Era fin de año, bueno, no exactamente. Era 5 de enero y nosotros festejabamos el fin de año.
Hacía unas semanas que la había conocido en el parque mientras paseaba y había vuelto una y otra vez a verla en aquel mismo punto para sentarnos a charlar.
A la tercera vez que nos encontramos me animé a pedirle su número de teléfono y un par de días después la invité a una fiesta conmigo.
Me sorprendió lo rápido que aceptó mi propuesta, sin siquiera importarle que al único al que más o menos conocía era a mí, pero yo estaba seguro de que no iba a sentirse incómoda, ya que mi grupo de amigos era de esa clase de personas a las que le gustan los encuentros tranquilos de guitarreada y asado.
Además, con frecuencia cada uno solía llevar amigos ajenos al resto y todos colaboraban para integrarlo.
Aunque con ella fue distinto. No hizo falta que nadie la empujara ni la persiguiera, antes de darme cuenta Zoe se había convertido en el centro de atención y yo miraba desde una esquina celoso como todos se reían de sus chistes.
Llevaba un vestido negro. Recuerdo haberme quedado mirandola soprendido al abrirle la puerta. La tela caia por su figura con la naturalidad con la que el río caía de las montañas. Su piel brillaba en la noche y su pelo caía hacía un costado en ondas despeinadas.
Zoe levantó la cerveza que había traido hacía mí y yo reí haciendola pasar.
Recuerdo la risa de todos al presentarla como "Mi nueva amiga Zoe" con cara de idiota enamorado.
Por el resto de la noche hablamos, comimos y cantamos desde la distancia, compartiendo sonrisas complices de vez en cuando. A mi me bastaba con mirarla y ella adoraba ser observada, llamar la atención era algo como su hobie. Para mi aquello no era un problema, verla me bastaba no era alguien de muchas palabras, pero quería acercarme a ella, me sentía atraído como un metal a un imán, un insecto a la luz, etc,etc. Y entonces, para salvar mi agonía, eso paso. Y con "eso" me refiero a nuestro primer beso. El más raro, imprevisto e inolvidable que haya tenido.
Fué pasadas las doce. Poco antes de que toda la fiesta terminara la luz se cortó y todos empezaron a reír y gritar. Zoe se acercó a mi en la oscuridad, buscandome con sus manos, encontrando mi brazo, mi pecho, mi cuello..., mientras que yo me aferraba a su cintura, regocijandome en la curvatura de esta. Lo último en encontrarse fueron nuestros labios que coalicionaron como trenes a toda velocidad. Así de rápido fue que terminamos unidos, abrazados, besandonos.
Pero la luz enventualmente volvió y me iluminó los ojos cerrados.
.....
Abrí los parpados cegado por el blanco que atacaba mis ojos. Quise taparme con la mano pero el cuerpo no me respondía. El calor se cernía sobre mí abrumadoramente, avanzando..., al principio estaba lejos y cada vez corria más cerca. Trataba de huir, quería correr, al menos gritar, pero nada salía. Mi cuerpo ya no era mio, las llamas se lo comían.
Entonces la conciencia comenzó a abandonarme, Zoe se la llevó. Sus manos me abrazaron y cerré los ojos... quería volver a la oscuridad con ella, a nosotros pegados y besándonos.
Asi que las apagué, apagué todas las luces.
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Porque asi lo quiso el destino ©
RomanceTe doy un consejo que alguien debió darme a mí mientras aún estaba con vida: No importa lo que pase, nunca, NUNCA, dejes que alguien que quieres se vaya...