CHAPTER 10

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Llegada la noche de trabajo, Amy se levantó de su improvisada cama dentro de aquel cuarto de servicio; sin ánimos de laborar en ese momento: para ser sincera, todos aquellos problemas que surgieron en un principio la estaban agobiado y estresando.

La noche anterior, Arthur le propuso ayudarla con las entregas tomando su lugar, mas ella se negó rotundamente, excusándose de ser peligroso, pues eso implicaba ver a Lancelot, entre muchas cosas; sin embargo, el Caballero del Viento no aceptó un no por respuesta.

Ella necesitaba apoyo, lo admitía, pero sentía que no debía recibirlo de personas pertenecientes a esa época. Agradecía las buenas intenciones de Arthur; pero temía en cometer el más mínimo error y alterar la linea temporal.

Se veía obligada a negar todo tipo de ayuda.

[...]

Tras una hora de trabajo, Amy avistó a lo lejos una de las puertas a las que debía visitar y entregar. Suspiró resignada y avanzó con el carril. Trataba de andar con cuidado de no toparse con Lancelot, haciendo lo posible por entregar todos los pedidos sin pasar por la habitación del aludido caballero.

Pensaba ir en cuanto cumpliera con todos los demás. Sonaba muy cobarde, pero lo hacía por su bien. Tarde o temprano, ella debía ir a entregar lo que le correspondía.

—¿Te puedo ayudar? —dio un respingo, y se llevó la mano al pecho tras darse la vuelta y reparar en esa reconocida presencia.

—Arthur, me asustaste —habló ella al ver al paladín azul, y continuó con su camino, ahora sin emitir palabras, siendo seguida por aquel personaje de la nobleza.

Se supone que no debía distraerse en horas laborales. En ocasiones se topaba con Fallace, y este algunas veces vigilaba a la joven para confirmar su labor.

—Lo siento, Amy, no fue mi intención —se disculpó él, a lo que ella asintió. De repente, el erizo recordó algo al cabo de unos segundos— Por casualidad, ¿pensaste en mi propuesta?

Ella emitió un suspiro. ¿Cómo podría responder a eso?

—Agradezco mucho que desee brindarme su apoyo, en verdad lo aprecio mucho... —la de melena rosa dudó en si rechazarla o no. Todo era tan difícil y angustiante para ella, que hasta pensaba que las decisiones más inofensivas podrían provocar grandes cambios en la línea temporal— Pero no puedo recibirlo...

—¿Por qué no, Amy? —sabía él que era algo imprudente insistir, pero no pudo evitarlo al sentirse impotente por no hacer algo al respecto. Emitió un suspiro y guardó un poco la calma—. Necesitas ayuda; lo puedo notar en tu mirada —respondió él en justificación y consuelo—. No es nada malo recibirla de vez en cuando. Todos la necesitamos alguna vez.

La eriza pronto se debatió internamente entre sí estaba haciendo bien las cosas o no. Sí, Arthur tenía toda la razón; pero ese problema del que tanto se lo mantenía para sí misma era algo que no debía soltar.

¿Afectaría en algo la cooperación del caballero? ¿Y si debía realizar algo más importante que invertir su tiempo ayudándola, como planificar sus defensas, liderar a la caballería?

—Solo te apoyaré en tu labor ¿Qué tiene eso de malo? —le escuchó decir. Se le notaba preocupado.

"No tendría nada de malo si yo fuese alguien de esta época...", se lamentó ella en silencio.

—¿Hay... posibilidades de que todo falle? —inquirió un tanto nerviosa e insegura. No estaba del todo de acuerdo con la idea, pero quería saber en qué consistía y de qué manera se ejecutaría sin que afectara a terceros— ¿Hay algo más que quizás deba saber?

My helpless Rose (Original version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora