Cuatro sextos

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4.

Esa mañana mientras los huevos que había puesto a hervir para el desayuno y los panes terminaban de tostarse, Miou hacía las cuentas de ese mes y trataba de organizar lo mejor posible su horario para que las horas que tendría que trabajar de ahora en adelante no chocaran con sus actividades del diario vivir (hacer sus tareas y estudiar para los exámenes). Decidió no decirle a su tío sobre su empleo de medio tiempo y su muy exigente jefazo de mirada inflexible y expresión seca, no quería preocuparlo ni tampoco serle una molestia.

Desayuno, lavo los trastes, cepillo sus dientes, peino su cabello y antes de salir se aseguro de no llevar el nudo del uniforme chueco o mal atado.

-¡Me voy! -Le anunció a la foto de su padre, que descansaba sobre la desgastada mesita de madera en el centro de la sala.

El camino a la secundaria fue como siempre; tranquilo y despejado, como Miou acostumbraba a madrugar no tenía la necesidad de acelerar el paso o tomar el metro. Saludo a todos sus vecinos con una sonrisa y miro con ojos brillantes las vitrinas de tiendas donde exponían conjuntos de ropa muy lindos acorde a la estación. Ni se molesto en revisar su cartera, sabía de sobra que aunque se ahorrara cinco comidas jamás podría comprarse ese bonito vestido rosa a juego con esas sandalias crema. Soltó un gemido triste, aferrándose a la idea de que el hacer de niñera le iba a permitir darse uno que otro lujito de ahora en adelante.

Al llegar a las instalaciones se topo con Fuyumi nada más poner un pie dentro del lugar.

-Miou-chan, buenos días. -Le sonrío con esa tan bonita forma de hablar que tenía. Ella correspondió con una suave curvatura de labios, le agradaba la idea de volverse más cercana a Fuyumi. Le devolvió el saludo con esa amabilidad y dulzura que, inconscientemente, emanaba y empalagaba a quienes la rodeaban. Conversaron un poco mientras iban de camino a su salón, y fue ahí que Miou finalmente se animo a lanzar esa interrogante que se había planteado desde el día anterior.

-Discúlpame si estoy siendo impertinente pero... -Comenzó diciendo. -¿por qué tus hermanos necesitan una niñera cuando te tienen a ti? -Se arrepintió al ver como el rostro de Fuyumi se contraía en una mueca triste.

-Mi familia es un poco especial... -Explico con un tono apagado mirando hacía el vacío, con los ojos ensombrecidos en melancolía. -Debiste notarle en cuanto entraste, sobre todo por papá. -Suspiro largamente. -Me obliga a tomar cursos de etiqueta, defensa personal, debate y aveces me lleva a su agencia con él después de clases... quiere que sus hijos lleguen a ser tan intachables como él. -Hizo una pausa para poder mirar a Miou. -Quizás no debería decirte esto pero... eres la cuarta niñera a la que contrata en el mes. Mis hermanos son... niños complicados, sobre todo el más pequeño... Pero como dije, pienso que eres una persona confiable y... cuando te vi mirando de esa forma tan cariñosa a Natsuo supe que ibas a estar bien. -Giró completamente hacía ella, con una nueva y radiantes expresión en su semblante. Hizo un reverencia llamando la atención de todos en el pasillo y haciendo que Himuro comenzara a mover las manos nerviosa.

-Los dejo a tu cuidado, Miou-chan.

-Y-yo... -Se sonrojo de inmediato con una sensación de bochorno hormigueándole el estomago. ¿Cómo era posible que una persona tan responsable y genial como lo era Fuyumi, se inclinara ante alguien tan torpe y boba como lo era ella? Miou siempre había admirado a Fuyumi, desde el principio. Todos en su salón habían votado por ella como delegada de la clase por exactamente eso, porque era una persona muy confiable y amable con todos. La estaba elogiando de más, así que luego de unos segundos de incertidumbre, logró recolectar el valor suficiente para poder tomar las manos de Fuyumi entre las suyas con sutileza, haciéndola dejar de ser tan buena con una tonta como ella. -Daré lo mejor de mi, Fuyumi-chan. Así que por favor, cuida de mi.

Baby SisterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora