Me encontraba en el autobús que, como todas las mañanas, me había traído hasta el colegio. Me bajé en mi parada y fui caminando hacia el instituto. Sentí la presencia de alguien cerca de mí; noté aquel olor familiar que había sentido en mis sueños.
-Hola. - me dijo Sasha y me sonrió.
-Hola. - le respondí con una sonrisa. Llevaba una sudadera gris, un pantalón negro y unas vans oscuras.
-He pensado que como por la mañana vamos por el mismo camino al instituto podemos ir juntos, y a la salida también. - me dijo el.
-Mmm... De acuerdo. - respondí yo dudosa. No sabia el por qué de esa extraña petición tan inesperada.
-Quería preguntarte algo. - me dijo él. - ¿Por qué razón estabas acorrolada por esos macabras ayer?
-No hay ninguna razón. Me llevan tratando así desde que llegué al instituto. Ya nada me extraña. - dije yo mirando al horizonte.
-¿Y tú dejas que te traten así? - me dijo él con el ceño fruncido.
-No me queda más remedio que dejarlo pasar. - le respondí yo y me crucé de brazos.
-No puedes dejar que te traten más así.
-¿Y qué pretendes? ¿Qué pelee contra todos ellos? No tengo tanta fuerza, por si no lo sabes.
-Vale, pues a partir de ahora iremos juntos a casa y también por la mañana.
-No necesito tu ayuda.
-Sí la necesitas. Y sí tu no piensas ir a mi lado yo iré al tuyo. Tu elijes.
☆ ☆ ☆
Estábamos en clase de historia y la profesora nos dejó estudiar libremente por nuestra cuenta ya que habíamos acabado el tema y ya hicimos el examen; además, íbamos muy adelantados.
Después de pensármelo un poco saqué el libro de lengua, aunque el examen era la semana siguente no me vendría nada mal estudiar un poco sí tengo tiempo libre. Encontré el tema por el que íbamos, y al leer los dos primeros apartados escuché un extraño ruido que venía desde la ventana. Levanté la vista y me dí cuenta de que había empezado a llover. - Que bien. - pensé yo con angustia. - Que suerte tengo siempre de traer la ropa menos adecuada para el tiempo. Hoy no traigo si quiera una chaqueta con capucha, y mis zapatos son de tela. Intenté concentrarme en lo que estaba leyendo pero no podía hacerlo de ninguna forma; el ruido de las gotas me distraía. Miré por la ventana y observé como caían. Observé las hojas de los árboles, como se movían al tacto del viento.
-Elisa. - escuché a alguien llamarme. Salí del trance en el que me encontraba y miré curiosa a la persona que me había llamado.
-La campana ya ha sonado, nos podemos ir. - me dijo Natalia con una sonrisa en la cara.
-Oh, no me había dado cuenta, gracias por avisarme. - dije yo abriendo los ojos. Me levanté, recogí mis libros y salí de la clase.
Al salir al patio no encontré a ninguna de mis amigas ya que había salido tarde y además estaba lloviendo; saqué mi móvil y vi los mensajes de Lera, preguntando por mí. No pude responderle ya que si lo hacía mi móvil se mojaba.
Me di prisa al salir del colegio y fui bajando la cuesta rápidamente para no mojarme tanto, aunque igualmente llegaría empapada. Mis zapatos estaban muy mojados, y además resbalaban. Después de estar a punto de caerme tres veces seguidas decidí ir más despacio. Pensé en ir a casa de mi abuela, ya que el autobús probablemente se habría ido hace siglos. De pronto, una fuerte oleada de viento y lluvia se estampó contra mi cara. Perdí de vista mi camino durante unos segundos; los suficientes para no darme cuenta de que había un escalón delante de mis narices, y un poco más delante un enorme charco oscuro. Mi pie se enganchó con el escalón, balancee mis manos en el aire y tras estar un par de segundos en el aire caí en el inmenso charco de cabeza. Sentí como el agua traspasaba mi jersey y mi pantalón, y quise llorar. De repente, sentí como alguien me cogía de la cintura y me ayudaba a levantarme. Al girarme, me encontré cara a cara con Sasha, que me miraba con los ojos llenos de gracia con una sonrisa torcida.
-¿Estás bien? - me preguntó.
- Dentro de lo que cabe sí, se puede decir que sí. Gracias por ayudarme. - le respondí y observé mi ropa de arriba abajo. Estaba llena de barro y no quedaba ni un trozo seco en mi cuerpo. Comenzaba a sentir el frío, el viento no ayudaba.
-No es nada, tranquila. No iba a dejar que nadaras en ese charco lleno de barro, creo que hay sitios mejores para hacer eso. - me respondió y sonrió.
-No tiene gracia. - respondí yo borde. Comencé a temblar del frío que tenia.
Sasha se quitó la chaqueta y me la ofreció. Yo le negué con la cabeza; el levantó una ceja y se acercó un poco más, obligandome a cogerla y ponermela en los hombros.
-Que caballero. -le dije yo irónica.
-Así soy yo. - me respondió y me miró divertido. Yo puse los ojos en blanco, y fuimos bajando la cuesta despacio.
-Te acompañaré hasta tú casa. - Me dijo él.
-No hace falta, puedo ir sola. No tienes de qué preocuparte. - le respondí yo.
-¿Quieres volver a caerte en algún charco más? ¿Te gusta practicar la natación sincronizada? - me preguntó mirándome con ojos llenos de picardia.
-Vale, si te da la gana acompañame. Pero que sepas que puedo ir perfectamente sola. - le respondí yo y suspiré.
-Vale, te acompañaré, porque sé que te volverás a caer y me sentiré culpable de ello. - me respondió y sonrió.
-Claro que sí. -le respondí yo y puse los ojos en blanco.
Fuimos bajando, de mientras hablábamos sobre las últimas noticias del instituto y algunas que otras tonterías. Tras andar unos quince minutos llegamos.
-Aquí está la casa de mi abuela. -le dije yo señalando a la casa.
-Ah, guay. -me respondió él. Llamé al timbre y y tras esperar algunos minutos llamé de nuevo; y al no obtener respuesta llame otra vez, pero al parecer mi abuela no estaba en casa.
-Mierda. Mi abuela no está en casa. - dije yo frunciendo el ceño.
-Hoy no es tu día, Eli. - me dijo el y sonrió.
-Creo que ya me he dado cuenta yo sola, pero gracias por sacarme de la inmensa duda que tenia. -le respondí yo con la voz llena de ironía. Una oleada de viento frío vino a mí y comencé a tiritar.
¿Y sí vamos a mi casa? - me preguntó Sasha y me miró curioso.
-De ninguna manera. - le respondí yo abriendo mucho los ojos.
-Está un poco más abajo, no tardaríamos nada en ir hasta ahí. ¿O es que prefieres coger una neumonia? - me preguntó irónico.
-No voy a ir a tu casa Sasha. - le respondí yo con firme.
-Cómo prefieras. Yo me voy ya, paso de mojarme más. Adiós. - me dijo el dándome la espalda para irse hacia su casa. No sabia que hacer, pero lo que tenia claro es que no iría a su casa aunque tuviera que dormir en el portal. Aunque... pensandomelo mejor en ese caso sí que iría.
Cuando Sasha se fue hice varios intentos de encender el móvil, pero este no reaccionaba. Me había quedado sola, empapada y sin móvil en la calle con el frío, viento y lluvia. ¿Podría irme peor?
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The dark angel.
Teen FictionElisabeth, estudiante de 17 años vive en una pequeña ciudad con el nombre de Blastern con su madre y su pequeña gata. Cada vez que se enamoraba la persona de la que lo hacía rompía su corazón en pedazos. ¿Pasará lo mismo cuando ella conozca al rey d...