My helpless Rose (Original version)

CHAPTER 5

¿Qué podía hacer para ayudar a Lancelot? Haría cualquier cosa con tal de apoyar a esa triste alma. Aunque haya hecho cosas malas en el pasado, de todos los males que ocasionó en su tiempo, ella pudo notar que en verdad él se estaba arrepintiendo. Nada ni nadie podía cambiar su pasado, clara está esa idea... Y ahora su presente estaba destruido. Aunque no lo quiera, él debía afrontar las consecuencias de sus actos. Hubiese ido a consolarlo, pero le costaba mucho acercarse al espíritu debido a su timidez.

A la de orbes jades no le quedó de otra que resignarse a ver cómo el espectro se iba alejando cada vez más y entre los árboles, sin rumbo y desmotivado. Los deseos de venganza del caballero se habían aplacado después de tantos siglos, pero eso no significaba que no siguieran incrementando esos sentimientos negativos hallados dentro de él: aflicción, resignación, añoranza, entre otros.

No.

Lancelot no debió terminar de esa manera, era lo que había pensado la de melena rosa.

¿Cómo podría ayudarlo? ¿Cómo?

—¡Lancelot! —llamó ella mientras caminaba a paso rápido, mirando a todas partes en su búsqueda.— ¡Lancelot, quiero ayudarte, en verdad quiero hacerlo! —por más que gritara, las respuestas no llegaban, lo que le llenó de preocupación.— ¡Por favor, regresa! ¡Debe haber una solución para esto!

No le quedó de otra que apresurar su paso. Aunque hacer eso le costara mucho la respiración, tenía que alcanzarlo; hacerle saber que no estaba solo; que pese a ser un asunto ajeno a ella, no lo abandonaría. Ese extraño impulso por querer ayudar a los demás la convertía en esa chica tan especial que sus amigos y compañeros admiraban.

Estaba preocupada: ya llevaba casi quince minutos y sin rastro de él. Se preguntaba internamente si debía rendirse en su búsqueda o no. Suspiró llena de resignación, dispuesta a regresar a su hogar, con esa presión oprimiendo su pecho. Sacó su inhalador y se lo llevó a la boca tras agitarlo. ¿Lo volvería a ver algún día? Esperaba que sí, lo más pronto posible.

Sin más opciones, guardó su inhalador y dio media vuelta antes de marchar. Debía regresar ya: estaba oscureciendo y el bosque se tornaba más difícil de vislumbrar. No estaba en buenas condiciones para permanecer fuera por más tiempo. Nuevamente se estaba perdiendo entre loa arboles y la nieve. ¿A dónde debía ir ahora?

A los lejos vio un enjambre de luciérnagas. Estas parecían aproximarse hacia ella.

Pudo contemplar un tanto asombrada cómo aquellos insectos la rodeaban sin toparse con alguna parte de su cuerpo: era algo extraño y a la vez maravilloso. Ver el brillo que emitían tan cerca no era algo que ocurría todos los días.

 Se desviaron de la eriza y se dirigieron a uno de los árboles adyacentes a ella.

Se hallaba un grabado en el aludido árbol, algo que llamó su atención.

"Añorar el pasado es correr tras del viento".

La de orbes jades quedó levemente confundida con aquella frase, pese a que sí entendiera de lo reflexivo que era. Lo que le extrañaba era la llamativa y azulada iluminación que emanaba en cada una de sus palabras y en el tronco del arbol, tan misteriosa que llamaba mucho la atención por sus tonalidades frías. ¿un mensaje oculto, quizás?

Se abrazó a sí misma en busca de calor: el viento repentinamente comenzaba a correr con una fuerza sobrenatural, que arrastraba consigo partículas de nieve, las cuales se impregnaban en las prendas de la joven, incluyendo en su rostro. La humedad en su cuerpo no cesaba, y aquello empeoraba más su estado.

¡Por Caos! El frío que recorría por su cuerpo era insoportable.

Ahora no solo arrastraba nieve, sino a la misma eriza, quien chillaba y luchaba por aferrarse al árbol más cercano a ella. Una fuerza extraña intentaba atraerla hacia un portal extraño y con tonalidades verdosas, ya abierta cuando había comenzado el desconocido fenómeno. Tanto caos ocasionaba el espanto de la fémina, sin nadie que la ayudara a salir de ese lugar, nada podía hacer. No lograba aferrarse muy bien del tronco por el ventarrón.