Capítulo 3. Entre sueños y recuerdos

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Emily.

Me encontraba en una casa muy hermosa, de madera. Caminé hasta salir de la casa y me dirigí a la orilla del mar. Contemplé el amanecer.

! Mami ¡escuché que gritó alguien. Una niña...

Me volteé y vi a una pequeña de unos cuatro años corriendo hacia mí. Se parece a mí, aunque con los ojos más oscuros que los míos.

¿Qué pasa pequeña?la cargo

Papá está molesto.dice haciendo puchero.

¿Por qué mi niña? digo fingiendo enojo.

Porque no lo despertaste para ver el amanecer contigo ni a mí.pone una cara triste.

Amor. escuché.

Me di la vuelta y vi una mano levantada hacia mí, recorrí la mano hasta llegar al hombro y cuando estaba a punto de ver la cara del chico, desperté.

Madre mía, el aire acondicionado se siente frío, si no lo apago me enfermaré. Me levanto en busca del control y presiono el botón rojo. No recordaba que ya no estoy en mi casa.

Estoy lejos de lo que antes era mi hogar. Ahora esto es mi nuevo hogar. ¿Realmente esto es un buen cambio para mí? Nunca juzgues un libro por su portada, según dicen. Pienso en mis amigos, en mis locos primos. Diablos, no sé que haré sin ellos, éramos como los tres mosqueteros adolescentes. Ellos hacían mis días más felices. No me queda más que acostumbrarme, aceptarlo. ¿Será suficiente solo resignarme? Pienso en lo feliz que ha sido mi madre desde la muerte de mi padre, lo pienso mejor y si, es mejor un cambio. Dejar todo atrás es algo que las dos necesitamos.

Estudiar aquí no puede ser tan malo. Domino el idioma, pero eso es muy diferente a vivir todos los días con él. ¿Se burlarán de mi acento?; vaya qué estupidez, yo preocupándome por cosas triviales. Suena mi alarma para hacer ejercicio y decido que hoy no es un día para mover mi esqueleto de mi nueva y cómoda cama. Me levanto, camino al baño y hago mis necesidades.

Escucho un zumbido y busco mi celular en mis sábanas. Sigue vibrando, pero no lo encuentro. Me desespero así que levanto las sábanas de un jalón y mi celular sale volando a la puerta. En ese momento Johan entra y le pega en el pecho y lo agarra torpemente con las manos, lo salvó. Al fin puedo dejar de contener el aliento.

—Tu madre quiere tener un desayuno en familia —me da el celular y añade— ten cuidado Emily, los celulares no son anti-tu —sonríe.

—Muy gracioso Johan —se lo quito y me siento en la cama.

Reviso mi celular para ver quien me llamó.

Una llamada perdida. Le doy clic y es Christian.

Johan sigue en la habitación. Lo miro tratando de que entienda... que ya puede retirarse.

—Tu madre, almuerzo, todos —dice lento.

—Bajo en un minuto, Christian me ha llamado —llamo a su celular y espero a que conteste.

—Oh, claro, no tardes Emily—sin más, se retira.

El celular suena una, dos veces, tres veces, al ver que no responde estaba a punto de colgar, pero alguien responde al otro lado.

—¿Sí? —responde una voz grave.

—¿Christian? —divago.

<<No Emily, Satanás, ¿quién más si no?>>

—Dios mío Emily, siento que me muero sin ti. Pensé que estabas dormida aún porque no me contestabas. Suena contento.

VIDA TRAS VIDA  SUSPENDIDA TEMPORALMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora