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Entro en el estacionamiento de mi casa y me percato de que la van de trabajo de mi madre ya está aquí, perfecto, me espera un sermón.

Estaciono mi auto junto a mi Ferrari 458, otra belleza que parece inofensiva, mi madre cree que los tengo solo para presumir, pero no es asi, aunque espero que lo siga creyendo.

Entro al vestíbulo por una de las puertas laterales.

—Oh, veo que fuiste de compras— asiento subiendo las escaleras, pero me detengo antes de llegar al último escalón.

—Por cierto, mamá hoy me quedo en casa de Rebeca, solo vine a recoger algunas cosas—

—Espero que se porten bien, está de mas decir que no deben salir de allí—

Hago un movimiento con la cabeza como que lo he entendido y termino de subir.

Una vez en mi habitación tomo algunas cosas necesarias y las pongo en una mochila.

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La madre de Rebeca lleva 20 minutos advirtiéndonos que debemos tener cuidado en la discoteca a la que supuestamente vamos a ir y he de decir que ya he rodado los ojos unas 3 veces por la insistencia de esta mujer.

—Mamá ya te dije muchas veces que no nos ocurrirá nada, es una salida como otra cualquiera— la mujer de pelo corto castaño y traje blanco asiente, luego nos da un beso en la frente a cada una y se dirige a la cocina.

—Tu madre es un poco intensa— entramos en el estacionamiento de la casa de Rebeca, tal y como estoy acostumbrada a ver hay muchos autos lujosos.

—Ya, ajá, como si tu madre fuera lo más fácil de sobrellevar del mundo— suelto una carcajada mientras caminamos hacia mi coche.

—Trage todo en una bolsa, está en el coche, pero primero hay que pasar por el garaje— ella asiente sentándose a mi lado y poniéndose el cinturón a toda priso, la miro y sonrio.

—Eres una exagerada de lo peor—

—Aprecio mi vida sabías— me dice como si fuera algo obvio.

—Ya te dije muchas veces que no pasará nada— acelero a fondo cundo digo la última palabra.

10 minutos después estaciono frente a unas puertas de metal que dan paso a una de las viejas instalaciones que pertenecían a mi padre antes de morir, era un taller, pero luego mi madre lo cerró y es por esa razón que no tiene ni idea de que estoy aquí.

Acelero tres veces y dos segundos después la puerta se comienza a abrir, detrás está mi amigo Andreu, un chico rubio, alto, de ojos cafés y con un overol de trabajo, él ha sido uno de mis mejores amigos hace mucho tiempo ya que su padre trabajaba en este taller entes de cerrar y pues, no se me puede escapar que esta colado por Rebeca.

—Buenas noches And— me saluda con la mano cuando paso por su lado en mi coche y cruza una mirada tímida con Rebeca, ella no lo demuestra pero el no le desagrada.

Delante de nosotras hay toda una estancia de unos 100 metros cuadrados donde a mi izquierda hay una fila de 5 motos una al lado de la otra y le sigue una de autos, a mi derecha están todos los implementos que necesita And para mantener a mis bebes en buen estado, aunque también está mi armario donde se encuentra todo lo que necesito.

—¿Y donde es la marcha hoy?— el y Rebeca son los únicos que saben mi secreto, ella lo mira mal ante su comentario a lo que él responde alzando las manos en señal de paz.

—Es en una de las calles laterales de la playa, nada muy céntrico— hablo mientras camino hacia una de mis motos.

—Yo sigo diciendo que es mala idea— replica mi amiga nuevamente.

Un Simple HolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora