Capítulo 7: Mini-fiesta

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- ¿Qué? ¡Mis padres están en Nueva York y les he dicho que no se preocuparan por mí y ahora no tendrán Wi-Fi para ver los mensajes!-

- ¿Ves? Doy mala suerte.-

- Pero aún podemos entrar...- Dijo Elena sonriendo y sacando de su bolso una tarjeta de crédito.

Ésta se inclinó para meter la tarjeta en el hueco que hay entre la pared y la puerta, pero no funcionó.

Empezaron a buscar cosas en la calle como perchas, cristales... Pero nada, no daban con la respuesta.

- Oye, una cosa: Tus padres están en Nueva York, entonces, ¿Qué harás mientras no vengan?-

- Ahh, ya...- Contestó Elena.- Me voy a quedar en tu casa hasta que vuelvan, es decir, 2 meses.-

Laura la miró como si estuviera diciéndole:

¿ flipas o qué?

Pasaron unos segundos cuando Laura decidió hablar:

- Ya veo que tú haces las cosas sin contar con nadie.-

- Lo siento Lauripuchimurubuchi, pero es que mis padres me dijeron:
O te buscas giro o te vienes con nosotros y nos acompañas a trabajar.

Y yo odio trabajar.-

- Tranqui amiga, puedes venir a mi casa... Si es que logramos abrir la puerta.-

- ¿Por qué soy tan tonta? Mis padres me enseñaron cómo abrir TODAS las cosas cerradas del mundo que nos rodea.- Dijo Elena haciendo un arco iris con sus manos.

Fue hacia la puerta, la examinó como si fuese una detective y le dijo a Laura lo que necesitaba:

- Una cuerda.
- Un palo.
- Un cuadrado de madera.
- Un cristal.
- Un triángulo de cartón.

Yo, sorprendida, fui a buscar lo necesario y se lo entregué. Me fijé en cada movimiento que hacía:

Colocó la cuerda en el pomo de la puerta, puso el palo a unos 3 metros de allí y ató la cuerda en el medio del palito. Encajó el cristal entre el huequecito de la cerradura, el triángulo en otro hueco que hay entre el suelo y la misma puerta, y con el cuadrado hizo una bola perfecta y se la metió en la boca. A los segundos se la sacó de su boca y la puso en el palo. Tiró de éste hacia abajo como si fuera un tirachinas y, sin saber por qué, la puerta se abrió.

Elena suspiró: le llevó más de 1 hora montarlo todo, y además, para eso había que tener MUCHA fuerza.

Laura le dijo:

- Eres increíble, Ele.-

Entraron y Laura fue al sofá y se acostó, entonces sonó un ruido de llaves dentro de su bolso, Laura abrió los ojos como platos y Elena la miró atentamente. Laura sacó lo que hacía ese ruido y, efectivamente, eran sus llaves.

Elena iba a gritar, pero su paciencia se lo denegaba. Laura dijo:

- Cambiando de tema, ¿Hacemos una fiestecita para celebrar que ya somos somos las mejores amigas?-

Elena asintió y dijo:

- Yo pido unas pizzas, tú prepara películas y lo demás es divertirnos.-

Laura escogió unas películas de musicales y unas Coca-Colas.

Elena llamó a la pizzería:

Conversación telefónica:

Elena: Hola, querría pedir una pizza.
Pizzero: Vale, ¿De qué tipo?
Elena: Pues... Una inglesa con doble de queso.
Pizzero: ¿Algo más?
Elena: No, gracias.
Pizzero: A las 19:30. ¿Calle?
Elena: Padre Mellinas n° 11.
Pizzero: Vale, gracias. Adiós.

Cuelga.

- ¡A las 19:30 viene la pizza!- Gritó Elena.

El timbre suena.

- Yo voy.- Le dijo Laura a Elena.

Cogió las pizzas y empezaron la mini-fiesta.

A las 00:00 estaban en el suelo, con la tripa llena, y durmieron allí.

Pero de pronto se abrió la puerta...

LAURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora