30-¿Por qué, Ryan?

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James:

La señora Jackson se estacionó frente a una enorme casa, antes de abrir la puerta y salir, sin fijarse si su hija la había seguido. Sam me había pedido que me quedara pegado a Chloe, por lo que pasé a través de la puerta y esperé a que la chica bajara, antes de seguirla.

Cuando entré en la casa me quedé con la boca abierta. Era enorme, con las paredes completamente blancas, el techo llegando muy alto. Había varios muebles costosos y mientras las seguía, vi muchos sirvientes y asesoras del hogar.

—No sabía que Jack era un rey—susurré, confuso—Esto es mucho para una persona normal.

—Hola, señora—saludó un sirviente a la señora Jackson—Ya le preparamos su ducha con burbujas y su cena ya está servida. La cama está hecha y limpiamos toda la casa mientras no estaban.

—Está bien—asintió la mujer, mientras una asesora de casa le quitaba su chaqueta.

—Y usted, señorita Jackson—siguió el sirviente, hablando con Chloe—Limpiamos vuestro cuarto, y vuestro profesor privado subirá a vuestro cuarto a ayudarla con sus tareas.

—Gracias—susurró la chica, mirando al suelo con una mirada perdida.

La señora Jackson se giró y miró a Chloe con frialdad, por lo que la chica se tensó y endureció su mirada.

—Quiero decir, está bien—asintió—Por algo les pagamos, para que nos sirvan. Así que lárguese.

—Lo que usted nos diga, señorita—terminó el sirviente, antes de salir corriendo con temor.

—Que asco me das—susurré, mirando a la señora Jackson con odio—¿Segura que eres un ser humano? Porque uno no trataría a sus iguales así.

—Sube a tu cuarto—le ordenó su mamá—Cámbiate y lávate la cara. Tu profesor subirá a tu cuarto en 30 minutos. Y asegúrate de verte bien.

—Sí, madre—asintió Chloe, dando media vuelta y empezando a subir las escaleras con cansancio.

—¡Aún no acabé contigo!—le grité a la señora Jackson mientras seguía a Chloe—¡Te arrepentirás por lo que le haces a tu hija!

Chloe empezó a caminar por la enorme casa, que más que casa parecía un palacio. Cada vez que pasaba cerca de alguien, este se inclinaba hasta que pasaba, antes de seguir con su amigo. En todo el camino, la chica no levantó la mirada ni hizo otro gesto que caminar.

—¿Oye, te sientes bien?—susurré, caminando a su nivel.

Como era de esperarse, Chloe tampoco me veía. Ella siguió caminando sin parar, sin siquiera levantar la mirada.

—¿Sabes? Me gustaría darte un abrazo, pero tengo miedo a asustarte—le expliqué, haciendo una mueca de tristeza—Llevo 15 años sin darle un abrazo a nadie, pero sé que si lo hago, cualquiera se asustaría y se sentiría incómodo por ser abrazado por algo invisible.

Chloe abrió una puerta, por lo que esperé a que entrara, antes de pasar a través de la puerta. Al instante la chica empezó a buscar ropa en su armario, por lo que me senté en el suelo, dándole la espalda y tapándome los ojos.

—¿Podrías darme una señal cuando acabes?—le pedí.

Y de nuevo nadie contesté. Hice una mueca de incomodidad y me quedé callado, intentando deducir cuando acabaría.

Pocos minutos después escuché como algo se rompía, por lo que abrí los ojos, ya seguro de que había acabado. Pero cuando vi lo que estaba haciendo, me puse de pie de golpe.

Chloe había tirado un vaso de cristal al suelo, y estaba sentada frente a los vidrios, la manga del brazo derecho levantada. Un escalofrío pasó por mi espalda, por lo que me tensé y avancé hacia ella.

Mi Fantasma MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora