Capítulo 8/ Sorpresas

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Nota de la autora: al final del capítulo.

Ahora me encontraba en el consultorio de un doctor, muy amigo de Johan. Por suerte para mi madre, habla español. Mis manos sudan, nerviosas por el diagnóstico que me pueda dar el doctor. Solo ha podido acompañarme mi madre y fue un alivio que fuera así. Unos niños salen del consultorio agarrados de la mano de su madre, su piel está muy pálida y camina sin ánimo de cuidar a sus niños. La compadezco.

Nos levantamos adentrándonos al consultorio del doctor. Un hombre maduro de piel canela nos estrecha la mano al entrar.

—Dígame el motivo de su consulta— nos dice una vez que tomamos asiento. Mi madre siempre habla por mí, pero esta vez quiero ser yo la que hable por mí. Después de todo yo soy la enferma. Así que soy la primera en hablar.

—Me he desmayado un par de veces  —empiezo, a lo que el doctor me mira atento, ahora sí viéndome a mí—, hace poco nos mudamos y desde entonces han pasado numerosas veces- toma nota en su laptop.

—He notado que no ha querido comer bien desde que empezó la mudanza –mi mamá interrumpe-. No había prestado cuidado a ello, creo que es la razón de sus desmayos. Sin embargo hace mucho ejercicio y creo que ha habido una des-compensación por ello —el doctor asiente.

—Lo más seguro es que tu cuerpo no está recibiendo el alimento necesario después de tus rutinas de ejercicio. Tu dieta pende del ejercicio que haces, de alto o bajo impacto. Si tu cuerpo no recibe lo apto entonces suceden los problemas.

—Hace años recibió bullying por parte de sus compañeros. Decían que era gorda —sin disimular observo a mi madre casi acuchillándola por los ojos.

—No es eso mamá—digo avergonzada. Es falso, si he descuidado mi alimentación pero no lo admitiré.

—Emily, no pasa nada—el doctor Smith me mira compasivo—.Inconscientemente haces todo esto después del trauma psicológico que se desencadenó. No importa lo que comas, si después tu rutina hará que bajes todas esas calorías. Dime tu rutina de ejercicio-me rasco una ceja, estoy entre la espalda y la pared.

—Hago doscientas abdominales, doscientas sentadillas de veinte en veinte con descansos de cinco segundos. Saltos en cuerda por cinco minutos sin parar. También hago caminadora —gracias a que Johan compró caminadora para mí- por media hora con flexiones de pierna y levanto pesas de kilogramo y medio.

—¿Qué tan seguido lo haces?

—Todos los días, pero descanso en domingo.

—¿Cuándo comenzaste?

—Antes de mudarme solo caminaba, hacía sentadillas y abdominales —asiente.

—Emily, ahora dime lo que comes.

—Desayuno huevos con tocino y rollos de jamón con queso y jugo de naranja.

—Eso era antes, ahora solo se come la mitad de lo que le doy en cada comida.

—Mamá... —le advierto.

—También su ánimo ha decaído un poco. Antes iba al gimnasio pero ahora que nos hemos mudado no ha querido salir —bueno eso es cierto, pero es que no conozco aquí. Ahora hace su rutina en casa—. La he inscrito en boxeo para mejorar su ánimo.

—Emily, necesito que te hagas unos estudios-agacha la cabeza y sus ojos me miran por encima de los lentes y después asiento—. Solo para descartar, entre ellas es una prueba de embarazo. Muchas adolescentes dejan de comer para ocultar su apetito y que la pansa se desarrolle —abro muchos los ojos y mi madre me mira por igual. Imprime un documento y lo pasa por encima del escritorio.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2017 ⏰

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