CAPITULO 14

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Félix no apartaba los ojos de Changbin. Su amigo y el llevaban casi una hora con aquellos dos tipos y parecía que lo estaba pasando muy bien. Incluso había bailado con uno de ellos. Verlos juntos, abrazados, le provocó una sensación extraña que se le enroscaba en las entrañas. El chico aprovechaba cualquier excusa para tocarlo.

Hasta cierto punto podía entenderlo, porque en su lugar, él habría hecho lo mismo. Changbin era precioso y esa noche, con unos pantalones ajustados y una camiseta que dejaba a la vista sus claviculas cada vez que se movía, era toda una delicia.

Pero eso no evitaba que, cada vez que lo veía coquetear con el, deseara echárselo sobre el hombro y sacarlo de allí. Ver a aquel tipo rodeándolo con sus brazos hacía que le hirviera la sangre.

Chan le echó otro vistazo a su reloj y farfulló un par de maldiciones. Faltaban dos minutos para que se cumpliera la hora que habían acordado e iba a perder la apuesta.

—Creo que has perdido tu dinero —dijo Yuta entre risas—. Los niños no han salido corriendo.

Chan le respondió con un empujón y Yuta se lo devolvió. Félix no les prestaba atención. Los tipos se habían puesto de pie y parecía que se marchaban. Se puso tenso. Si Changbin se largaba con ellos, no estaba seguro de si lo dejaría ir sin más. Con un inesperado alivio vio cómo salían, solos. Seungmin se levantó y se encaminó directamente hacia él; pasó de largo con Chan en su punto de mira. Changbin se quedó en la mesa.

—Deberías cerrar la boca. Babeas —dijo Renjun con voz envenenada al pasar por su lado.

Félix lo siguió con la mirada. Continuaba enfadado y no se molestaba en disimularlo. A veces personas eran un auténtico misterio para él. Pedían sinceridad, pero cuando la recibían, y esa sinceridad no encajaba con sus expectativas, te declaraban la guerra. Apoyó la cadera en la mesa de billar, reuniendo el valor suficiente para acercarse al princesito. Se sentía estúpido. Eso nunca había sido un problema para él, sobre todo porque eran los chicos quienes siempre lo buscaban.

Tomó aire y dejó el taco. Si pensaba acercarse debía hacerlo ya, antes de que su amigo regresara. Se enderezó de golpe, al ver que Renjun acababa de tropezar con la silla que ocupaba Changbin. Parecía un traspié fortuito, pero Félix lo conocía lo suficiente como para saber que había sido deliberado.

—¡Uy, perdona! —dijo Renjun con sarcasmo.

Changbin se frotó el brazo, donde lo había empujado con la cadera, y se puso de pie como si un resorte la hubiera lanzado hacia arriba.

—Lo has hecho a propósito —le espetó.

Renjun soltó una carcajada y regresó tras la barra. Comenzó a recoger unos vasos.

—Te comportas como un niño —murmuró Changbin.

Renjun lo fulminó con la mirada. Se echó hacia atrás y apoyó las manos en la barra.

—¿Cómo has dicho?

—¡Que te comportas como un niño! —repitió Changbin, alzando un poco más la voz.

—Niñato estúpido —masculló Renjun con ojos llameantes.

Changbin acortó la distancia entre la barra y el. Él estupido no dejaba de provocarlo y el estaba a punto de estallar, ya fuera por la cerveza, o porque su mitad irracional e impulsiva estaba arrancado de cuajo a lo sensato. En el fondo le daba igual el motivo; esta vez no iba a mirar para otro lado y a dejar que lo pisotearan.

—Estoy harto de tu actitud —le espetó—. Me tratas como si fueras la víctima y yo él que se hubiera tirado a tu novio —soltó sin importarle que todo el mundo la estuviera oyendo—. ¡Aquí él fulano eres tú!

Crossing the limits || LixbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora