°•✨6🌱•°

144 22 7
                                    

Estar toda una tarde con la persona a la que más aprecias es realmente agradable, ¿cierto?

Las anécdotas y tonterías podían cambiar un ambiente incómodo en segundos, entre risas y diversión casi todo se disipa en mucha comodidad y confianza, y, pues claro, ellos no serían la excepción. Cualquier bobería que saliera de la boca del más alto lograba extraer en reiteradas ocasiones unas pocas sonrisas en el demonio, algo que no hacía nadie, absolutamente nadie, sólo él y nada más que él.

Para ser contrarios y hasta enemigos eternos en una batalla del bien contra el mal, por así decirlo, de una forma muy extraña lograron poder congeniar hasta lograr una conexión hasta especial, llegando a ser amigos a escondidas. Una completa locura que les encantaba.

Y vamos, ¿cómo no ser una locura? Estaba prohibido desde tiempos inmemoriales, era imposible que un ángel y un demonio siquiera crearan un lazo, y eran completamente conscientes de lo que hacían a cada segundo en que se encontraban para estar al tanto de la vida del otro, simplemente tener compañía y escuchar al contrario provocaba que algo dentro de ellos se sintiera de cierta forma bien, era extraño. Y, la adrenalina no estaba demás, el sólo peligro latente de que los descubrieran alimentaban esas ganas de verse entre sí.

Bueno, mientras nadie se enterara de aquello -exceptuando los que ya estaban al tanto- todo estaría bien, calmado, perfecto. Pero, tampoco podían ser idiotas, debían estar alertas al más mínimo detalle.

(. . .)

Caminaban por aquel frondoso bosque en el que el sirio antes se perdió, árboles altos e imponentes se sitúan por los alrededores, frondosos y saludables. Raíces que sobresalían de la tierra provocaban que el mayor se tropezara de vez en cuando, desatando burlas del más bajo con sonrisas arrogantes, incluso orgullosas e irritantes. Pero, era un trato al que estaba acostumbrado el venezolano, por lo que no le molestaba en absoluto aunque este tipo de comportamiento no sé repetía en ángeles e incluso demonios. A veces el sirio era simplemente irritante.

Sus pisadas se escuchaban, pero trataban de ocultar sus aromas para que no fueran localizados. --Y entonces cuando entre a mi habitación, Colombia traía un vestido --Comentó el venezolano con una mirada aburrida, al momento en que se sentaba en una de las enormes raíces que sobresalían de los árboles. --También tacones.

--¿Por qué? --Preguntó extrañado, hacerse una imagen mental del colombiano así sólo le causaba cierto grado de grima, bueno, muchísima grima.

--No tenía ni la más mínima idea. --Llevó su mano a su cabello, quitando cada pelo de su cara. --Cuando le pregunté qué coño, me dijo que fue un tipo de reto, y cómo diceeeen.

--Un reto es un reto --Finalizaron ambos.

El menor se sentó en frente de su acompañante para no darle la espalda, y apoyó su rostro en la palma con el fastidio al máximo.

Silencio, ese típico silencio de cuando se acaba un tema, a veces incómodo y a veces cómodo en donde la gente disfruta escuchar los sonidos de fondo. Y ellos eran afortunados, puesto que podrían estar así por horas en disfrute de la compañía del otro.

Hasta que, bueno, escucharon algo inusual.

Estaban solos, o eso creían hasta los primeros pasos que aplastaron ramitas y hojas secas. Así que a paso rápido se piraron hasta lo primero que encontraron, un tipo de cueva que estaba curiosamente cerca, si un kilómetro se consideraba cerca. No era profunda por lo que no podrían perderse, la luz se filtraba incluso, simplemente perfecta.

Bueno, todavía se escuchaba aquello. Hartos y con la adrenalina por las nubes, se fueron al escondite más cercano, noche llegaron a darse manotazos para entrar en el angosto sitio colocado en un tipo de esquina deforme por la erosión.

Cuando cayeron en cuenta, estaban cerca, muy cerca. Dejaba ver la clara diferencia de estatura, sus respiraciones se juntaron.

El aroma mirra que desprendía el venezolano, en su forma mortal desprendiendo un suave cacao, mientras el sirio desprendía un tipo de olor a pólvora. Ambos aromas se mezclaron, era sutil, pero estaban ahí.

Venzuela no estaba al tanto de la situación, puesto que vigilaba qué demonios era lo que los seguían. Pero Siria era otra historia, se golpeados el pecho si este no dejaba de latir como loco, trato de mantener la calma, no llegaría a nada con aquello.

--No veo nada, pero supongo que es porque la luz no llega hasta acá --Supuso el más alto. --Creo que ya pode...mos.

Oh, si no fuera porque conocía esos ojos, le hubiera dado un infarto cuando estos pelforaron en lo más profundo de su cuerpo, parecía que lo quería matar. Pero era la mirada normal de Siria.

De hecho, le parecía hasta tierno de forma retorcida.

--Ya podemos irnos... --Repitió intentando no atragantarse al no tener su hermoso espacio personal. El peligro asintió así que ya era hora de salir de ese angosto y molesto lugar.

(. . .)

Oh, cielos.

Estaban al borde de un colapso, pero, ¿qué sucedió?

Básicamente salieron después de varios tirones, pero no contaron con que Siria pisara mal una piedra y terminara cayendo encima de Vene. El resultado fue un dolor abrumador para el de estrellas, que perdió por un momento la capacidad de respirar en ese cuerpo mortal, un desastre. Siria actuó algo lento, pero se apoyó en sus manos algo lastimadas, estando sobre el cuerpo adolorido del de estrellas, justo en sus abdominales.

Venezuela seguía moviéndose con dolor sin acostumbrarse, pero reaccionó cuando vio como Siria estaba mirándole, sentado en su estómago, con las manos en su pecho en busca de matener el equilibro. O quizá por simple curiosidad, quién sabe.

Preso del pánico, Venezuela adoptó su verdadera forma, batiendo sus enormes alas y tirando al menos en el proceso. El olor del chocolate desapareció dejando paso a la mirra, capaz de embriagar a su contrario, su aureola iluminó casi todo el lugar incluyendo su cara casi vuelta un semáforo en rojo.

Cabreado Siria también tomó su forma real, gruñendo mientras dejaba ver esas enormes alas de pesadillas. Aunque también sabía admitir que aquello fue rarísimo. Con el ceño fruncido interrumpió al venezolano --Nunca hablaremos de esto.

--¡Jamás! --Comentó ahora el venezolano, dejándose caer al suelo tratando de reorganizar sus pensamientos. Ya no sentía dolor, nada en realidad, podía caminar en vidrios y salir ileso.

Volvieron a su forma mortal cuando el olor de la mirra y el azufre de mezclaron en una asquerosa muestra de olor, a ese paso incluso al otro lado del mundo sabrían que estaban juntos.

--¿Jamás? --Volvió a repetir Venezuela, ofreciendo su mano al serio que estaba en el suelo tratando de volver sus ojos a la "normalidad". Es decir, hacerlos lo más humano posible, era un fracaso en eso.

--JAMÁS.

--Pero no me grites, soy sensible...

Y como si nada pasara, volvieron a decir tonterías para hacer reír al otro.

Pasar buenos momentos entre amigos era agradable, ¿no?

❰✎❝℘ʀoհίɓɪժօ❞. .•.*。🌸🖤❱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora