CAPITULO 16

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Lee Donhyon y Seo Jungwoo eran amigos de toda la vida. Como cada mes, desde que Changbin tenía uso de razón, ambas familias se reunieron para comer juntas en el Club. Para el era la segunda comida que tenía lugar tras su ruptura con Minho, y la situación no podía ser más embarazosa.

Agitó con la pajita el hielo de su vaso, centrando su atención en cómo daba vueltas y se iba derritiendo dentro de su refresco. Era consciente de la mirada de Minho sobre el, también de que no tardaría en aprovecharse de la situación para acercarse y hablar. Algo que Changbin trataba de evitar a toda costa.

Minho siempre había sido una constante en su vida. Alguien a quien conocía, que siempre había estado ahí: en los cumpleaños, durante las vacaciones, en Navidades..., pero con quien apenas había tenido relación. Para el siempre había sido el hermano mayor de Jisung. Era atento y educado, incluso en alguna ocasión le había atizado a algún chico por molestarlo. Pero su interés en el siempre había sido inexistente. Hasta que cumplió los dieciséis años. Jisung, Seungmin y Changbin pasaron ese verano en un campamento en Florida. A su regreso, casi tres meses después, todo cambió. De repente, Minho solo tenía ojos para el; y durante meses trató de conquistarlo como si de un príncipe azul se tratara. Y lo consiguió; logró enamorarlo y se convirtieron en la pareja perfecta. Hasta que todo el castillo se desmoronó bajo ellos, por culpa del brujo y su manzana envenenada.

—Discúlpenme. La mesa ya está preparada —informó una camarera.

Changbin dejó su vaso sobre la barra y se dirigió al comedor. Una mano lo retuvo.

—¿Te importa si hablamos un momento?

Changbin se giró y se encontró con la tierna mirada de Minjin, la madre de Minho. Asintió sin estar muy convencido. La mujer enlazó su brazo con el de el y siguieron a los demás.

—¿Qué tal va todo? Hace mucho que no hablamos —dijo la mujer.

—Bien. Todo va bien.

Minjin suspiró de forma exagerada. Ese era el prólogo que anunciaba la incómoda conversación.

—Estos días he hablado mucho con Minho. Está muy arrepentido, lo sabes, ¿verdad? —empezó a decir. Changbin puso los ojos en blanco, pero ella no pudo verlo—. Cariño, te aseguro que mi intención no es disculparlo, ni convencerte de nada...

—Entonces, ¿por qué estamos hablando de esto? —preguntó Changbin, consciente de que estaba siendo grosero.

Minjin volvió a suspirar, afectada.

—¡Porque qué sería de nosotros si no aprendiéramos a perdonar! Todos cometemos errores –si bien es cierto que unos más que otros–, pero... Minho te quiere mucho, Binnie. Él tiene planes, planes importantes de los que tú formas parte. Él no concibe un futuro en el que no estés tú.

Changbin sacudió la cabeza. Vio cómo su madre les lanzaba una mirada fugaz por encima del hombro y después continuaba conversando con el infiel. Aquello olía a complot.

—Pues no ha sabido demostrarlo —masculló con los labios apretados.

—Bueno, ya sabes cómo es...

Changbin la miró de reojo, sin dar crédito a lo que acababa de oír. ¡Bienvenidos al siglo de la igualdad! Por mujeres como Minjin, los hombres se comportaban como niños caprichosos para los que nunca había consecuencias por sus actos. ¡Pobrecitos, nunca saben lo que hacen! ¡Y un cuerno!

—¿Y cómo es, si se puede saber? —preguntó Changbin. Sonrió para disimular el tono acerado que no podía reprimir.

—Cariño, a veces cree que desea aquello que no tiene para sentirse bien. Después se da cuenta de que lo que de verdad necesita es lo que siempre ha tenido a su lado. Lo que ocurre es que, para llegar a esa conclusión, antes experimenta y no siempre de la forma más adecuada. No sé si me sigues —explicó con una risita tonta—.Y si a todo eso sumamos que el miedo al compromiso lo vuelve loco al principio... —Acarició el brazo de Changbin con ternura y le dio un ligero apretón—. Minho ya ha superado ambas etapas. Se ha dado cuenta de que ha estado a punto de perderte por una insignificancia. Ese chico... ¡ya sabes cómo son los de su clase!

Crossing the limits || LixbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora