Me quedé allí dando vueltas, caminando sobre la nada, observando a la nada, al espectro negro.
Habían pasado varias horas desde que había despertado y todavía no sabía dónde estaba o porqué. Don fantasma se negaba a responderme y todo era tan igual, tan vacío, tan silencioso que estaba a punto de volverme loca.
—¿Estoy muerta? —pregunté, pero no recibí respuesta, otra vez —. ¡Hey, Casper, Dementor! —grité y aplaudí en su cara hasta que por fin se movió: — ¡Fantasma de la muerte!
El espectro se giró hacia donde estaba abrió sus labios putrefactos. Esperé que dijera algo pero entonces comprendí que era lo que estaba esperando.
—¿Estoy muerta?
—No —contestó una voz espectral, gruesa y monótona. Abrí los ojos en sorpresa, extrañada por la respuesta.
—¿Entonces, no morí?
—No.
—No estoy muerta, pero tampoco estoy viva —. El fantasma no contestó—. Y no estoy en mi casa...—. El silencio se mantuvo—... ¿no?
—No.
—Alguna vez dirás algo más útil o que al menos no sea "no" —. El fantasma no se movió de su lugar, ni cerró su boca. Rendida a que no me respondiera, pregunté para saciar mi deseo: — ¿Julián está vivo?
—No—contestó el fantasma.
—¿Por qué estoy aquí? —pregunté dejándome caer en el suelo y acerqué mis piernas lo más cerca de mí que pude.
—No deberías haber muerto. No estabas en la lista—contestó el fantasma para mi susto y mi sorpresa.
—¿Y qué va a pasar ahora? —pregunté confundida.
—Debes volver.
—¿Y si no lo hago? —dije en un impulso de rebeldía.
—Habrá consecuencias.
—¿De qué clase? —. El fantasma no contestó—. No quiero volver —confesé—. Ya no hay nada para mí ahí.
Y por primera vez, el Fantasma de la Muerte habló sin que yo le hiciese una pregunta. El humo que despedía su cuerpo se hizo más espeso y su voz resonó dentro de mi cabeza:
—¿Qué es lo que quieres?
—Quiero a James—dije sin pensar—. Quiero que viva. Volveré si lo hago con él. ¿Puedes hacerlo? —supliqué.
—No es imposible—respondió y el ambiente se volvió más pesado, más denso, más oscuro.
—¡Haré lo que sea! —grité—. Te daré lo que sea — el fantasma no respondió.
Lo miré por varios segundos y entonces, con expresión sería y voz neutra y calmada, dije aquello que estaba esperando que preguntara y sabía que no importara cuál fuera la petición diría que sí, haría lo que sea. No dejaría la destino decidir por mí, no lo dejaría arrastrarme hacía su final.
—¿Qué quieres? —pregunté.
—Memorias. De ambos. Quiero todos sus recuerdos.
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Porque asi lo quiso el destino ©
RomanceTe doy un consejo que alguien debió darme a mí mientras aún estaba con vida: No importa lo que pase, nunca, NUNCA, dejes que alguien que quieres se vaya...