mujer que hablaba con Yerang antes de subir al auto e ir al local de los Lee. Aquella minifalda negra, top dorado y tacones de muerte... ¿Cómo pretendía que pudiese respirar?

Sol de medianoche (4ta y última de la serie Amor en la mafia.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora