Veintitrés veinticincoavos

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23.

Miou permaneció muy quieta, dudando en si había escuchado mal o si Shoto la estaba poniendo a prueba. Tomó la pequeña mano del infante y la alejo de su brazo, haciendo que la expresión de Todoroki se encogiera. Rápidamente volvió a ubicarse junto a él en la cama y acaricio suavemente el dorso de sus pequeños dedos, haciendo que la idea de que lo iba a abandonar se esfumara.

-¿Si? Aquí estoy. -Ya sea una prueba o algún otro intento de hacerla cometer un error para echarla, eso no impidió que el sensible corazón de Miou fuera alcanzado por una petición tan simple y sincera.

Shoto estaba sorprendido, sorprendido de que a pesar de haber sido un patán maleducado el comportamiento de su niñera continuara siendo dulce y desinteresado. De alguna forma eso le recordó a su madre. Su amoroso comportamiento y trató hacía a él aún cuándo su padre lo presionaba y lastimaba con un pesado entrenamiento, ella siempre se mantuvo ahí para abrazarlo, besarlo y consolarlo... cuándo esa horrible quemadura aún no había sido grabada con fuego en su ojo hasta deformar su cara. Un sentimiento amargo y doloroso taladro su pecho, haciendo que el rechazo marcado por las acciones de su madre y la fuerte severidad de su padre lo hicieran tomar distancia de Miou con un manotazo.

-No logró entenderlo... -Murmuró con un delgado y tembloroso hilo de voz que logró arrancar de su anudada garganta. -¿Por qué eres tan buena conmigo...? Aún cuando y-yo... -Se abrazó a si mismo con fuerza, recordando las miradas frías e inexpresivas que recibía a diario por su apariencia... por tener esa horrible mitad de su padre grabada en su ADN. Tenía miedo de convertirse en el hombre que mas odiaba, el enorme complejo de inferioridad que tenía le impedía poder abrirse con lo demás por lo que prefería aislarse de toda emoción con la que podría volver a lastimarse. Distanciarse, no involucrarse con nadie y depender de su propia fuerza... porque si alguien lograba acercarse lo suficiente a él se daría cuenta del horrible monstruo que era en realidad. La educación abusiva y su complicada situación le estaban robando su infancia, le habían hecho creer que él era tan solo una herramienta que no merecía ser amado.

No merecería ser amado.

Él no merecía ser amado.

¡No merecía ni necesitaba ser amado! 

Entonces... ¿por qué tenía tantas ganas de llorar cuándo esa suave y débil mano se extendía hacía él? Si realmente se había resignado a esos sentimientos, ¿De dónde nacía la necesidad de corresponder al abrazo de la persona que con tanta ternura intentaba consolarlo?

-¿Por qué...? -Gimió con una voz pequeña y angustiada. -¿Por qué me abandonó...? Y-yo no pedí nacer con esta apariencia... ¡yo no pedí ser así! Y-yo solo...

Tan solo quería que mamá se quedara a mi lado... un poco más.

Miou no fue capaz de encontrar las palabras adecuadas para consolar el pequeño y herido corazón del pequeño que lloraba amargamente entre sus brazos. Era doloroso ver como un niño desde tan joven podía crecer con la idea de no merecía ser amado. Odiaba ser tan tonta y no tener las palabras correctas para aliviar esa herida profunda en él. Tan solo pudo abrazarlo y acompañarlo en llanto hasta que estuviera satisfecho. Paso un tiempo hasta que el agotamiento los golpeo y cedieron ante el sueño.

Quizás Miou no fue capaz de hacer un cambio significativo en los complejos de Shoto -después de todo él seria capaz de superarlos una vez se rodera con las personas correctas en el lugar indicado, muchas años más tarde-, pero a partir de entonces su actitud hacía ella tuvo una gran transformación. 

De alguna forma, su sinceridad logró alcanzarlo.

24.

-Oigan... ¿alguien podría explicarme que paso mientras no estuve? -Fuyumi había regresado el domingo para cenar luego de haber acompañado a su padre a un corto viaje de negocios en el extranjero. El viernes -día en el que partió-, su pequeño y distante hermano aún se negaba a poner un pie fuera de su habitación y mucho menos comer con ellos, pero justo ahora él... 

Baby SisterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora