Como la ultima vez, pueden escuchar esta canción antes o después de leer o hasta mientras.
Sam:
Seguí conduciendo, pegándole con nerviosismo al volante con el dedo indice. De vez en cuando le lanzaba una mirada a Ryan, el cual seguía acostado sobre la ventana con los ojos cerrados y los audífonos en su oreja.
—¿Ryan...?—susurré, apretando los labios.
El chico no se movió ni me contestó, por lo que suspiré con cansancio. Volví a fijar mi vista al frente mientras sentía como las lágrimas volvían a aparecer. Me los limpié con rapidez, antes de estornudar de nuevo.
Encendí el calefactor para calentar el auto, antes de frotarme la mano derecha en mi pantalón, intentando calentarla. Después de varios segundos inútiles, volví a posar la mano en el volante, antes de intentar estacionarme.
Estábamos en el único lugar que me hacía sentir calmada. Apagué el auto y eché una mirada soñadora por la ventana. Vi por el rabio del ojo como Ryan levantaba la cabeza, antes de fruncir el entrecejo con los ojos aun cerrados, seguramente preguntándose si íbamos a parar aquí.
Después de eso, se frotó las manos y se enderezó. Lo miré con confusión mientras el chico se quitaba el poleron de encima, quedándose solo en una camiseta ligera.
—¿Qué haces?—pregunté con confusión.
Ryan no contestó, sino que empezó a intentar agarrar mi mano, antes de dejar en ella su ropa. Lo miré con confusión, por lo que Ryan sonrió con amabilidad.
—Te vas a enfermar con este frío, así que mejor póntelo y caliéntate—me informó.
—Pero Ryan...—me paré de golpe, antes de quitarle los audífonos.
Ryan se sorprendió, pero no abrió los ojos. Me miró con el ceño fruncido, haciendo una mueca de confusión.
—¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?
—Ryan, si me lo pongo tú te enfermarás—le informé—Mejor póntelo tú.
Ryan se rió con diversión, y sentí como en mi pecho mi corazón latía con más rapidez.
—Conociendo mi mala suerte, aun con 3 abrigos me terminaré enfermando—me tranquilizó—Ya te lo dije, la prioridad ahora eres tú, no yo.
—Eres raro—suspiré, sonriendo ligeramente—me lo pondré solo porque insistes y porque tengo frío.
—¿Quieres que me vuelva a poner los audífonos?—preguntó Ryan, enarcando una ceja.
—No, está bien—lo tranquilicé—También puedes abrir los ojos.
—¿Segura?—me preguntó Ryan mientras me ponía su poleron.
Al instante olor de su colonia me invadió. Saqué rápidamente la cabeza y respiré hondo el aire limpio. Olía lindo, pero no estaba de humor para decírselo.
—Sí—asentí—Ya terminé.
Ryan abrió los ojos y miró alrededor, antes de quedarse con la boca abierta cuando miró por la ventana.
—¡Wow!—se emocionó, abriendo la puerta y poniéndose de pie para mirar alrededor—¡Es increíble!
—¡Ryan, vuelve!—le pedí, saliendo también—¡Te vas a resfriar!
Ryan caminó lejos del auto, antes de mirar frente a él con una sonrisa emocionada. Después de eso volvió a mi lado y tiró de mí para que lo siguiera.
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Mi Fantasma Mayor
RandomRyan Black es un chico de 19 años con una vida normal y simple. Hermano mayor de una chica de 17 años, e hijo de Jason Black y Amy Williams, los dos policías y detectives más fuertes y valientes. Pero su vida da un giro enorme cuando un día, encuent...