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—¡Atrapado!— exclamó a la vez que tomó a su amigo de ambos brazos, haciendo como si estuviera arrestandolo— ahora camina.— le ordenó.

—Ay, eso no se vale— se quejó, e hizo caso, comenzando a caminar.

—Lo siento, amigo, es mi trabajo— dijo en tono serio actuando muy bien su papel de policía.— ¡Oigan, lo tengo!— gritó llamando la atención de los otros niños con quiénes jugaban, los cuales también eran sus amigos.

—¡Llévalo con el otro!— contestó uno de ellos, y el niño asintió, y lo llevo a donde le indicaron.

Era un pequeño espacio entre dos salones, en donde decían que era la cárcel.

El pequeño rubio entró en el pequeño espacio, encontrándose ahí con su amigo, mientras que el niño que lo escoltaba, acomodó las cajas que habían puesto para que no pudieran escapar,y luego se fue llendo a perseguir a los que faltaban.

—Syd, ¿Cuanto llevas aquí?— preguntó un poco asombrado, mientras se sentaba junto al niñito pelinegro, quien estaba sentado en el piso.

—Amm, no sé, unos años— contestó despreocupado. Vaya que actuaban muy bien.

—Vaya, eso es mucho tiempo.— dijo asombrado y el contrario asintió.

—¿Y Bri?

—No sé— se alzó de hombros.

Al poco rato se oyeron los pasos apresurados de varios niños, los cuales hicieron voltear a ambos amigos. Vieron que se acercaba Brian corriendo con sus otros tres amigos tras de él tratando de atraparlo, pero Brian fue más rápido y llegó a dónde se encontraban sus dos amigos "encerrados" para liberarlos.

—¡Brian!— exclamaron ambos al unisono alegrados.

—Hola— saludó jadeando mientras quitaba las cajas de la entrada rápidamente.— ya está, vamos

Los dos niños contrarios salieron y los tres se echaron a correr, ya que los otros se estaban acercando.

—¡No podrán escapar!— exclamó uno de los niños que los perseguían.

—¡Si lo haremos, somos muy rápidos!— gritó el pequeño Syd.

Los tres niños corrieron hasta llegar al salón de Roger y Syd, el cual se encontraba vacío. No tuvieron que cerrar la puerta, ya que los otros tres niños no se animaron a entrar, ya que temían que los regañaran ya que ese no era su aula, ellos iban en el salón de Brian; de hecho Brian tenía el mismo miedo, pero aún así estaba dentro junto con sus dos amigos.

—Tendrán que salir algún día— dijo uno de los niños, Joseph, y junto con los otros dos se sentaron en el piso fuera del salón.

Mientras Brian, Roger y Syd soltaron un resoplido lleno de alivio, luego se sentaron en las bancas, ya que ya se habían cansado de tanto correr.

—Creo que les ganamos, ¿No?— dijo el pequeño Syd, volteando a ver a sus dos amigos, quienes se encontraban sentados juntos en la banca de dos, que estaba junto a la de él.

—Creo que sí— respondió Brian.

—Gracias por salvarnos, Bri— le dijo el rubiecito con una bonita sonrisa en su rostro.

—Oh, no es nada, Rog— respondió y le regaló una sonrisa también.

— Roger— le llamó el pelinegro, haciendo que el mencionado rompiera con el contacto visual que estaba teniendo con Brian, para verlo a él.

—Mande

—Estas muy rojo— mencionó.

—¿Qué?— preguntó confundido el rubio.

Young love [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora